Teníamos razón
Trump ha sido la vacuna que ha generado los anticuerpos y ya tienen en contra a toda la opinión pública
El jueves, a las siete de la mañana, el programa de Federico Jiménez Losantos comenzaba con Rosana Laviada pidiendo perdón a la audiencia por haber apoyado a Trump y por haber sido tan ingenuos, inocentes e ignorantes (sic) como para haberle creído y no haberlo visto venir. Les honra. Ojalá todo el mundo tuviera la valentía para disculparse cuando se equivoca. Ya que estamos, aprovecho para pedir disculpas por no haber visto venir el Brexit, el resultado del 23J y por haberme creído a Ronaldo como presidente del Real Valladolid. Opinar es tirar pelotas a la línea. Y cuando vives así, sucede que alguna se va fuera. No pasa nada, es parte del juego y hay que seguir tirándolas al mismo sitio porque la alternativa, que es dejarlas blandas en mitad de la pista, es la vía más sencilla para la derrota y para la irrelevancia, que es lo peor que se puede decir de un periodista.
En cualquier caso, la realidad es que quien no vio los vínculos de Trump con Putin ni su participación en el golpe al Capitolio es porque no quiso. Los que lo denunciamos no éramos unos melifluos ‘progres’ al servicio de Soros. Tampoco unos genios, la verdad es que estaba demostrado y lo sencillo era verlo. Pero aun ahora, que estamos viéndolo en directo y delante de nuestras narices, hay quien se niega a aceptarlo. Porque cuando la realidad confronta con nuestros delirios, preferimos lo segundo. «Tenemos arte para no morir de la verdad», que decía Nietzsche. Lo mismo sucede con Milei. Y con Vox, claro. No había nada de arriesgado en alertar de los peligros de Vox, esa era una apuesta segura, no solo por la basurilla ideológica y moral que defienden, sino, sobre todo, por sus vínculos con Orban-Putin y con otros intereses más oscuros de los que se han cansado de advertir los que han ido saliendo. Que no son precisamente ‘progres’.
Ya se han caído las caretas. El lío en el que Vox está metido es irresoluble, es evidente al servicio de quiénes están y, por lo tanto, es evidente su posición contraria a los intereses de España, de nuestra seguridad y de la libertad en Europa. En su dinámica de buenos y malos a esos se les suele llamar traidores. Como yo no veo la vida así, solo me parecen unos oportunistas que se han aprovechado de un viento favorable, como en su momento hizo Podemos, su movimiento hermano. Pero los vientos cambian, Trump ha sido la vacuna que ha generado los anticuerpos y ya tienen en contra a toda la opinión pública, que se ha caído del caballo y ha comprobado que no eran esos chavales sin complejos sino un proyecto autoritario, parásito de Putin e incompatible con los principios de la derecha, de la democracia liberal y de la fe católica.
Recuerda a la obstinación de Aznar enfrentándose al país cuando Irak. Solo que Aznar tenía razón. Vox está roto, su espacio en declive –veremos las encuestas– y Abascal superado. Solo queda que el PP se entere de que a esta gente no se la puede meter nunca en ningún gobierno. Y ocupar el espacio de la sensatez antes de que lo haga Sánchez.