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Pérez-Reverte: «España está en demolición. Si no hubiera esperanza, no habría publicado este libro»

El escritor y académico reúne en «Una historia de España» sus columnas, desde los íberos a la Transición, del XL Semanal

«La mirada que uno puede poner sobre la historia de España no es agradable siempre». Así recibe Arturo Pérez-Reverte a los periodistas en la presentación de su nuevo libro, «Una historia de España» (Alfaguara). Dicen los libros lo que somos, pero en España hay poco entusiasmo por usarlos para conocer y asumir nuestro pasado común. El académico lo sabe y por ello decidió revisar nuestra historia para una serie de artículos aparecidos en XL Semanal. Para empezar esta mañana definiendo los cuatro tipos de historia que usamos. A saber:

1) La de la derecha. «Desde la óptica de la derecha se suele ver la historia como una serie de episodios épicos de los que estar muy orgullosos y que blasonan la grandeza del imperio, de los tercios y de la Reconquista. Pero a quienes ven así nuestro pasado les falta lucidez crítica propia de quien ve el envés de la trama».

2) La de la izquierda. «La izquierda intenta siempre referirse a la historia de España como un lugar oscuro y buscar siempre lo negativo, poniendo en primer plano el genocidio de los indios en América, la brutalidad de los tercios en Europa… Las dos son muy parciales».

3)La de los nacionalismos periféricos. «Para los nacionalismos periféricos España no existió, es una aberración histórica, una acumulación de lugares casi independientes entre sí y se estudian como historias parciales. Esa tampoco reconoce los hechos».

y 4)«La que me gusta a mí y creo que es más ecuánime.España es un lugar en el que han pasado muchas cosas durante muchos siglos, cosas buenas y cosas malas, tiene luces y sombras. Ocurrió la conquista de América que es para mí lo más importante que ha ocurrido en la historia del mundo, pero reconociendo que España exportó allí vicios burocráticos y sociales que todos conocemos. Ver todo eso es la manera adecuada. Blanquear la historia es malo porque se oculta la oscuridad. Denostarla es malo porque oculta la parte luminosa, que la hubo, y fue mucha».

Demolición

¿El problema de haber llegado a esa conclusión? «Que cuando entiendes así la historia y no das la razón a unos o a otros, te llueven hostias desde la izquierda y la derecha. Por eso quise escribir esta historia, amarga a veces, que puede que no le guste a nadie pero me ha gustado a mí, ha sido un ejercicio personal muy divertido porque he repasado libros y lecturas para tener una visión conjunta», añadió Pérez-Reverte.

Una de las más duras conclusiones viendo la tóxica mezcla de un grave problema de educación y de memoria. Un problema secular no solo de ahora, porque «en España todo ha sucedido ya antes, hace mucho tiempo, mucho antes que con Franco». Añade que «Franco supuso en realidad una recaída en una enfermedad que puede llamarse España» porque es parte de su historia.

Conociendo nuestra historia, asegura, «no se puede ser optimista. Pero también es cierto que buceando en ella descubres un montón de cosas formidables. No practico el orgullo, pero sí la conciencia de ser español. La gente que hizo esas cosas buenas o malas, nos enseña que si nos lo proponemos haremos cosas formidables». Por eso, «a pesar de la amargura que se desprende del libro no puedo evitar saber que es un país excelente, al que todos quieren venir a vivir». En definitiva, «no puedo evitar a mi pesar ser optimista, pero no es un optimismo ciego y patriótico, sino lúcido y documentado», resume.

Ese problema y la utilización política que unos y otros hacen, como una tergiversación nos ha traído a una zona de riesgo mayor porque le parece al académico que «España está en demolición. Quizá merezca ser demolido, pero lo mínimo es saber qué es lo que estamos demoliendo. Porque esos escombros van a aplastar a gente que no lo merece, que merece mejor suerte. Si no hubiera algún tipo de esperanza no habría escrito estos artículos, ni este libro».

Amargura

Por ello mantiene que «la historia de España es una sucesión de ocasiones perdidas, de momentos en los que estuvimos a punto de tocar la normalidad, la decencia y la honradez», continúa el escritor. Y siempre, por una u otra razón, «perdimos el tren de la historia: Trento, la Ilustración… Cuando logramos llegar a América nos desangran las guerras de Europa, cuando llegamos a la República la destrozamos en la anarquía y el disparate. Y saber eso produce una melancolía y amargura enormes».

Para el académico, «un joven sin memoria, que no conoce la historia, está sometido a la manipulación del primer populismo que llega, de cualquier signo político. Se ha desterrado la historia de los planes de estudio y tenemos una generación de jóvenes muy útiles para muchas cosas a los que les falta algo fundamental: saber quiénes son, de dónde vienen».

Responsabilidad de los políticos

Lo que más amargura produce al escritor es «que la izquierda ha cedido gratis a la derecha la historia y ahora dice que todo lo que sea memoria suena a fascismo, a militarismo, a carcundia y a caspa». Pero aunque «la derecha se envuelva en la bandera, esa cesión de la izquierda y esa apropiación de la derecha» son igualmente dañinas. Y como ejemplo puso el voto de Ahora Madrid por el que se negaba la realización de un monumento a los últimos de Filipinas, obra de Salvador Amaya. porque «dicen que representa el colonialismo».

 

 

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