Los venezolanos: cada vez más pobres
Los venezolanos somos cada vez más pobres como consecuencia de las catastróficas políticas del régimen chavomadurista.
Todos los días, usted amigo lector, y yo, al igual que la inmensa mayoría de los venezolanos -salvo la cúpula podrida que usufructúa el poder y los ricos que han podido sortear esta gigantesca crisis-, nos empobrecemos cada vez más.
Cada día que pasa, los salarios se hacen insuficientes porque nuestro poder adquisitivo se debilita cada vez más. Quienes viven de un sueldo compran cada vez menos cosas, visto el aumento que todos los días impacta los artículos de primera necesidad. Por supuesto, la situación empeora para quienes no tienen empleo y se encuentran en la franja de pobreza extrema, que también aumenta en este desdichado país.
La cuestión se agrava aún más porque al alto costo de la vida -la inflación, como lo llaman los economistas- hay que agregar la escasez y el desabastecimiento. Ambas desgracias van unidas ya que los productos que no se consiguen fácilmente los venden más caros. Por eso mismo, en una economía de mercado, donde la productividad y la abundancia de bienes y servicios sea la regla (y no la escasez, como ahora sucede en Venezuela), la oferta de los mismos anula los efectos de la carestía y, por lo general, obliga a su venta en mejores condiciones para los consumidores.
Por desgracia, nuestra economía -hoy en ruinas gracias al actual régimen, que acabó con la producción nacional desde hace una década- no está en condiciones de ofrecer bienes y servicios como exige la demanda actual. Todo lo contrario: está incapacitada para satisfacerla, y por ello, insisto, esos bienes y servicios se encarecen cuando se logran conseguir en el mercado.
De allí que la oferta de productos alimenticios y de artículos básicos de la canasta familiar haya desaparecido en su mayor parte, trayendo consigo escasez, racionamiento, desabastecimiento y, como ya se anotó, precios más altos. Lo poco que se consigue en el mercado es a costos prohibitivos, pues además se une a esta tragedia la infaltable especulación que hacen comerciantes inescrupulosos, aprovechando la difícil situación que hoy padecemos los venezolanos.
Mientras esto ocurre, los sueldos y salarios se mantienen igual. La masa trabajadora sufre así, junto a todos los que cobran quince y último, un empobrecimiento generalizado, pues cada vez le alcanzan menos sus ingresos para comprar los artículos básicos, encarecidos día a día. O, como ya se ha vuelto un lugar común decirlo, mientras los salarios suben por las escaleras, los precios suben por un ascensor veloz y vertiginoso.
Esta situación afecta también a pensionados y jubilados, cuyos ingresos igualmente se vuelven “sal y agua” como consecuencia de la altísima inflación que hoy sufrimos. Pero también la sufren los desempleados en general. Por eso, la inflación chavomadurista que hoy martiriza a casi todos los venezolanos, nos empobrece cada vez más, y muy especialmente a quienes menos recursos tienen.
Por cierto que leí recientemente un análisis absurdo (De clase media… a un cuarto, por Luis Vicente León, El Universal, 04-10-2015), según el cual toda esta situación impacta negativamente a la clase media, pero no a los más pobres. Según el autor del mismo, la inflación afecta sólo a la clase media porque, al final -y aunque lo niegue-, los pobres serían casi todos bachaqueros, lo que los salva del terrible impacto de la inflación.
Resulta obvio que no todos los pobres bachaquean. Incluso diría que son muy pocos los que se dedican a esto. Porque los pobres también tienen que ir al mercado, si pueden, a comprar lo que consiguen, por una parte, y, por la otra, igualmente los afecta el alto costo de la vida, de modo que sus ingresos, provengan de donde sea, son insuficientes para enfrentar la carestía de la vida. Así, por ejemplo, el caso de los buhoneros que cita el analista en comento diciendo que venden más caro por el aumento de los precios y eso “los protege de la inflación”, se cae por su propio peso, pues ellos también tienen que comprar (¿o no?) y eso supone que los afecta al igual que al resto.
Desgraciadamente, a esto hemos llegado por la política económica hambreadora del régimen iniciado en 1999. Si en lugar de haber destruido nuestro aparato productivo industrial y agropecuario, el chavomadurismo lo hubiera fortalecido, ahora habría más producción de alimentos y artículos de primera necesidad, y por tanto, sus precios no serían tan caros como hoy día.
Se trata de algo elemental, querido lector: “quien siembra vientos cosecha tempestades”. Por desgracia, a la cúpula podrida que manda su política económica hambreadora no la afecta, pero al resto de los venezolanos sí. Vaya cinismo…
@gehardcartay
LA PRENSA de Barinas (Venezuela) –