Luis Barragán: La engañifa refrendaria del estado Miranda
El domingo próximo pasado nos enteramos de un referéndum semiclandestino realizado en el estado Miranda que exigió la determinación de un área prioritaria para la asignación de recursos y la ejecución de proyectos a favor de la comunidad, señalando la denominada boleta electoral auspiciada por el gobierno regional (“¡proyectos del pueblo!”) y el CNE, en la parroquia Cecilio Acosta o en la de Santa Lucía, a modo de ilustración, los siguientes rubros: agua, electricidad, vialidad u otro a indicar. Se trata de 500.000 dólares disponibles por la usurpación para 21 municipios que alcanza un poco para un mínimo de contratistas, pero jamás para las numerosas parroquias que deben decidir la inversión de las ridículas cifras prorrateadas que corresponden a la rifa electoral: supuestamente, habrá localidades para una ducha matutina segura, al lado de otras exclusivamente iluminadas, aunque se haga cada vez más difícil transitar de una a otra, según la marcación del óvalo favorito del tarjetón.
Tomada la más elemental noción de calidad de vida, se la entiende ahora como un reducido abanico de opciones, pues, no se podrá tomar agua fría, porque –aunque nadie la ha garantizado como potable– cada parroquia dispondrá del vital líquido o de la electricidad para mantener a media máquina una nevera, por cierto, imposible de llenar. No es otro el metamensaje preventivo de un régimen fracasado que convierte el drama en la celebración de una consulta democrática que, a la vez de engatusar con aquello de la democracia participativa, permite a los funcionarios lavarse las manos en torno a los gravísimos problemas que eluden, habida cuenta de un monto del que se burlarían, así fuese en divisas, consiguiéndole una salida “política” a la donación de un poder central de piel delicada y susceptible ante cualquier reclamo, divorciado de toda planificación presupuestaria.
Entonces, el socialismo del siglo XXI es incompatible con niveles superiores de vida y la combinación de los factores que los hagan posible. Y está sideralmente lejos de la experiencia venezolana posterior a 1958, porque al mismo tiempo y con una renta muy modesta, por entonces, echó las bases de una industria petrolera y petroquímica que afianzara un mínimo de ingresos para el país, construyó el complejo hidroeléctrico del Guri y terminó de electrificar todo el territorio nacional, sostuvo y desarrolló la educación para todos los estratos, suministró agua potable a la población, levantó viviendas y desarrolló la banca hipotecaria, aseguró la integridad territorial institucionalizada la corporación castrense al servicio de la nación, recorrió millones de kilómetros asfaltados de carreteras, autopistas, avenidas y calles, etc., etc. Vale decir, una democracia representativa que gobernó y, con todas las fallas, hizo que los habitantes de Miranda tuviesen luz eléctrica, agua potable, vialidad, educación, y todos los servicios necesarios al mismo tiempo, mejorando cada vez más con la descentralización.
Cada parroquia y municipio mirandino, a través de un oficialísimo acto electoral, aceptó que literalmente no deberá disponer de una óptima prestación de servicios múltiples, inducidos sus habitantes a una suerte de suicidio cívico, pues, ellos, y no otros, así lo decidieron. Tergiversan la democracia para consumar y consagrar la resignación, la conformidad, la docilidad en nombre del fantasmal beneficio de un Estado Comunal largamente inconstitucional que asfixia mecánicamente a la población que lo ha votado, lo ha refrendado, lo ha dizque legitimado mediante una engañifa que seguramente imitarán las restantes entidades federales, si es que la mirandina no expuso una imitación de otras experiencias también semiclandestinas.
El socialismo jamás ha gobernado y aún se niega a hacerlo, algo muy distinto al feroz predominio por la fuerza bruta ejercido en la presente centuria, contentándose con profundizar en el control social de una Miranda caracterizada, además, por una sistemática tala de árboles que permite metaforizar sobre las áreas prohibidas para toda arboladura democrática. Muchas horas después del parapeto referendario y de sus ilusiones ópticas, levantando artificialmente la emoción de los partidarios del régimen frente al hambre y la miseria que también les ha dado alcance, el automatizado organismo electoral no ha dado resultados en torno a la pretendida y exclusiva vocación acuática, eléctrica, vial o gasífera de una entidad burlada.