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Sergio Fajardo: “No me uniré a Petro bajo ninguna circunstancia”

El exalcalde de Medellín, segundo en las encuestas, reconoce en el aspirante de izquierdas el rival a batir y asegura representar otra opción de cambio

Sergio Fajardo (Medellín, 65 años) llega con algo de retraso. Se disculpa y explica que venía de reunirse con el equipo con el que prepara su propuesta anticorrupción. En las últimas semanas ha tenido que dividir su tiempo en lo que califica como “dos campañas”, una presidencial y otra para defenderse en dos procesos en su contra por sus actuaciones cuando era gobernador del departamento de Antioquia, entre 2012 y 2015. Uno por no haber anticipado la volatilidad del dólar al adquirir un préstamo y otro por el megaproyecto energético Hidroituango, que ha sufrido derrumbes, retrasos y pérdidas millonarias. Fajardo se siente víctima de una persecución y está seguro de que logrará demostrar su inocencia.

Como parte de la Coalición de la Esperanza, espera alcanzar en las elecciones del próximo mayo la segunda vuelta que le fue esquiva hace cuatro años, cuando llegó tercero detrás de Iván Duque y Gustavo Petro. Ahora aspira a que el centro converja en torno a su proyecto político y reafirma que “bajo ninguna circunstancia” piensa unirse a Petro, el candidato de izquierdas que encabeza las encuestas, en la que Fajardo es segundo. Matemático de profesión, el también exalcalde de Medellín, una figura independiente de los partidos políticos, atiende a EL PAÍS en la terraza de su oficina de campaña en el norte de Bogotá, con su característico atuendo de camisa y jeans, sin cinturón. “Toda la vida me he vestido igual”, afirma, desde sus tiempos de profesor universitario.

Pregunta. Usted es un político bien valorado en las encuestas, pero ya ha sido candidato sin alcanzar la presidencia cuando su imagen era aún mejor, ¿qué ha cambiado en esta ocasión para que mantenga su aspiración?

Respuesta. En el año 2000 tomé la decisión personal de salirme del mundo académico e involucrarme directamente en la política. Empecé a los 43 años. Logramos llegar a la alcaldía de Medellín, la primera vez que llegaba un movimiento cívico, alternativo, enfrentado a las maquinarías políticas tradicionales, y los derrotamos. Demostramos cómo se puede gobernar de manera diferente y le cambiamos el rumbo a la ciudad. Llegamos al 2010, cuando participé con Antanas Mockus como candidato vicepresidencial en la llamada “ola verde”. Desde ese momento el país empieza a vivir de manera más intensa formas alternativas de la política, y se desató una ruptura que hemos venido construyendo, paso por paso. En el 2018, fui yo candidato presidencial. Ahora es el momento donde todo el camino que hemos recorrido se puede consolidar alrededor de una propuesta presidencial que va a ser ganadora.

Hay una figura que a mí me gusta utilizar: se llenó el vaso. Cuando el vaso se llena, las sociedades cambian. Colombia tiene una crisis profunda, muy profunda, que está expresada en el estallido social que vivimos desde 2019, y este año en el marco del paro nacional. Aquí se cierra un capítulo, los 20 años en que la política ha girado alrededor de la figura del expresidente Álvaro Uribe. Colombia va a cambiar. El reto que tenemos es ¿cuál cambio para Colombia? Uno para arrasar o uno para transformar, que es el que nosotros queremos representar.

P. ¿Quién es su rival a batir?

R. Petro. En la confrontación que viene vamos a tener tres alternativas. Una, los que de una forma u otra quieren continuar, asociada con el movimiento de derecha. Y dos para cambiar, una asociada con la figura de Petro y otra con lo que nosotros representamos.

P. Usted entonces se ve ya como el candidato del centro.

R. Todo el trabajo es para eso. Hago parte de la Coalición de la Esperanza, somos un grupo de personas con diferentes trayectorias, contradictores en momentos, y nos hemos hecho el propósito de trabajar juntos, de complementarnos, demostrar cómo se puede construir a pesar de las diferencias. Yo quiero ser la persona que representa la Coalición de la Esperanza, llegar a la segunda vuelta con Petro, donde creo que vamos a ganar.

P. ¿Cómo le afecta la candidatura de Alejandro Gaviria?

R. Estamos en una confrontación política, el camino que él sigue es muy diferente al mío. Yo llevo 22 años dedicado a la política, Alejandro entra a participar porque un grupo de personas le sugirió a él que era la persona indicada para liderar a nuestro país. Todavía falta mucho camino por recorrer, falta tiempo para las campañas formales. Ahí vamos.

P. Alejandro Gaviria sostiene que él es más progresista que Petro, pero busca conquistar el espacio de centro por el que compite con usted. ¿Cómo salirse de la caricatura de ‘tibio’ con la que lo han atacado?

R. Revisemos el origen de la palabra ‘tibio’. Aparece en las elecciones del 2018 cuando después de la primera vuelta yo decido votar en blanco, perfectamente consciente. Expliqué las razones por las cuales no votaba por el uno o por el otro. Desde la perspectiva del mundo de Petro, empiezan a atacarme de manera sistemática, ya llevo tres años y medio de agresiones de todo tipo. La palabra ‘tibio’ sugiere que yo no tomaba posición, y precisamente lo que hice yo fue tomar una posición. Votar en blanco es una posición política, firme y decidida, pero utilizan ese calificativo. A mí no me mortifica, ni me molesta, ni me trasnocha, ni me desconcentra.

P. ¿En esta ocasión tampoco apoyaría a Petro, incluso si es la alternativa a un Gobierno de derecha en segunda vuelta?

R. Es que en la segunda vuelta voy a estar yo contra Petro. El día que yo me acueste a pensar por quien voy a votar en la segunda vuelta que sea diferente a mí, ese día estoy perdido. Somos proyectos políticos diferentes, no nos vamos a unir ahora bajo ninguna circunstancia.

P. Ha sido muy crítico por el apoyo de César Gaviria a Alejandro Gaviria. ¿Cómo se propone contar con el apoyo de las bases del Partido Liberal sin contar con el expresidente?

R. Soy yo, pero también la coalición. Si vamos a hacer una transformación en este país y Colombia va a cambiar, tiene que cambiar la forma de la política asociada con el clientelismo, que es la puerta de entrada al voto de la corrupción. No habrá cambio si no hay cambio de la política, y si no enfrentamos el clientelismo que está asociado con la figura del expresidente César Gaviria. No es un capricho ni un malestar personal, es una expresión política de lo que se tiene que transformar en nuestro país. No es nada en contra de las personas de ideas liberales.

P. ¿Qué opina de que no haya mujeres en la Coalición de la Esperanza?

R. Estamos trabajando en ese tema, todavía falta mucho camino por recorrer. Estamos construyendo una lista única para el Senado de la República y las cámaras de representantes, en la medida que sea posible. Falta tiempo para que más personas se vinculen, y que las mujeres hagan parte de esa propuesta.

P. ¿Cómo valora el regreso de Ingrid Betancourt a la política colombiana?

R. He tenido muchas conversaciones con Ingrid. Ella ha manifestado públicamente que encuentra en la Coalición de la Esperanza la posibilidad del cambio en nuestro país. Es una persona que es capaz de avanzar sobre lo que ha sido la destrucción de la guerra, mostrar la capacidad de reparar, de hacer justicia, de entendernos entre nosotros. Me alegra que esté participando de nuevo en política. Ella coincide en algo que es esencial en esta coalición, que es la lucha contra el clientelismo.

P. ¿Ingrid va a ser una carta de la Coalición de la Esperanza?

R. Ella tendrá que decidir. Por primera vez después de todo ese tiempo vuelve a acercarse a Colombia con ilusión, en las palabras que ella me ha dicho a mí. Y la ilusión está asociada con lo que estamos construyendo y queremos representar. Es un tema personal, hay que respetarle su camino y sus tiempos. No tengo duda de que va a ser una protagonista muy importante.

P. ¿Cuál sería su primera medida si alcanza la presidencia?

R. Donde yo esté en la vida: lucha contra la corrupción. Por supuesto, también la educación, no solo en términos de colegios y universidades, sino un proyecto de educación ciudadana para transformar a Colombia. Siempre nos vamos a preocupar por el tema del empleo, el desarrollo rural, la economía verde, la riqueza que tiene nuestro país asociada con la biodiversidad, el cambio climático. También las incertidumbres que enfrenta la juventud, el tema de las mujeres.

P. Usted se ha desmarcado de Claudia López en sus declaraciones sobre los migrantes venezolanos. ¿Cuál es su posición frente a la política de acogida que ha sostenido Colombia?

R. Es un aspecto importante, necesario y creo que es la política correcta. Tenemos que entender la dimensión de lo que significa la llegada a Colombia de los migrantes venezolanos, ser capaces de acogerlos, eso es un esfuerzo grande para un país que nunca tuvo migración de manera sistemática. Es la primera vez que enfrentamos una circunstancia de esa naturaleza, de hecho, Colombia ha sido un país que expulsa.

P. ¿Restablecería las relaciones bilaterales con Venezuela?

R. Tenemos que ir paso por paso. Estoy en desacuerdo con la política que el Gobierno nacional ha tenido con respecto a Venezuela. De hecho, creo que la política de relaciones exteriores del Gobierno actual es una calamidad, ha sido una equivocación tras otra. Tenemos que ir construyendo canales de conversación, así tengamos diferencias profundas con el régimen de Maduro, que las tenemos. Ni lo apoyamos ni queremos ser como ellos.

P. ¿Petro sí es como ellos?

R. No entro a calificar si Petro es o no es, lo que sí sé es que nosotros no somos. Pienso que el Gobierno de Maduro es una dictadura del siglo XXI. Un país rico expulsando gente porque tiene hambre. Eso es impresentable, inaceptable y una demostración de una forma de gobernar que no queremos y tiene nuestra condena.

P. Usted ha dicho que está ante dos campañas: una para las presidenciales y otra para defenderse de las acusaciones en su contra. ¿Cómo podría esto afectar eso a su candidatura?

R. Creo que la va a terminar afectando positivamente. Yo tengo dos acusaciones, de la Fiscalía y la Contraloría. La decisión que tomamos fue hacer de esas acusaciones una forma de hacer pedagogía ante la ciudadanía. Lo que he venido haciendo es mostrar las incongruencias, los errores que están detrás de esas acusaciones. Estoy seguro que están actuando de manera incorrecta. Demostrarlo, con seriedad y rigor, es un capítulo inédito en la política colombiana.

P. ¿Se siente perseguido por los organismos de control?

R. La verdad, sí. En esas incongruencias, en eso que estamos demostrando, hay una explicación acerca de unas acusaciones que no se corresponden con la actuación que yo he tenido.

P. ¿Se arrepiente de alguna de sus decisiones en el proyecto de Hidroituango?

R. No. Nosotros recibimos un proyecto en marcha y lo que hicimos fue trabajar para que se pudiera desarrollar, tomamos decisiones responsables con la información que teníamos en el momento. Por supuesto que no quisiera que hubiera ocurrido la contingencia que ocurrió, pero nuestra actuación fue correcta.

P. En términos de la responsabilidad fiscal es una suma enorme, difícilmente asumible por cualquier persona. ¿Usted cómo se financia?

R. Desde 2016, soy profesor en el Tec de Monterrey y tengo una jubilación, esos son los ingresos que tengo en la vida. Y conseguimos unos recursos para tener un equipo muy pequeño, muy básico, para hacer el trabajo político que hacemos. Son recursos mínimos. Aportes, fundaciones, un grupo de personas por todo el país que participan por convicción, por ideales. Nuestra característica es la austeridad.

P. ¿Cómo califica el Gobierno de Iván Duque?

R. Malo. Es un Gobierno malo en todos los sentidos.

P. ¿Cuál es el principal problema de Colombia?

R. Hay tres problemas centrales en nuestro país. Con las desigualdades sociales profundas que tiene esta sociedad, la pobreza es el primero. Dos, la corrupción, yo creo que es un cáncer que tiene Colombia. El tercero está asociado con la violencia. La seguridad ciudadana es un reto grande, no solo en el contexto urbano sino en el territorial, que se expresa a través del asesinato de líderes sociales. El Estado no ha hecho presencia en unos territorios que tienen unos niveles altísimos de pobreza.

 

 

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