Musk & Trump: la oligarquía al poder
El hombre más rico del mundo, Elon Musk, va camino a convertirse en un poder en la sombra en Estados Unidos. ¿Hasta dónde esta concentración de poder en los más ricos amenaza la democracia? ¿Qué tanto concierne a América Latina?
“¡Ha nacido una estrella!”. Así presentó Donald Trump a Elon Musk durante el primer acto de celebración de su victoria. Musk no se ganó ese reconocimiento por casualidad. Todo lo contrario. El magnate nacido en Sudáfrica, dueño de la fábrica de automóviles eléctricos Tesla, de la empresa aeroespacial SpaceX y de la red social X (antiguo Twitter), donó (o invirtió, depende del punto de vista) 130 millones de dólares en la campaña presidencial de Trump. Incluso llegó a sortear un millón de dólares diarios entre quienes firmaron una petición por la defensa de la libertad de expresión y el derecho a llevar armas. Para participar de la rifa había que estar inscrito en Pensilvania, justamente uno de los estados clave de la contienda electoral. Un tribunal descartó que se tratara de una compra de votos, aunque los premiados estaban registrados como republicanos.
A la mañana siguiente, las acciones de Tesla subieron un 15%, lo que hizo a Musk 15 mil millones de dólares más rico. Era de esperarse: algunos de sus negocios dependen en gran medida de los contratos con el Gobierno, como por ejemplo los de SpaceX.
¿Pero hacerse más rico era lo que buscaba Musk al jugársela toda por Donald Trump, teniendo en cuenta que ya es el más rico del mundo según Forbes? La respuesta es más compleja. “Sin duda hay un conflicto de interés”, dice Paulina Astroza, analista política y experta en relaciones internacionales. “No hizo esto por beneficencia. Es un empresario voraz, tal como lo es Trump”, agrega.
Musk ha resaltado durante sus discursos que se siente atado por el papeleo burocrático. “¿Cómo es posible que SpaceX pueda construir un cohete gigantesco más rápido de lo que el Gobierno mueve el papel de una mesa a otra? Si esa tendencia continúa (…) entonces Marte será imposible. Estaremos para siempre confinados en la Tierra”, dijo durante un mitin. Y en uno de sus primeros mensajes en X, después de la victoria de Trump, afirmó: “Estados Unidos es una nación de constructores. Pronto serán libres para construir”.
El profesor Erik Gordon, presidente del Departamento de Emprendimiento de la Escuela de Negocios Ross de la Universidad de Michigan, opinó en una nota de la BBC que Musk “quiere estar en la frontera, un empresario salvaje que pueda abrir nuevos caminos y no quedarse estancado por las regulaciones, las cuales tienden a retrasar los avances tecnológicos unos 5, 10 o 20 años”.
Justamente Trump le prometió a Musk nombrarlo al frente del anunciado Departamento de Eficiencia Gubernamental (Doge, por sus siglas en inglés). Aunque aún no se conoce bien de qué se encargará esa nueva oficina, se presume que podría enfocarse en justamente derribar todas esas reglas que Musk considera “barreras burocráticas”. Lo que algunos interpretan como la libertad absoluta de los capitalistas para ganar dinero sin los controles de las entidades técnicas del Gobierno.
Capitalismo, oligarquías y democracia
Trump ha demostrado una y otra vez que, más allá de la ideología, las relaciones con oligarcas y dictadores no lo incomodan. En el caso de Elon Musk, no parece ser muy diferente. Según el diario The Wall Street Journal, Musk mantiene contacto regular con el presidente ruso Vladimir Putin desde 2022, aunque el Kremlin lo niega. No hay que olvidar que Musk había puesto a disposición de los defensores de Ucrania su sistema satelital Starlink para la defensa de Ucrania, pero luego de esos contactos lo limitó.
La exasesora de seguridad de Donald Trump, Fiona Hill, en una entrevista con el medio Politico, manifestó que el ascenso de Trump y Musk, y sus relaciones con autócratas, favorecerán las oligarquías del mundo. “Se consideran miembros de una clase extraordinariamente poderosa de hombres ricos que quieren influencia a escala global”.
Estas oligarquías se han ido consolidando tanto política como económicamente. “Los grandes multimillonarios tienden a dominar totalmente sus sectores. Eso es cierto en el caso de Musk, y lo mismo ocurre con Amazon y Jeff Bezos”, añadió.
La exasesora de Trump además dio a entender que Musk no es necesariamente leal solo con Estados Unidos, sino más bien con sus propios negocios. “Necesita asegurarse de que sus sistemas satelitales, y la mayoría de los satélites en órbita en este momento en particular pertenecen a Starlink, no corran peligro por parte de potencias hostiles como China o Rusia”.
Para Michael Shifter, senior fellow de Diálogo Interamericano, la concentración de poder de Trump y Musk pone en duda los contrapesos del sistema norteamericano. “Es muy complicado y muy preocupante. Musk tiene poder económico, político y una red social como X. Trump tiene no solo el Ejecutivo, sino también el Senado y, aunque no está definido 100%, parece que va a tener control sobre la Cámara Baja. Además, la Corte Suprema está muy en su línea, ya que la mayoría de los magistrados son conservadores”. Para Shifter los gobernadores, las cortes locales y los medios de comunicación serán fundamentales para contrarrestar esta concentración de poder. De lo contrario, “hay gran riesgo de que Estados Unidos se puede convertir en una especie de oligarquía, lo que sería algo inédito en su historia”.
El mega influencer
Musk ha ido construyendo paso a paso este camino para convertirse en el “influencer más poderoso del mundo”. Compró Twitter, le cambió el nombre por X, y le dio un giro total a su política de neutralidad. De ese modo permitió que se convirtiera en una máquina reproductora de fake news, con el pretexto de defender la libertad de expresión. Después de la compra reactivó cuentas suspendidas por propagar información falsa sobre un supuesto fraude electoral en 2020, incluida una de Trump. Y como si fuera poco, el mismo Musk se ha dedicado a propagar fakes.
Además, la supuesta defensa de la libertad de opinión es selectiva. Lo relata la académica Astroza: “Tengo una anécdota personal. Yo escribí en X que estas elecciones en Estados Unidos iban a estar de infarto. Una amiga respondió: ‘Ojalá el infarto sea a Trump’. Al segundo le suspendieron la cuenta”.
Según un informe del Centro para la Lucha contra el Odio Digital, las afirmaciones falsas o engañosas de Musk en plena campaña electoral, tuvieron 1.200 millones de visitas en la primera mitad de 2024. El medio alemán DW verificó que, por ejemplo, Musk amplificó una denuncia sin fundamentos de un político republicano que aseguraba que había un plan para convertir a extranjeros ilegales en votantes. Musk fue más allá, y al citar la publicación escribió: “El objetivo desde el principio ha sido importar tantos votantes ilegales como sea posible”. Lo hizo, obviamente, en su propia red social.
La ultraderecha latinoamericana
¿Y en este panorama qué querrá Musk en América Latina? En septiembre se reunió en Estados Unidos con Nayib Bukele y luego dijo que “El Salvador tiene un líder increíble”. Y tanto en Brasil como en Argentina, el empresario ha tenido muy buenas relaciones con sus líderes de ultraderecha: el expresidente Jair Bolsonaro y el actual mandatario Javier Milei. ¿Qué hay en común en ambos casos? Que sus países son importantes para los negocios de Musk. Mientras en Brasil su empresa Starlink controla el 96% del internet en la Amazonía, en Argentina se encuentra el 21% de las reservas mundiales de litio, elemento fundamental para los coches eléctricos.
Justo en el gigante sudamericano Elon Musk tuvo uno de sus problemas más importantes del año cuando un juez suspendió la red social X por no cumplir con la ley (por ejemplo, no tenía representante legal en el país). X estuvo suspendida por 15 días y Bolsonaro convocó a marchas para apoyar a Musk.
Por su parte, Milei se ha reunido tres veces en el año con Musk y no pierde oportunidad para alabarlo o, incluso, para asegurar que el empresario quiere replicar en Estados Unidos, el plan de “la motosierra” (los recortes realizados por su gobierno).
La periodista brasileña Sylvia Colombo, corresponsal de Folha de Sao Paulo que reside en Buenos Aires, sostiene que tanto en Brasil como Argentina la red social X ha sido fundamental para Milei y Bolsonaro. “Milei fue elegido en razón de su actuación en redes y toda su campaña electoral fue realizada por medio de redes sociales, por fuera de los de los medios tradicionales y con muy poco dinero de campaña. X fue una gran plataforma para que hiciera propaganda”. En el caso de Brasil, Colombo sostiene que X permitió “que se propagara propaganda de odio, lo que incentivó el intento del golpe de Estado (de adherentes de Bolsonaro) de enero de 2023”.
Paradójicamente, la solución contra esta concentración de poder puede aparecer gracias a las propias personalidades de Musk y Trump. En un artículo de opinión, The Economist analizaba el posible papel del magnate tecnológico en el nuevo gobierno, predecía que así como el “bromance” entre Musk y Trump floreció con intensidad y rapidez, así mismo podría apagarse. “Son demasiado parecidos”, agrega Shifter. Es que al fin y al cabo se trata de dos egos que se creen todopoderosos. Por el bien de la democracia, tal vez sería bueno que esa amistad se marchitara.
ENLACE A LA NOTA EN «CONNECTAS»; https://www.connectas.org/analisis/musk-trump-la-oligarquia-al-poder/