Los que nunca se equivocan no estarán en lo cierto
Por más de medio siglo los cubanos hemos asistido a un escenario político donde los actores cambian poco y solo cuando la biología lo impone, los reveses se intentan convertir a toda costa en victorias y la autocrítica no existe. El mea culpa es una actitud desterrada del poder en esta Isla y decir «nos equivocamos» suena a libreto de ciencia ficción.
El 10 de diciembre de 2007 publiqué en este blog un texto titulado Los que no tenían la razón estaban en lo cierto. Revisitando esa idea quisiera hablar ahora de los que, desde el poder, nunca reconocen haberse equivocado porque entienden que en cada momento hicieron lo correcto.
Me refiero a quienes argumentan que las Unidades Militares de Apoyo a la Producción, las tristemente célebres Umap, fueron, en su momento, una medida correcta; hablo de los que defienden los fusilamientos, las confiscaciones, las depuraciones por tener creencias religiosas o preferencias sexuales no admitidas socialmente; aquellos que todavía sostienen que la Ofensiva Revolucionaria, la zafra de los 10 millones, el Cordón de la Habana, la homofóbica parametrización del Quinquenio Gris y los mítines de repudio del año 80 fueron decisiones adecuadas en su momento histórico.
Si hubiera que hacer algo parecido a una autocrítica se llegaría a la conclusión de que allí donde hubo un error lo que ocurrió fue una desviación del camino revolucionario
Porque según esta lógica «la revolución nunca se ha equivocado» y si hubiera que hacer algo parecido a una autocrítica se llegaría a la conclusión de que allí donde hubo un error lo que ocurrió fue una desviación del camino revolucionario.
Sobre ese razonamiento descansa el concepto de un partido único sin posible contrapartida. Esto es lo que justifica la idea de que quienes exigen al monopolio de las comunicaciones, Etecsa, que baje los precios solo son mercenarios al servicio del «imperio» y los que se atreven a opinar sobre las medidas de emergencia ante la pandemia del coronavirus solo son opinadores sin fundamento.
Según esta norma no fue errado mantener la entrada de turistas durante los primeros días del mes de marzo cuando todavía estábamos a tiempo de cerrar las fronteras, ni fue incorrecta la medida de mantener las escuelas abiertas durante tanto tiempo. El lema de «Quédate en casa» fue tenido casi como contrarrevolucionario hasta que los que mandan en Cuba comprendieron que era indispensable aislar a los sanos de los enfermos.
No basta con que se rectifique, cosa que se aplaude. Si se pretende mantener o rescatar algún liderazgo hace falta que se tenga la entereza de confesar algo tan sencillo como «nos equivocamos», pedimos disculpas y estamos en la disposición de rectificar.