In memoriam: Rodolfo José Cárdenas
Rodolfo José Cárdenas pertenece a la estirpe del liderazgo fundador del Partido Socialcristiano Copei en Venezuela. Tachirense, gran tribuno y orador, parlamentario por largos años. Ocupó cargos de relevancia en su partido. Fue gobernador de Caracas y Ministro. Pero, sobre todo, un gran intelectual, historiador y escritor. Entre otras obras, es el autor de Copei en el Trienio Populista (1945-48) y Copei en la Constituyente de 1947.
Rodolfo era acucioso investigador, duro contrincante político y leal amigo. Fue de los más cercanos al ex Presidente Luis Herrera Campins. Durante su juventud y buena parte de su carrera política se le consideró perteneciente a los sectores más avanzados de la democracia cristiana venezolana.
A continuación, reproducimos una entrevista que le realizara Medios24 en Octubre del año 2010…
Rodolfo José Cárdenas tenía 18 años. Corría en el Colegio La Salle, de Táchira, cuando de pronto oyó el alboroto y la corredera. Todos corrían a la plaza donde había una radio a todo volumen. Se había armado tremendo lío en Caracas. Era el 18 de octubre de 1945 y estaban dando “un Golpe de Estado clásico”, según afirma él mismo a la luz de los años.
Con una voz que susurra las palabras serenas quizás de experiencia, y con una seguridad que palpita en el ritmo en que van saliendo una a una. Rodolfo José Cárdenas comienza la entrevista sin un milímetro de mezquindad. Pareciera no darse cuenta de lo oneroso que se ha vuelto esa conducta entre los políticos, periodistas e historiadores contemporáneos. Afirma contundentemente que lo que fue un “Golpe de Estado clásico, un acto militar, pudo ser conducido por Rómulo Betancourt” hacia lo que es llamado hoy por algunos y que él no evade en calificar como “la revolución de octubre”.
Rodolfo José Cárdenas se inscribió en Copei a muy temprana edad, y lo hizo como resultado de lo que fue oyendo en “la radio novela en que se convirtieron para toda Venezuela los debates de la Asamblea Constituyente” del trienio democrático 45-48. Este aspecto, en el que el historiador se detiene, pareciera haber sido el sello que patentó la irreductible conducta democrática de los venezolanos, que hasta el día de hoy no han podido arrebatarnos y que, según él, “ya no se podrá”. Señala Cárdenas que “cuando el pueblo comenzó a oír a aquellos oradores, que debatían con aquella pasión y que decían de manera tan llana lo que debía ser el país, se convirtió eso en un ritual que duró 8 o 9 meses, y así como hoy muchos corren hoy antes de las 9 de la noche a sus casas a ver `la Novela´, en aquella época todos corríamos a oír el debate constituyente. Era algo inédito, que jamás nadie hubiera imaginado. Y creo que ese fue uno de los aciertos y los aportes más importantes de ese proceso”.
1945 fue para Cárdenas la “ruptura, la fractura rotunda entre lo que había sido en toda la historia anterior el poder político en Venezuela, y la nueva historia civilista que vino a consolidarse”, aún con el “accidente histórico” de 10 años con Pérez Jiménez. La Venezuela democrática y civilista se instaló como un yunque en los venezolanos, luego de que los dirigentes políticos de aquel momento, “todos muy jóvenes, todos eufóricos y vigorosos en planteamientos, en proyectos, en espíritu”, le ofrecieran al pueblo la participación directa a través del voto universal.
Los Chopo ‘e Piedra
- ¿Cuál fue exactamente el detonante del Golpe de Estado?
– Fíjate, el detonante fue sin duda la negación del General Medina Angarita de convocar elecciones generales para la primera magistratura. Ese fue el detonante más visible. Pero en realidad había un descontento en la oficialidad joven que generó las condiciones para el levantamiento militar. Los generales “chopo ‘e piedra”, que los llamaban así porque no tenían ninguna formación académica, eran déspotas y se convertían en un freno para el ascenso de una oficialidad que venía de academias, incluso internacionales, y que se había codeado con oficiales de otros países, como en la academias de Chorrillo, en Perú, de donde venía Pérez Jiménez, por ejemplo. Esos militares habían adquirido el espíritu de desarrollo y progreso que no veían en los generales que ven.
¿Por qué el presidente Medina Angarita, que venía de promover una serie de avances significativos no sólo en materia de desarrollo nacional, industrial, sino de participación política; que había promovido la defensa de la producción nacional y la soberanía; que había avanzado incluso en materia de nacionalización petrolera, provocando incidentes con varios países recién salidos de la segunda guerra mundial como EEUU, entre otros, termina recibiendo un Golpe de Estado de la oficialidad que él mismo había ayudado a formar y que afianzaba en la profesionalización académica, y de los partidos a los que él mismo había dado el espacio para crecer?
– No fue solamente el descontento de la oficialidad. Los partidos en Venezuela ya clamaban por el desplazamiento de presidentes militares y andinos. La tradición andina en el poder se comenzaba a mostrar incómoda, y simultáneamente la necesidad y posibilidad de la participación en las elecciones eran cada vez mayores en el estado de ánimo de la clase política joven y emergente; fuimos el germen de la democracia y la civilidad, pero aún éramos muy jóvenes. Los elementos que constituían lo central del poder descansaban en la combinación Gobierno y Ejército, pero desde ese momento, y al Medina decretar la participación electoral, introduce un nuevo elemento: El Pueblo, que posteriormente va a elegir al primer presidente civil en Venezuela, que fue Rómulo Gallegos. Aún en estas condiciones no estaba todo dado para que hubiese una irrupción. Otros asuntos mediaron, y creo que el azar determinó unas condiciones muy particulares que finalmente desembocaron en este proceso, en el trienio que germinó la democracia en este país. Rómulo había establecido contacto con el gobierno para presionarlo en favor de la elección del presidente, y el Partido Democrático de Venezuela (PDV), que era el partido de Medina, y que era en realidad un partido más del gobierno que de las bases y del pueblo, termina aceptando que Diógenes Escalante fuese el candidato a la presidencia. Esto, de haberse dado, hubiera preservado al PDV en el gobierno bajo un espectro más amplio en donde seguramente los dirigentes jóvenes y democráticos hubieran participado. Pero luego con los años me cuenta Ramón J. Velázquez, quien era su secretario privado, que en la mañana llegó a la casa del doctor Escalante y gritaba: “me robaron las camisas, me robaron las corbatas y yo sé quién fue y lo voy a meter preso” –risas abundantes–. Se había vuelto loco totalmente. Imagínate que el único tipo que era consenso para todos los factores se había vuelto loco. Luego, cuando Edmundo Fernández, médico caraqueño y amigo de Rómulo, lo pone en contacto con los militares que estaban preparando por su parte un alzamiento contra los chopo ‘e piedra, se da la alianza cívico-militar ya que Rómulo dijo sin pensar: “vamos a darle”, concretando así el respaldo civil que necesitaba Pérez Jiménez, andino y militar que con otros militares de oficialidad media se había formado en Chorrillo, Perú, y que estaba entre los líderes militares alzados.
La revolución que fue después
- ¿Por qué llamarla Revolución de Octubre?
– Bueno no fue una revolución propiamente, pero indudablemente que la viveza de Rómulo y el fogaje de la dirigencia política, muy joven en ese momento, jugaron un papel de primer plano. Sin embargo, creo que jugó más un aspecto que para mí fue crucial en esa circunstancia: Rómulo Betancourt tenía un Programa, tenía un programa político, una propuesta programática que sirvió de eje para todos los reclamos y que canalizó posteriormente las aspiraciones del pueblo, que para ese momento aún se encontraba aturdido de tantas dictaduras militares. Luego, que hayan sido transmitidas todas las discusiones que se dieron en la Asamblea Constituyente por Radio fue crucial también. Acercó a los dirigentes políticos al pueblo, a todo el pueblo. Era la radionovela de todo el país, y hasta los más jóvenes nos agrupábamos para escuchar a los dirigentes en esos debates.
Dice que el azar, pero si lo que se quería era la elección del presidente, ¿porqué dar un golpe militar, o porqué el presidente Medina no accedió a convocar elección presidencial?
– No sólo fue eso. No, no, no. Hubo otros detalles que complicaron más aún la situación. Luego de la “pérdida” del doctor Escalante, el PDV se cerró a cualquier mediación y propuso la candidatura de Ángel Biaggini para la presidencia, que Rómulo no aceptó por ninguna circunstancia. Esto desencadenó el golpe posteriormente. Pero luego, con los años, me enteré por Alfredo Tarre Murzi que una vez visitó años más tarde al presidente Medina Angarita en Estados Unidos y le preguntó: Presidente, por qué usted se negó a realizar las elecciones presidenciales. Y Medina le dijo: Arturo no me dejó.
La rendición
¿Qué Arturo?
– Arturo Uslar Pietri era el ministro de mayor confianza, y era el más capaz en el gobierno. Arturo consideraba que no habían condiciones para realizar una elección en la que él particularmente pudiera obtener la presidencia en una elección. El PDV era un partido sumamente limitado en su vinculación con el pueblo y AD tenía mayor incidencia en ese momento. Consideraban algunos que en ese momento no habían las mejores condiciones como para realizar ese cambio en la forma de gobierno de manera tan repentina. Arturo era uno de ellos. Esto fue lo que luego comprendí como parte de una cadena de sucesos fortuitos que generaron las condiciones para el golpe y posterior proceso político en Venezuela. Pero otro aspecto que vale la pena tener en cuenta es que Medina estaba animado también por una vocación democrática. Por ejemplo, cuando se entera que la Escuela Militar de La Planicie en Caracas está alzada, y sabiendo que él mismo les había formado a muchos jóvenes cadetes que estaban alzados, esta vez contra su profesor, dio la orden de rendirse y entregó el gobierno. Fue esa vocación democrática lo que evitó un derramamiento de sangre, porque hasta ese momento no había participación civil como para respaldar las acciones militares, que sí habían logrado tomar sus posiciones en varias guarniciones de la zona central, el Cuartel San Carlos y la guardia en Miraflores. Creo que ese trienio dejó muchísimas lecciones, pero la lección que nos transformó a toda la clase política en verdaderos demócratas, fue la que aprendimos posteriormente en la dictadura de Pérez Jiménez, cuando nos tocó estar a todos: comunistas, adecos, copeyanos, urredistas… Todos compartíamos la cárcel, unos tenían comidas y familiares que visitaban, otros no, y esa necesidad de solidaridad que se dio entre los que tenían y los que no, nos llevó a ser contrincantes políticos, adversarios, pero no enemigos. Ya no podíamos ser enemigos. Ese fue el germen que le otorgó aliento a la democracia, y que a los anteriores diez presidentes militares, salvo el accidente histórico de Pérez Jiménez, luego vinieron sucedidos uno tras otro sólo presidentes civiles, tradición que con Chávez se vuelve a romper. Es un militar nuevamente, aun cuando no se puede quitar la fibra democrática y concretamente electoral del pueblo venezolano.
El doctor Cárdenas actualmente recién termina un libro, que está próximo a publicar, y en el que devela la intención de Simón Bolívar de separar Venezuela de la Gran Colombia, lo que pudiera dar un duro golpe a la tesis del presidente Hugo Chávez, quien la ha denominado la “traición de Páez” y lo que le brinda un carácter distinto el espíritu -quizás democrático, quizás venezolanista y pudiera que más objetivo y maduro, más realista-, que existió en los finales de la vida del Libertador… Pero esa es otra historia, quizás de otra revolución…
Jesús N. Hermoso F.
Medios24