Sánchez es el candidato peor valorado entre los votantes del PSOE antes de unas generales
Los datos del CIS indican que los candidatos del PSOE y el PP son peor valorados ahora que hace unos años. Zapatero y Rajoy recibieron un aprobado en 2008 y 2004 respectivamente. Lo mismo que González en 1996 y Aznar en 2000. En 2016 Sánchez no llegó al cuatro y Rajoy apenas logró superar el tres pese a ser el candidato más votado.
Esa tendencia a la baja se observa en los sucesivos jefes de Gobierno: desde 1982 cada presidente abandona La Moncloa peor valorado que el anterior. González dejó el cargo con un 5,3 de valoración, Aznar con un 4,6 y Zapatero con un 3,1. Rajoy se mueve ahora en cifras cercanas a esa última.
Al menos dos motivos pueden explicar que los líderes sean peor valorados: la crisis económica (y política) y la fragmentación del voto. Con la crisis, la desafección política está en máximos. El 40% de españoles cree que la situación política es “muy mala”. Desde 1976 la cifra nunca fue tan alta. Esta percepción negativa de la política y sus instituciones hace que los líderes sean peor valorados. El segundo motivo es la emergencia de los nuevos partidos. El PSOE y el PP tienen ahora menos votantes que les puntúen alto.
El candidato del PP es ejemplo de cómo han empeorado las valoraciones de los líderes en los últimos años. En 2004 recibió un cinco aunque perdió las elecciones. Ahora ronda el tres, pero es el más votado. Si al final es presidente será el candidato peor valorado que alcanza La Moncloa.
El desgaste del Gobierno
Rajoy puede tratar de justificar su declive por el desgaste de gobernar. Además, en Rajoy se observa un fenómeno curioso: su valoración se ha polarizado. Sus notas empeoran entre el conjunto de españoles pero no entre sus votantes. En 2011 Rajoy ganó las elecciones con un 6,82 entre los votantes del PP. A las elecciones de 2015 se presentó con un 7,21 y a las de 2016 con un 6,98. En 2011 Rajoy tenía probablemente votantes prestados, que le votaron aunque no simpatizaban enormemente con él ni su partido. Al perder votantes, los que conserva son los más fieles y eso mejora sus notas. También es posible que le beneficie la polarización política: los votantes de otros partidos le juzgan cada vez más duramente y sus partidarios cierran filas.
Sánchez que no puede decir lo mismo pero sí tiene a su favor un dato: fue el candidato de los grandes partidos que menos nota perdió entre las elecciones de diciembre y junio. Sin embargo, Sánchez palidece cuando se comparan sus valoraciones con los anteriores candidatos socialistas.
Sus notas son peores que las de sus antecesores también entre sus votantes.