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Pesadillas y calabozos

Castillo parece intuir que sus días están contados si no suelta lastre

El FMI le entregó al régimen de Daniel Ortega (léase dictadura) 353,5 millones de dólares para paliar los efectos económicos del Covid. Resulta difícil entender cómo el organismo financiero más potente del planeta, protege a un sujeto con las manos manchadas de sangre, que no se cansa de meter en prisión a cualquier político que le pueda hacer sombra en esa parodia de elecciones que prepara.

A Yanine Áñez, la dama de hierro andina, las mazmorras bolivianas la están consumiendo. La expresidenta que intentó poner orden en el país, tras el fraude del 2019 en las urnas y posterior huida de Evo Morales (primero a México y luego a Argentina) sufre la venganza de los que regresaron al poder, gracias a las elecciones que ella organizó limpiamente. El oficialismo habla de autolesión con algunos «rasguños» en uno de sus brazos. El resto de un intentó de abrirse las venas. Sus abogados denuncian al sistema penintenciario por administrarla deliberadamente fármacos que provocan depresiones y hasta paranoia. Unos 25 expresidentes iberoamericanos, agrupados en IDEA (Iniciativa Democrática de España y las Américas) exigen su liberación. Entre otros, Laura Chinchilla, José María Aznar, Mireya Moscoso, Eduardo Frei, Mauricio Macri, Álvaro Uribe y Carlos Mesa.

El Gobierno de Pedro Castillo parece estar dispuesto a dar la batalla para no desmoronarse y cambiar los ladrillos corroídos con los que construyó su campaña y este incipiente gabinete. El presidente del sombrero, le enseñó la puerta de salida a Héctor Bejar, el canciller que hacía apología de Sendero Luminoso y le abrió la principal de ese Ministerio de Asuntos Exteriores, a Oscar Maurtua de Romaña, cargo que ocupó con el liberal Alejandro Toledo. Con demasiados ministros acusados de corrupción y de tener vínculos con el terrorismo, Castillo parece intuir que sus días están contados si no se apresura a soltar lastre de estos y sobre todo, del jefe de gabinete, Guido Bellido y su patrón en la sombra, Vladimir Cerrón.

Argentina dicen que «Alberto no duerme». Con lo que tiene encima, al lado y debajo, la verdad, no es de extrañar.

 

 

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