Si pocos quieren a Trump o Biden, ¿es el momento de la tercera vía?
Dos tercios de los estadounidenses no quieren que repitan los mismos candidatos a las presidenciales de 2024. La organización No Labels, que impulsa programas políticos de centro y de unidad, empieza a acaparar espacio
Queda todavía año y medio para que los estadounidenses acudan a las urnas para elegir nuevo presidente y todo apunta a una reedición de 2020. De nuevo, Joe Biden contra Donald Trump. Un presidente impopular y cuatro años más anciano que cuando se convirtió en el más viejo de la historia frente a un expresidente volcánico que puso a la democracia más estable del mundo contra las cuerdas. La perspectiva es, para muchos, tan desalentadora como irremediable.
Ryan Clancy está de acuerdo en que la repetición es desalentadora. Pero no irremediable. Él el director estratégico de No Labels, una organización que impulsa programas políticos de centro y de unidad -«de sentido común», apostilla- en un momento de polarización extrema, y que amenaza con algo que nunca ha tenido opciones mínimas en EE.UU. La tercera vía.
«Nuestra estrella polar es lo que el público opina y lo que quiere», asegura Clancy a este periódico. Y lo que desea el votante, según las encuestas, no es un ‘Biden vs. Trump’. Dos tercios de los estadounidenses no quieren la segunda parte de la película de 2020, en una situación que es especialmente grave para Biden (el 51% de los demócratas preferiría a otro candidato, según un sondeo de NBC de esta semana).
No Labels ha ganado mucha atención en las últimas semanas con su proyecto de ‘seguro para las presidenciales 2024‘: han iniciado una campaña para estar en las papeletas de las elecciones del año que viene y, quizá, presentar un candidato alternativo a los nominados de los dos grandes partidos.
Clancy explica que lo harán si se cumplen dos condiciones a estas alturas del año que viene: «La primera, que la gente considere, como hace ahora, que los dos candidatos son muy pobres. La segunda, que crean que habría una candidatura de unidad suficientemente buena como para ganar».
Pobres antecedentes
La idea de la tercera vía, del candidato fuera de los grandes partidos, es casi tan vieja como la democracia estadounidense. Ya en 1832, William Wirt concurrió como candidato del Partido Anti-Masón. Desde entonces, los candidatos independientes o de terceros partidos son una constante en las elecciones presidenciales. También ha sido constante que nunca han estado cerca de ganar. Ni siquiera en el caso de mayor entidad, cuando Theodore Roosevelt, que fue un presidente muy popular, trató de regresar a la Casa Blanca en 1912 con un partido de cuño propio, el progresista. Ganó el 27% de los votos, pero solo obtuvo 88 escaños en el Colegio Electoral -el órgano que elige al presidente, con electores enviados por cada uno de los estados-, cuando se necesita un mínimo de 270. En tiempos más recientes, el caso más notable fue del Ross Perot, en las elecciones de 1992. Llegó a liderar las encuestas en el verano previo a las elecciones, pero se hundió en las urnas. Obtuvo un resultado extraordinario para un candidato independiente (19% de los votos), pero ni un solo asiento en el Colegio Electoral.
La realidad es que la aritmética electoral de EE.UU. se lo pone cuesta arriba a las terceras vías. El sistema que rige es ‘el ganador se lo lleva todo’. Es decir, todos los electores que reparte cada estado se los queda el candidato más votado, aunque gane por una sola papeleta. Con dos grandes partidos presentes en todos los estados y con pocos estados en los que las fuerzas entre ellos están parejas, es misión imposible para un independiente llegar a esos 270 electores.
«Ahora hay una desafección absoluta en política. Y el pesimismo del electorado sobre la economía es mayor que nunca»
Clancy defiende que la situación ahora es distinta. «Ahora hay una desafección absoluta en política, si miras en las encuestas. Y el pesimismo del electorado sobre la economía es mayor que nunca. La gente tiene menos confianza que nunca en que sus hijos vivirán mejor que ellos. El 80% cree que vivirán peor», dice.
Clancy apuntala la idea de que el país está listo para un tercer candidato con los datos de afiliación política. Hace dos décadas, un 31% de los estadounidenses se declaraban independientes, por un 35% de demócratas y un 33% de republicanos, según los datos de Gallup. En su última encuesta, este mismo mes, se ha dado la vuelta a la tortilla: un 49% se declara independiente, frente al 25% de demócratas y otro 25% de republicanos.
Presencia en todo el país
No Labels asegura que va en serio. Su propuesta ha ganado mucha atención y están recaudando y gastando decenas de millones de dólares para tener presencia en las papeletas de todos los estados el año que viene. Este verano publicarán una ‘agenda de sentido común’ en la que establecerán los asuntos que preocupan a la mayoría de los estadounidenses y que se quedan fuera del debate (Clancy habla del precio de la gasolina, de una política migratoria con sentido, del acceso a recetas, de educación de calidad…). En abril del año que viene, celebrarán una convención y, si las cosas siguen como hoy, elegirán un candidato.
Todo esto ha desatado las alarmas en el partido demócrata, donde se piensa que ellos serían la víctima. Porque tan cierto es que los candidatos independientes no ganan elecciones como que ayudan a perderlas. Lo sabe Al Gore, el candidato demócrata que perdió las elecciones en 2000 por 537 votos en Florida. Allí, Ralph Nader, candidato independiente izquierdista, obtuvo 97.000.
«No tenemos por qué aceptar candidatos que los votantes no quieren. Puede parecer ingenuo, pero creemos que otra realidad es posible»
«Cualquiera que apoye a un candidato de tercer partido debe tenerlo claro», escribe Aliza Astrow, analista política senior del grupo Third Way. «Están creando un candidato sin posibilidades de ganar que ayudará a que se elija a Donald Trump». El expresidente republicano tiene un base mucho más leal que la de Biden y le afectará menos.
Clancy, de nuevo, niega esos cálculos. Asegura que el ejemplo de Nader -o más reciente de la candidata verde e izquierdista Jill Stein en la derrota de -Hillary Clinton en 2016- no cuenta, porque son candidatos que no son centristas. Cuando hubo un candidato de ese corte, como Perot, ‘robó’ por igual votos a demócratas y republicanos. Y que ahora los candidatos -Biden y Trump- son percibidos como muy extremos «y eso deja mucho espacio en el medio». ¿Quién puede ser la alternativa? Clancy y No Labels rehusan ofrecer nombres de momento. Eso ocurrirá el año que viene. De momento, insisten en la idea de que «no tenemos por qué aceptar candidatos que los votantes no quieren. Puede parecer ingenuo, pero creemos que otra realidad es posible».