Maracaibo, un lago en ruinas
Foto: (Copernicus Sentinel/ESA, CC BY-SA 3.0 IGO)
Sin vaselina, demoledor y preciso en su diagnóstico de lo que calificó de relato panglosiano, el amigo Gustavo Coronel arruinó en cinco minutos la ilusión que el GUARDIAN londinense había suscitado de la recuperación del Lago de Maracaibo gracias al esfuerzo combinado de pescadores, científicos y gentes del común para despojarlo de la inmundicia acumulada en décadas de abandono.
Con abundante respaldo gráfico, teñido del verdaceo color putrefacto de las aguas que alguna vez inspiraron a los poetas zulianos, el matutino había seguido la movilización de veinte pescadores devenidos agentes de limpieza con un instrumental rudimentario, obviamente insuficiente para la magnitud de una tarea ordenada presuntament
Guiados por el ministro de ecosocialismo del régimen,
¡Pamplinas!, ripostó Coronel, poniendo en duda que tales esfuerzos, no importa cuán sinceros y entusiastas, pudieran ser de valor significativo para remover el colosal volumen acumulado de desechos humanos y animales.
El Lago, diagnosticó, está acosado por cuatro enemigos principales: la salinización creciente debida al dragado de muchos años para permitir el movimiento de buques petroleros, el alud de residuos animales y fecales y descargas industriales desde la capital y otras ciudades costaneras, los sedimentos que arrojan docenas de ríos en la margen sureña y los derrames petroleros, que se incrementaron exponencialmente con el colapso operativo de PDVSA.
La suma de tales flagelos ha propiciado un ambiente eutrópico y pobre del cual va desapareciendo la vida animal, pues las aguas ya no pueden considerarse potables y no pueden ser restituidas a su estado original porque pocos estudios se hicieron en los últimos veinte años para solucionar semejante catástrofe.
Cantar victoria, precisó, no sólo es ilusorio sino peligroso y con un objetivo propagandístico, porque el gobierno jamás movió un dedo para un esfuerzo que requeriría millones de dólares y un ataque multidisciplinario.
Como los humildes cujíes larenses, Udón Pérez y Baralt estarían hoy llorando de dolor…
Varsovia, noviembre de 2023.