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Macron entra en campaña: «Europa puede morir si no tomamos las medidas militares, económicas y culturales necesarias»

Dirigiéndose a los gobiernos y opiniones públicas europeas, en francés, español, inglés, alemán y polaco, el presidente francés pronunció un discurso muy grave y solemne en el anfiteatro de la Universidad de la Sorbonne

Emmanuel Macron durante su discurso hoy en París EFE

 

 

Emmanuel Macron lanzó este  pasado jueves un grito de alarma sobre el futuro de Europa y su civilización: «Las civilizaciones son mortales. Europa puede morir, amenazada desde muchos frentes. Su futuro depende de nuestras decisiones». Dirigiéndose a los gobiernos y opiniones públicas del Viejo Continente en francés, español, inglés, alemán y polaco, el presidente francés pronunció a última hora de la mañana un discurso muy grave y solemne en el anfiteatro de la Universidad de la Sorbona, la más antigua e importante de Francia, acompañado de su Gobierno, en pleno, y de los presidentes de todas las instituciones nacionales.

A juicio de Macron, más allá de las fronteras actuales de la UE, toda Europa está amenazada en tres terrenos históricos y estratégicos: en materia de geopolítica, seguridad y defensa; en materia de economía, con sus modelos declinantes; y en el terreno cultural e intelectual, cuando su futuro necesita más que nunca de un «relato creíble».

Para responder a esos desafíos, sin precedentes, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y todo el proceso de la posterior construcción política, Macron propone una «Europa potencia», invitando al resto de los aliados a lanzar una gran «iniciativa común que debe ser, en principio, un proyecto para construir una Europa de la defensa creíble», acompañada de otra «iniciativa de intervención militar» y la creación de una academia «para formar a nuestros propios cuadros militares y civiles».

Autonomía estratégica

El primer objetivo del proyecto macroniano de esa «Europa potencia» debiera ser «hacer respetar y asegurar nuestra defensa», con este objetivo esencial: «Confirmar el respeto y protección de nuestras fronteras. El principal peligro para la seguridad europea, hoy, es, evidentemente, la guerra en Ucrania».

Ese objetivo primordial para la seguridad continental tiene varios capítulos complementarios. La protección de las fronteras nacionales debe fundarse en la «autonomía estratégica». Sin nombrar a EE.UU., Macron propone que Europa se confirme como un pilar autónomo, íntimamente asociado a la Alianza Atlántica, pero capaz de defender libremente sus intereses propios, que no siempre coinciden con los intereses de Washington, y pudieran llegar a ser antagónicos, si Donald Trump volviese a ser elegido presidente.

Esa «autonomía estratégica» debe afirmarse, a juicio de Macron, con varias familias de armas: un posible escudo antimisiles europeo y una «capacidad de ciberseguridad y ciberdefensa».

La gran ambición macroniana en el terreno de la seguridad y la defensa también debe tener un puesto en la restauración deseada de una «soberanía industrial y militar», presentada de este modo: «No hay defensa sin industria. Debemos transformar la urgencia del apoyo a Ucrania en un esfuerzo colectivo, industrial, acompañado de una dimensión comercial. Debemos ser lúcidos, Europa es víctima de décadas de inversiones que no han estado a la altura de los desafíos, creando una dependencia peligrosa, para afirmar la potencia en el terreno de la industria de la defensa común».

En el terreno económico, Macron tiene una visión muy pesimista, que resume de este modo: «En el plan económico y comercial nuestro modelo no es sostenible, ante la competencia internacional de China y los EE.UU.».

Ante tan «precaria» situación», el presidente francés tiene una aspiración: «La UE debe ser un líder mundial en 2030». Ambición que propone conquistar a través de las inversiones y acción comunes en cinco sectores estratégicos: inteligencia artificial, informática cuántica, espacio, biotecnologías y nuevas energías (hidrógeno, reactores modulares, fusión nuclear…).

Competencia desleal

En el terreno estrictamente comercial, Macron defiende la instauración de la «preferencia comunitaria»: una suerte de paraguas o frontera comercial, con el fin de frenar las exportaciones de China y EE.UU. «que no respetan las reglas comerciales mundiales, tal como fueron redactadas hace años». El presidente francés estima que los aliados europeos deben restaurar, afirmar y defender su propia potencia e intereses económicos, comerciales, limitando o poniendo techo a la competencia desleal de chinos y norteamericanos.

Macron considera igualmente esencial restaurar una Europa «gran potencia cultural», a la altura de sus orígenes y pasado, esencial en la historia de las civilizaciones. Ambición que el presidente francés resume de este modo: «En el momento que vivimos, también estamos amenazados en el terreno cultural, víctima de una batalla moral que tiene muchos frentes… En el terreno de los valores, los relatos, la vida moral y espiritual nos encontramos en una situación muy delicada. Debemos restaurar la Europa cultural gran potencia».

A juicio de Macron, la Europa del futuro debe tener como semilla el humanismo europeo, la matriz donde se fundaron, durante siglos, todos los principios esenciales de las libertades individuales y colectivas, la vida democrática.

«Ser europeo –concluyó el presidente francés, al final de un gran discurso de una hora y cuarenta y cinco minutos de duración– no consiste simplemente en vivir en una tierra, del Báltico al Mediterráneo, o del Atlántico al mar Negro. Ser europeo es defender una cierta idea del hombre y del puesto del individuo libre, racional y cultivado, por encima de todo».

 

 

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