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Maduro, la Celac y China

Foto: EFE

 

El régimen de Maduro insiste en colocar a Venezuela en un tablero de ajedrez que no nos corresponde. Un escenario condicionado por intereses políticos superiores que ambicionan la supremacía mundial. La prioridad del Estado debería centrarse en la búsqueda de la libertad y el bienestar de su población, pero ni uno ni lo otro es una preocupación verdadera de los que mandan.

En días pasados Maduro estuvo en Rusia y después envió a su quejoso canciller a China para “fortalecer” los nexos bilaterales y promover las relaciones de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) con el gigante asiático. El jefe de la cúpula gobernante ya se había reunido en 2023  con Xi Jinping, secretario general del Partido Comunista Chino y, por tanto, presidente de su país.

Hay más de 600 acuerdos firmados entre Venezuela y China, que los ciudadanos desconocemos, incluso la gran mayoría de los doscientos y pico de diputados levantamanos de la Asamblea oficialista. Algún día tendrán que ser examinados y revisados bajo el prisma de los intereses nacionales, de forma transparente y con la participación de todos los sectores.

La política de China de ocupar espacios políticos y económicos en nuestra región, entre otras, es un reto y un desafío al poder y las pretensiones de Estados Unidos, país que parece haber ignorado por tiempo considerable a las naciones de América Latina y el Caribe, sumidas en crisis que se repiten de manera cíclica, sin alcanzar el progreso y con la inestabilidad política como signo visible.

Este cuarto encuentro presidencial en Pekín entre el gobierno chino y los países de Latinoamérica y el Caribe agrupados en la Celac, organización creada en 2010 para neutralizar a la OEA y dejar fuera a Estados Unidos y Canadá, indica por dónde van los tiros en esta región atribulada. El modelo chino, de alto nivel económico e inamovible control político, es del agrado de los usurpadores de Miraflores, que tampoco alcanzan ni lo uno ni lo otro.

Brasil y México lideran el acercamiento a China, también el desatinado gobierno de Gustavo Petro en Colombia, que se asoma a la mesa de negocios, igual que los de Chile y Uruguay, aunque más moderados en sus formas políticas internas y en sus alianzas externas.

La presencia de China en la región en los términos planteados es un desafío, reiteramos, a Estados Unidos y, a la vez, una oportunidad para que Washington se mueva con inteligencia en la región, impulsar políticas de cooperación y más alianzas que imposiciones y de irrevocable defensa de los principios democráticos. Los tiempos dirán qué se hizo y qué responsabilidades se asumieron, también que se dejó de lado cuando, seguramente, no se debería.

 

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