Milos Alcalay: El binomio de María Corina Machado y Edmundo González “es fundamental para salir de la dictadura de Maduro”
El exembajador venezolano resaltó el trabajo político que durante años ha hecho la principal líder de la oposición democrática en el país. Rechazó que desde el régimen de Nicolás Maduro se pretenda ir contra la campaña bajo el argumento de fraude: "Evidencia la tentación totalitaria", afirmó en entrevista con El Nacional
Milos Alcalay, diplomático venezolano con larga carrera en el servicio exterior del país, cree que el «binomio» de la líder opositora María Corina Machado y el candidato presidencial Edmundo González Urrutia “es fundamental para salir de la dictadura de Nicolás Maduro” el próximo 28 de julio, por lo que su ruptura significaría la continuidad del chavismo en el poder.
El exembajador de Venezuela ante las Naciones Unidas, duro crítico del gobierno de Hugo Chávez y de su sucesor, Maduro, recordó a El Nacional que González no tenía intenciones de postularse a las presidenciales, y allí radica su preocupación. Se mostró seguro de que dirigentes como Manuel Rosales, Henrique Capriles y Henry Ramos Allup no tienen el poder de arrastre de Machado, quien ganó las elecciones primarias con 93% de los votos y ha despertado el interés de los venezolanos.
«Venezuela le va a reconocer a Edmundo González su papel extraordinario y su valentía, pero tienen que estar los dos ligaditos. Si tú excluyes el fenómeno que representa María Corina Machado, no creo que vamos a lograr ese cambio necesario», manifestó el diplomático de 79 años de edad.
—Como diplomático, ¿cómo valora la capacidad de diálogo y experiencia del candidato opositor Edmundo González?
—Sin duda alguna, Edmundo González es un diplomático de carrera que, durante tres décadas, ascendió en su profesión con muy buena formación, en sentido de proyectar la representación del país en los más altos niveles; asumió las funciones tanto de embajador de Venezuela en Argentina, embajador de Venezuela en Argelia… es decir, cuenta con una carrera amplia como diplomático, pero lo que no se destaca, al mismo tiempo, es que ha tenido más de dos décadas como político internacional. Edmundo ha estado, como muchos de nosotros, en búsqueda de los caminos democráticos en la arena política democrática. Él ha trabajado en fundaciones para la democratización del país, ha sido asesor internacional y el ejecutor del presidente de la Asamblea Nacional de 2015, con Henry Ramos Allup y después con Julio Borges; ha estado con Ramón Guillermo Aveledo en la Mesa de la Unidad Democrática y por eso está en la directiva de la MUD, haciendo un cabildeo en las grandes capitales, en Washington, en París. Ha estado como coordinador en las acciones con los representantes que Juan Guaidó (expresidente interino de Venezuela) tenía en el ámbito internacional, en aquel momento Borges (excomisionado de Relaciones Exteriores de Guaidó), que convocaba a los representantes internacionales de Venezuela en 60 países. Es decir, Edmundo González tiene una experiencia política y dentro de esa experiencia, tanto como embajador como en la parte internacional, ha llevado un perfil discreto, eficiente pero discreto, para promocionar a otras figuras, llámese Guaidó, Ramón Guillermo Aveledo, Borges, y él ha asumido un papel muy discreto. Hoy le toca un papel muy similar, en el sentido de que, sin lugar a duda, por las mismas situaciones, no llegó aspirando a ser candidato presidencial, sino que llega por la serie de trampas y de obstáculos que el régimen le ha impuesto a María Corina Machado, que se convirtió en un fenómeno político en las primarias, con el 93% de los votos, y no solamente por las primarias, en los recorridos se ha convertido en un fenómeno político extraordinario. Por eso es que yo creo que ese binomio es fundamental para ganar estas elecciones, para ser presidente hay que querer serlo, en un país presidencialista, pero para poder salir de una dictadura que lo que hace es poner trampas, es absolutamente necesario unir esos dos factores: el factor emocional del cambio, que lo representa María Corina Machado, y el factor institucional de Edmundo González como candidato. Si por alguna razón se rompe ese binomio para tratar de llevar adelante una candidatura nueva, donde todos somos iguales, en unidad, y aquellos que perdieron las primarias se conviertan en los nuevos actores, creo que va a ser más difícil conseguir el cambio, porque estas no son elecciones normales, estas son elecciones en dictadura, nada fácil, porque el madurismo está en guerra y nosotros estamos en la búsqueda de la paz. Porque se trata de elecciones atípicas y es efectivamente necesario tomar en cuenta el fenómeno de quién arrasa la voluntad popular. Es un fenómeno que lo tuvo Chávez, no con tanta intensidad, pero con mucha fuerza, que lo tuvo Carlos Andrés Pérez, que lo tuvo también Luis Herrera Campíns y que hoy lo tiene María Corina Machado, de manera que desvincular el binomio sería sumamente grave porque, insisto, no sería de una elección el 28 de julio, sino de un cambio que es absolutamente entrenable, no solamente por la decisión soberana del pueblo —y la voz del pueblo es la voz de Dios, como repetía muchos Chávez—, sino porque hay una gran cantidad de chavistas descontentos, tanto en la base que votaron por Chávez, que votaron por Maduro, pero que en 25 años han visto una situación desastrosa y quieren un cambio, y no solamente las bases sino también uno ve cómo la dirigencia del chavismo está viendo que el camino de contradicciones: hoy en día es socialista, mañana es liberal, pasado mañana pone bodegones, el otro día vuelve a un antiimperialismo primitivo. Se ha perdido la brújula y la brújula correcta es la brújula del cambio, y Venezuela a nivel nacional e internacional ve en ese binomio la posibilidad de que haya el cambio hacia la democratización y la recuperación de las instituciones que han sido absolutamente quebradas durante 25 años, cada vez en una forma más negativa para Venezuela.»
—¿Cómo compara la transición democrática antes de que Chávez llegara al poder en Venezuela —cuando la gente estaba desesperada por un cambio—? ¿Se puede estar repitiendo ese fenómeno con Edmundo González Urrutia?
—Yo creo que son evidencias diferentes. No es lo mismo una elección en democracia, que respetó los resultados a pesar de tener una situación absolutamente adversa a una situación como la actual, donde los máximos dirigentes dicen que (los opositores) no entrarán a Miraflores ni por las buenas ni por las malas. Hago comparación con dirigentes de izquierda. Hay que ver que la polarización en Argentina fue brutal, entre Javier Milei y (la expresidenta del Senado argentino) Cristina Kirchner, pero en el momento en que Milei ganó, a pesar de la tremenda polarización, en el momento de triunfo de Milei, la señora Kirchner le estaba imponiendo la banda presidencial y el señor (expresidente de Argentina) Alberto Fernández estaba presente. Lo mismo sucedió en Brasil, cuando la decisión democrática de terminar con el mandato de la señora Dilma Rousseff se hizo por la vía de la transición y después la elección de Jair Bolsonaro, se aceptó esa regla; e inclusive, lo el presidente Lula da Silva señaló, cuando fue detenido por las denuncias que se hicieron, se aceptó y después regresó al poder por la vía electoral con una gran alianza de partidos democráticos. Pero en el caso nuestro, es una elección atípica, es una elección similar a la que podría haber en Nicaragua o en Cuba, de manera que el tema es que el riesgo existe pero es más riesgoso continuar otros seis años, hasta el 2030, con un régimen que ha hundido al país en pobreza, a pesar de que uno ve los canales oficiales y uno cree que Venezuela es el mejor sistema del mundo, en donde no hay problemas económicos, en donde no hay problemas de salud, pero esa es una gran mentira, es una gran estafa, porque la situación del país, por supuesto que hay privilegios, y hay privilegiados en el gobierno y en la oposición, pero la gran masa que está con María Corina Machado y con Edmundo González es la que quiere el cambio. Ahora ¿qué garantías hay de éxito? Va a depender mucho de la incorporación de todos los sectores democráticos. Y sí creo en una transición porque este binomio es para el cambio y la transición. Yo no puedo saber exactamente cuál va a ser la decisión del presidente electo, pero lo que sí te puedo decir es que durante seis meses de interregno entre el presidente electo y el presidente en ejercicio, seis meses en una campaña muy corta, en donde inclusive el régimen sigue haciendo lo que le dé la gana, incumpliendo los acuerdos de Barbados, sin cumplir el compromiso de que estén los observadores de la Unión Europea, amenazando con una guerra con Guyana para postergar las elecciones o cualquier trampa que pueda surgir, pero es un tiempo de espera demasiado largo, es decir, medio año con un sistema totalmente cooptado por el madurismo.
—¿Que puede pasar en estos seis meses?
—La única posibilidad que yo veo es tener una posición en donde el binomio líder político, que es la expresión del cambio, y candidato, hagan las acciones que permita ese respaldo masivo popular que debe lograrse y que debe trabajarse. No se puede quedar uno en el triunfalismo. Lo que sí creo es que no es lo mismo un presidente electo con 80% de los votos, o con 70% de los votos… hay una serie de medidas en donde eso absolutamente cala en la presión internacional, la presión interna dentro del chavismo, porque una transición beneficiará a todos, no solamente a los opositores sino fundamentalmente a aquellos dentro de la revolución bolivariana que querían darle una mejor calidad de vida a la población, que se pueda tener una educación de excelencia y no una educación colapsada, un sistema de salud para todos, un sistema de vivienda digna para todos. Y eso es aquel chavista que creyó en el 98 y en el 99 que la revolución iba a darle, y tuvo además de tener los ingresos fabulosos por el alza de los precios petroleros como nunca en la historia de Venezuela, y sin embargo, tenemos hoy 8 millones de venezolanos en el exterior. Y el riesgo de una elección por las buenas o por las malas significaría el aumento de la diáspora y el fin de las instituciones. Por eso, hay que correr el riesgo de esa transición porque nos permitirá reconstruir democráticamente el país en un péndulo que se está dando hacia la democracia en América Latina. Cuando uno ve las elecciones de reelección en República Dominicana, cuando uno ve el candidato triunfador en Panamá por la inhabilitación del otro candidato, cuando uno ve la situación de las elecciones en Ecuador, cuando uno ve la situación de las elecciones en Argentina, los vientos del cambio democrático se están dando. Ahora, el éxito dependerá de los actores que podamos tener y creo que hay venezolanos muy dignos que estamos dispuestos a dar nuestro apoyo para que Venezuela vuelva a ser esa tierra de esperanza, de progreso, y esa tierra de gracia que atrajo a cientos de miles de millones de nuevos venezolanos que se sumaron a construir lo que es nuestro país.
—Con la experiencia internacional de Edmundo González mencionada al comienzo de la entrevista, ¿cómo actuará la comunidad internacional en el caso de Venezuela? ¿Piensa que ese conocimiento y esas relaciones que tiene el candidato pueden facilitar la transición? Ya hemos visto, por ejemplo, la propuesta Gustavo Petro y Lula da Silva para una transición pacífica.
—Es muy importante lo que tú señalas porque se está decantando claramente la opción en América Latina entre una izquierda democrática y una izquierda totalitaria. Gobiernos como Gabriel Boric (presidente de Chile), que a pesar de ser de izquierda, entienden que tiene que construirse una América Latina basada en el Estado de derecho y en la vigencia y la promoción de los derechos humanos. Líderes como Lula o Petro, que tú mencionas, establecen que es necesario no retratarse con regímenes que solo buscan mantenerse en el poder, sino que permitan que haya un péndulo democrático. Por supuesto, ellos tienen derecho a aspirar a que sea una izquierda, pero democrática, y eso significa que si mañana Lula o Petro pierden las elecciones, no recurrir a la tentación totalitaria, sino cumplir como lo hicieron en el pasado en América Latina. Pero además, se suma una izquierda democrática que no está en el poder, como las declaraciones del expresidente Mujica, las intervenciones de la izquierda chilena, de diferentes orientaciones, que ha suscrito documentos, si a eso le sumas la posición también de los demócratas de América Latina, los expresidentes en IDEA, que han respaldado a esa posición, los demócratas que han ganado las elecciones y que ven en el binomio de María Corina Machado y Edmundo González una acción; aparte súmale las torpezas de la diplomacia bolivariana, del insulto, de lo que llamo la diplomacia de carritos chocones, el gobierno de Maduro exige incondicionalidades, exige que Lula sea incondicional y además de eso no cumple. Por ejemplo, el hecho de que le digan a una de las cancillerías más profesionales de América Latina que el comunicado del Itamaraty, como lo ha dicho el canciller venezolano, ha sido dictado por el Departamento de Estado de Estados Unidos, o burlarse de Lula cuando convocó a los cancilleres de Venezuela y de Guyana, y llegan a un acuerdo de solución pacífica y al día siguiente llega el canciller y el chavismo aprueba una ley en donde sigue el hostigamiento, una situación que un país vecino como Brasil no va a aceptar que se ridiculice la posición de mediador de un dirigente de la talla de Lula, esto hace que (el régimen de Maduro) esté quedando aislado, no solamente de la comunidad democrática de naciones, sino también de la izquierda democrática. Entonces, la otra parte de la pregunta, ¡claro que Edmundo González tiene conocimiento!, tanto como diplomático como quien tuvo en sus manos el cabileteo, la acción, tanto en Washington como en Bruselas, como en Moscú, como en Buenos Aires y él tiene, además, como director de orquesta, conocimiento de cómo poder proyectar la base de la solidaridad internacional. El conocimiento lo tiene, el instrumento también, y recuerda que esta es una campaña muy corta y una espera muy larga.
—Y un ventajismo inmensurable.
—Así es, y además una persecución. Había una reunión en La Victoria (Aragua) y ellos van a La Victoria, había unas reuniones en Trujillo y ellos siguen a Trujillo. Ellos no se dan cuenta de que hay un fenómeno que tienen que entender, que ya están terminados. No se trata solo de todas las trampas que pueda poner el sistema electoral, sino de entender que ya terminó el período. Qué importante es para un político entenderlo, ‘bueno, tuvimos 25 años, un cuarto de siglo, ahora tenemos que ir a los cuarteles de invierno, prepararnos, llevar a que nuevos dirigentes socialistas irrumpan’; no pasar en la cadena de televisión los Aló Presidente Chávez, que falleció ya hace mucho tiempo, yo creo que ni en Cuba ponen todos los días a Fidel Castro con sus discursos, que eran maravillosos, pero hay una realidad cubana, o poner en Rusia los discursos de (Iósif) Stalin, continuar con los discursos del pasado. La Venezuela de hoy es la Venezuela del mañana y esa Venezuela del mañana va a necesitar un reciclaje de los mismos chavistas para volver a dar una lectura de que permanecer en el poder por permanecer en Miraflores no es la solución del futuro.
—Aunque el gobierno lo niega, preocupa la posible suspensión de elecciones. Se dice que el conflicto con Guyana, que podría escalar y podría ser usado como excusa.
—Eso es evidente, cualquier trampa es posible. Lo que yo te diría es lo siguiente: todas estas acciones que ha llevado últimamente (el régimen) sido un búmeran, es decir, en vez de una gracia, les ha salido una morisqueta, porque han tratado de utilizar mecanismos de todo tipo para aplastar a la oposición, pero cada acción que hacen es un retroceso porque, por ejemplo, las primarias dejaron que se hicieran porque creyeron que iban a repartirse entre los partidos de la plataforma: María Corina Machado con 30%, el candidato de Acción Democrática con 25%, el candidato de Capriles con 20%. Pero esta vez el búmeran fue tremendo porque hubo una primaria con más de 93% a favor de una candidata. Lo mismo pasó con la trampa que hicieron dos días antes de la primaria en Barbados: pensaban que iban a jugar con la división de la oposición y se comprometieron y ofrecieron, a diferencia de otras negociaciones, estaban presentes una serie de países y trataron de burlarse de ellos, países como Brasil, Francia, Chile. Petro había realizado una reunión para respaldarlo, Lula había convocado una reunión en Brasil para respaldarlo, una acción de Macron en Francia reuniendo a Lula, a Petro, y a los negociadores, y resulta que después incumplieron. Es decir, la burla no solamente era contra la oposición sino contra los invitados, un poco de cómo nuevamente ese bumerán va en contra. Luego la inhabilitación de María Corina Machado, cuando nombró a Corina Yoris como candidata también la inhabilitaron y eso fue un bumerán. Y finalmente, cuando pudieron postergar durante un tiempo la posibilidad de que fuera el candidato tapa, como llamaban antes a Edmundo González, frente al candidato Manuel Rosales, resulta que no contaban con que María Corina Machado iba a darle todo su respaldo a Edmundo y Edmundo se convirtió entonces en el candidato tanto de María Corina como también de la Plataforma Unitaria, de manera que eso fue un bumerán. Ahora, si van a seguir en estas acciones, ese bumerán los va a afectar. Por ejemplo, una guerra en Guyana va a ser más desastrosa que lo que los militares argentinos quisieran hacer con las Malvinas. No es que no tuvieran derecho a las Malvinas, no es que nosotros no tengamos derecho a reivindicar, pero esa no es la vía. Es antihistórico para Venezuela y es antihistórico para América Latina. Lo que tendríamos que haber hecho es escuchar a nuestros grandes expertos para preparar ante la Corte Internacional de Justicia las razones fundamentales por las cuales se hizo esa extraordinaria acción diplomática que nos llevó al Acuerdo de Ginebra, pero no amenazando al presidente de Guyana llamándolo títere del imperialismo o amenazando a la ExxonMobil. Guyana también ha reaccionado frente a eso y ha tenido un respaldo internacional que Venezuela no tiene, no solamente de los países del Caribe, sino del Reino Unido, de la OTAN, de Estados Unidos… y también el silencio de Cuba. Porque Cuba cuando iba a la guerra en África, en Mozambique, en Angola, donde paraba era en la República Cooperativa de Guyana. Y en el caso de Brasil, no va a querer que una guerra o un conflicto bélico se dé en dos países vecinos porque Brasil tiene sensibilidad muy grande a que se mantengan los acuerdos internacionales en la región. Te lo doy como un ejemplo, y lo mismo sería inhabilitar a Edmundo González o postergar la fecha de las elecciones. Es decir, si el gobierno sigue lanzando una especie de escalada desesperada, cada vez se va hundiendo más y cada vez se va aislando más. Esa es mi impresión. Puede estar equivocado, pero tiene que aceptar las condiciones de cambio y prepararse para ir revisando las acciones de cómo poder dar un aporte constructivo y no un aporte destructivo como lo está haciendo ahora.
—¿Cuál es su opinión sobre el papel de María Corina Machado, considerando que a menudo la han calificado de radical y se esperaba que promoviera la abstención? ¿Percibe algún cambio?
—Es una falsa lectura, tanto del régimen como de los partidos de oposición anti-María Corina, que la veían a ella como el radical, como una élite. A mí me tocó ver a María Corina Machado actuar en el tema internacional cuando la seleccionaron en la Asamblea Nacional en el 2015, y su capacidad de vincularse con todas las fuerzas democráticas, como Acción Democrática, Copei, Un Nuevo Tiempo, MAS… las acciones que llevaron a toda una dimensión de éxito internacional. Reconocidas las elecciones de 2015 y los resultados que fueron defendidos a nivel internacional, mostraban a una María Corina con lo que yo llamo «un juego de cintura extraordinario». Extraordinario. No es como la pintaban, la radical que quería llegar al poder, no. Una María Corina a la que, lamentablemente, dentro de las mismas fuerzas de la oposición no se le reconocía el papel extraordinario internacionalmente y no la iban a apoyar para que continuara. El señor Timoteo Zambrano, uno de los alacranes, le serruchó las patas y dijo «bueno, ya terminaste tu labor, ahora me toca a mí»; fue el señor Timoteo Zambrano y detrás de él estaban varios de los partidos tradicionales que lo apoyaron. ¿Dónde está Timoteo Zambrano hoy? Yo dejo esa interrogante. Pero lo que quiero decir es que nunca he visto durante toda la etapa democrática a alguien con una habilidad, en el buen sentido, una capacidad de escuchar, de llevar adelante y con una gran ventaja. La gran ventaja de María Corina Machado, además de que se constituyó en un fenómeno político, es que tiene una visión de estadista, es una mujer a la que los años le han dado una sabiduría política de actuar oportunamente en el momento oportuno. Y yo creo que eso es lo que estamos cosechando todos los venezolanos, no es solamente la visión carismática de María Corina Machado, que lo es, sino que también es, con mucho acierto, las posiciones que ella ha tomado de manera coherente, clara y con mucha valentía.
—Algunos critican la fuerte presencia de María Corina Machado en el escenario político y hay candidatos que parece que prefieren no participar en sus concentraciones. ¿Cómo interpreta esta dinámica y qué impacto cree que tendrá en la campaña?
—Yo vuelvo a señalar lo que decía en el inicio. Por supuesto que hay sectores del gobierno y de la oposición que siempre han estado en contra de María Corina Machado, que quieren vender esa imagen. Para mí, el binomio María Corina líder y Edmundo candidato es lo que ha sido siempre. ¿Qué es lo que ha hecho un embajador? Un embajador no sustituye a un jefe de Estado, un embajador no sustituye a un líder político. Edmundo González es el plenipotenciario, es el hombre que tiene los poderes para actuar, pero, como lo ha hecho en la diplomacia y en su labor política durante 20 años, era para promocionar actores políticos que sí quieren llevar adelante un proceso ideológico. En el caso de María Corina Machado, sí, una visión liberal pero abierta a las contribuciones de los demás, es decir, no es la Plataforma Unitaria y detrás María Corina, sino que tiene que ser María Corina delante y la Plataforma Unitaria atrás, incluyendo al candidato presidencial. Es decir, si tú cortas el binomio del arrastre popular y dices «que María Corina no vaya, que vaya Edmundo González a recorrer el país con Capriles y con Manuel Rosales y con Henry Ramos Allu», creo que no hay mucha posibilidad de cambio. Esa es la impresión, con todo el respeto y con toda la amistad que yo pueda tener con ellos. Porque Edmundo González nunca aspiró a ser presidente. Entonces, y sin complejos, creo que Venezuela le va a reconocer a Edmundo González su papel extraordinario, su valentía, su hecho de incorporarse en la forma en la que se incorporó, pero tal como decía al inicio, en su visión tienen que estar los dos ligaditos. Si tú excluyes el fenómeno que representa María Corina Machado, yo no creo que vamos a lograr ese cambio necesario. Y eso lo tienen que entender. Ahora, que es incómodo para algún liderazgo, que no solamente estuvo en estos 25 años sino que en los 25 años anteriores gozando algunos privilegios… tiene que entender que hay una nueva realidad en el país, con el 93% en las primarias y con lo que se ve cuando María Corina recorre el país, que es un fenómeno político y espiritual; la gente ve en María Corina una expresión de honestidad y de identidad. ¿Eso va a ser toda la vida?, no creo, pero en este momento es María Corina líder político, y están haciendo todo para amedrentarla, para quitarla del medio. Le retienen a sus más importantes colaboradores, no le entregan salvoconductos a los seis que están en la embajada de Argentina, cierran hoteles, cierran restaurantes y ahí sigue María Corina. Ese es un fenómeno nacional que solamente con una visión mezquina quisieran decir que se separe y que deje que Edmundo González corra solo. Eso sería terminar un sentimiento nacional, que es el gran capital político de la transición, y de la transición iremos al cambio democrático.
—Recientemente, la segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional afirmó que la campaña de María Corina Machado es una estafa a la nación y advirtió que podría llevarse a la justicia, calificándola incluso como un delito. ¿Considera que estas acusaciones representan un riesgo significativo?
—Todo es posible con un régimen totalitario. Ahora, eso no es nuevo, y parte de esa admiración por María Corina es que ella ha seguido adelante. ¿O es que acaso nos olvidamos del gran triunfo que tuvo ella en la OEA al defender la democracia, que lo que hicieron fue anularle inconstitucionalmente su mandato parlamentario? ¿O es que hace muchos años no le impiden salir del país porque saben que adonde va es recibida como una estadista? No puede salir del país, la invitan para premios, reconocimientos, pero no le permiten tomar vuelos desde hace muchos años porque el gobierno tiene la amenaza de cerrar las líneas aéreas. Esas amenazas contra María Corina no son nuevas y es un riesgo. Sí, es un riesgo, pero, como te señalaba antes, el bumerán. La opinión pública nacional e internacional, va en contra de esas medidas. Si esas medidas se dieran, por ejemplo, de tratar de frenar a María Corina con el porcentaje nacional, sería otro bumerán más. Por otra parte, nos encontramos con una líder que no se ha dejado amedrentar ni por los golpes que le dieron los chavistas en el Congreso ni por las amenazas que le han hecho permanentemente. Ese tipo de mensajes lo que hace es evidenciar la tentación totalitaria. Que una vicepresidenta de la Asamblea Nacional diga eso es vergonzoso para Venezuela y para el Parlamento venezolano.
—Permítame leerle la declaración de la segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional. Ella dijo: «Es una persona que abiertamente dice ‘él no va a gobernar, voy a gobernar yo’, por supuesto que es un delito a la República, eso es estafa a la nación, eso es usurpación. Habría que revisar el Código Penal, pero eso es un delito». ¿Qué le parece?
—Esa es una gran mentira, otra mentira más.
—Tendríamos que partir desde la campaña del 2013, que se sustentó en la imagen de Hugo Chávez y se engañó a todo un país bajo la promesa de «seguir el legado».
—Y dicen que Edmundo González está enfermo, pero el que estaba terminal era Hugo Chávez cuando hizo la campaña (presidencial en 2012). Pero independientemente de esto, no he leído que María Corina ha dicho que va a gobernar. Eso es totalmente falso. Entonces, yo digo, con mentiras no se ganan las elecciones. María Corina Machado ha sido de una amplitud extraordinaria, la gente la sigue. ¿Cómo haces tú para que la gente no vea en ella un fenómeno de cambio, porque la ven como un fenómeno de cambio? Pero ese fenómeno de cambio no es porque ella mienta y diga que ella es la que va a gobernar. Ahora, es cierto que se trata de un proceso en el cual Venezuela tendrá que ir paulatinamente acomodándose a reconstruir lo que se ha destruido en 25 años. Felizmente tenemos no solamente la valentía de María Corina Machado, sino la lucidez de María Corina Machado, que tiene respuestas realmente admirables. Eso no es solamente ella. Ella se reúne permanentemente para hablar del tema del Esequibo con los mejores expertos, de la democratización de América Latina, de los temas internacionales. Pero lo que sí está seguro es que María Corina Machado no va a estar detrás de Hamás. Te aseguro que la diplomacia venezolana no va a estar detrás de Irán o de Corea del Norte, o no va a ser solidaria de los atropellos de los regímenes totalitarios. Eso va a ser un cambio, claro que sí, un cambio también en la escena internacional. Venezuela tiene que tener su dignidad dentro de América Latina, dentro de una unidad de la pluralidad. María Corina Machado ha hecho mensajes muy constructivos hacia Lula Silva, hacia Gustavo Petro, de acuerdo con la búsqueda de relaciones con Gabriel Boric y, por supuesto, con aliados democráticos. ¿Pero es malo que la próxima presidenta, si es que después de Edmundo, en otro proceso electoral, tenga una relación amplia con el gobierno de Brasil o con el gobierno de Colombia? Eso es lo natural. Lo no natural es la ruptura de relaciones con Brasil por parte del gobierno de Maduro porque se trataba de un Estado (bajo la presidencia de Jair Bolsonaro) que no le gustaba, la ruptura de las relaciones con Colombia porque no le gustaba el presidente Iván Duque. En la época democrática, el presidente Caldera en su primer gobierno y el gobierno sucesivo de Carlos Andrés Pérez y los demás no estaban de acuerdo con la Doctrina de Seguridad Nacional de Brasil, pero entendían que la relación de Estado a Estado tenía que cumplirse. Esa es una situación en la que tú no puedes ideologizar tus preferencias políticas. Venezuela tiene que regresar a América Latina, al Caribe. Venezuela no es un emirato, tiene que volver, eso sí, a fortalecer las instituciones latinoamericanas, a fortalecer a la OEA, el Mercosur, la Comunidad Andina de Naciones. Y tú puedes tener mañana a un Gustavo Petro o a otro gobernante del Ecuador o de Bolivia en una línea distinta, pero con integración latinoamericana; en el hemisferio, no fuera del hemisferio.
—¿Cómo percibe el entusiasmo de los venezolanos en el actual contexto? ¿Cree que pueden confiar en el proceso electoral, considerando que un régimen dictatorial controla las instituciones del Estado, incluido el Consejo Nacional Electoral?
—Esta es una elección atípica, no es una elección como en Brasil, Argentina o en ninguna parte de América Latina. Esta es una elección en dictadura. No solamente dictadura, sino que hay un madurismo que está en guerra. No se trata de tener que enfrentar a un candidato distinto, se trata de enfrentar a un enemigo. Ellos lo ven como una guerra contra el enemigo, y esa no es la realidad de la democracia. Son unas elecciones atípicas, sí lo son. ¿Por qué? Porque a la líder político natural, que es María Corina Machado, no la aceptaron a través de una serie de trampas inconstitucionales, violando el acuerdo de Barbados. No es una elección típica porque no respeta la decisión de las primarias. Trataron de anularlas inconstitucionalmente, el Tribunal Supremo de Justicia, el Consejo Nacional Electoral, el fiscal general de la República, y no pudieron. ¿Cómo haces tú para tapar el sol con un dedo? Eso es imposible. Pensar que estas elecciones son como unas elecciones en un país democrático, no, pero sí puedo asegurar que hay un sentimiento de que el cambio es necesario. Yo no sé si el 28 de julio, ojalá que así sea, y que entiendan que si pierden las elecciones tienen que entregar Miraflores, no les queda otra alternativa, o si es el inicio de un proceso de democratización, en donde vamos a seguir adelante en una situación tanto a mediano como a largo plazo. Esto no es algo que se soluciona de una manera mágica, sino que esta es una acción que va a ser sumamente difícil porque encontramos un país destruido a pesar de la maravillosa realidad económica, social, moral, ética que pintan en los espacios de una televisora revolucionaria. Es increíble ver cómo utilizan los espacios del Estado para difundir el odio contra cualquier opositor, pero a pesar de eso no lo logran. Porque la gente lo que quiere es un cambio y hay un temor fundamental de imponer contra natura, contra el deseo popular, otros 6 años hasta el 2030. Yo creo que sería muy grave, no solamente para Venezuela, sino para América Latina, porque mucha gente ve la pérdida de la esperanza y, lamentablemente, con todo ese conocimiento, toda esa fuerza que puede poner en reconstruir a Venezuela, ayudará a reconstruir los demás países de América Latina o del mundo, perdiendo nuestros talentos. No todos los que salen son oro, ahí también están los Marielitos que han enviado afuera, como el Tren de Aragua, pero se trata también de una Venezuela digna que quiere recuperar la libertad de los presos políticos, el retorno de los asilados, que son cientos, y no existen unas elecciones con 8 millones de venezolanos fuera, con 5 millones de electores a los que solamente dejaron inscribir a 6.250 venezolanos en el exterior. Eso es un chiste. Esa es una burla realmente. El Consejo Nacional Electoral será responsable de eso, pero aún así confío en que esa fuerza indetenible va a ser el inicio del fin de este régimen, el inicio de una etapa sumamente digna y sumamente esperanzadora para una Venezuela, tierra de gracia, como dice el programa de María Corina, que permitirá que vayamos construyendo, con dificultades, pero con la certeza de que Venezuela tiene un lugar. Venezuela tiene todos los recursos que puedes imaginarte, tiene petróleo, bauxita, oro, hierro, agua y, sobre todo, un caudal de venezolanos que están dispuestos a trabajar por el bien de nuestro país. Y con el buen director de orquesta que hoy está representado por el binomio María Corina y Edmundo.
—¿La preocupación por la crisis migratoria venezolana estaría detrás de ese interés de Gustavo Petro y Lula da Silva por la democracia en Venezuela?
—Por supuesto. Yo comenzaría señalando lo siguiente: emociona ver la solidaridad que han mostrado otros países para apoyar a los venezolanos. El apoyo que le dieron a los venezolanos en Colombia, en Brasil, en Perú. Pero, al mismo tiempo, está la falta de dignidad del régimen al no reconocer eso… la crisis que tenemos con Chile es vergonzosa. Que un alto funcionario diga que el Tren de Aragua es un invento, que no existe, cuando hay pruebas, es como desmentir al presidente Gabriel Boric, es una vergüenza. O no aceptar que sean repatriados todos los delincuentes, que los hay, porque a pesar de que tenemos extraordinarios ejemplos en el sector petrolero, dentistas, médicos, extraordinarias posiciones, también es verdad que se han exportado (delincuentes) y muchos de ellos (altos jerarcas del chavismo) niegan que los venezolanos que han cometido delitos sean repatriados, eso también es criminal. Decir que eso no existe es realmente lamentable. Existe, pero lo que tendría que hacer Venezuela es asumir el papel de una Venezuela que ha desequilibrado al resto de los países de América Latina. Y eso significa aceptar una condición en donde no puede permitirse que esto continúe.
—¿Cuáles son los desafíos clave que enfrenta la oposición venezolana en las semanas previas a la elección presidencial?
—Lo que yo diría es no perder la fe en la democracia, no perder la fe en el binomio María Corina y Edmundo, no caer en las tentaciones de las caricaturas que tratan de separarnos. No caer en desincorporar. La Plataforma Unitaria tiene gente muy valiosa, y debe sumarse a esa corriente que existe en el país, sumarse como lo han hecho otros y no poner obstáculos para separarlo. Creo que el mayor error es no apoyar generosamente ese binomio, como lo están haciendo muchos de los dirigentes. Cuando uno ve dirigentes como Delsa Solorzano, como César Pérez Vivas, como Andrés Velázquez o Henrique Capriles, que cada uno de ellos aspiraba pero que dicen que apoyan el binomio, eso es lo que la oposición tiene que hacer y hacerlo generosamente. Habrá oportunidad, si logramos la democratización, de que todos estos dirigentes se midan en posiciones importantes, pero por ahora, en los pocos meses que quedan, hay que apoyar al binomio.
Milos Alcalay
Milos Alcalay nació el 8 de noviembre de 1945 y se graduó como abogado en la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas en 1970. Completó sus estudios en el Instituto Internacional de Administración Pública de París. Inició su carrera diplomática en 1970 como tercer secretario en la Embajada de Venezuela en París (1970-1971), y en 1972 fue nombrado jefe del Gabinete del Ministro de Relaciones Exteriores.
A lo largo de su carrera, ocupó varios roles diplomáticos destacados. En 1978 regresó a París como consejero en la Embajada de Venezuela y un año más tarde fue designado ministro consejero en la Misión Permanente de Venezuela ante la Comunidad Económica Europea, cargo que desempeñó hasta 1983. En 1990 asumió la embajada en Rumanía, en 1992 la de Israel y en 1997 la de Brasil, donde permaneció hasta su nombramiento como embajador ante las Naciones Unidas.
Entre 1995 y 1996, Alcalay fue viceministro de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Rafael Caldera. Además de estos cargos, ha tenido una destacada trayectoria internacional. Fue representante permanente del Parlamento Latinoamericano y del Parlamento Andino ante el Parlamento Europeo y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa. También se desempeñó como coordinador de Relaciones Interparlamentarias del Congreso de Venezuela (1983-1985), secretario general del Parlamento Andino (1984-1985) y secretario permanente del Parlamento Andino en Bogotá (1985-1989).
En Naciones Unidas, donde fue embajador desde el año 2000 hasta 2004, Alcalay ejerció como presidente del Grupo de los 77, del Comité de Información y del Grupo de Trabajo de Cooperación Sur-Sur.
Este extenso recorrido ha consolidado a Milos Alcalay como una figura prominente en el ámbito diplomático internacional y defensor de los derechos humanos y la democracia en Venezuela.