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Un candidato único de la derecha le aseguraría la Presidencia en Francia

El 60 por ciento de los electores cree que un nombre de consenso garantizaría el regreso al Palacio del Elíseo de Los Republicanos

Entre un 60 y un 62 % de los franceses piensan que un candidato conservador puede derrotar a Emmanuel Macron y a Marine Le Pen en la próxima elección presidencial, la matriz de todo el sistema político nacional. Se trata de un cambio de tendencia profundo, a juzgar por la persistencia reiterada de los estudios y sondeos de opinión, que coinciden masivamente en sus análisis. Una gran mayoría de franceses están cansados de la pareja Macron-Le Pen, que ya se enfrentaron en el mismo duelo hace cuatro años. El conjunto de los candidatos de izquierda (socialistas, comunistas, ecologistas, extrema izquierda) pesan menos que la extrema derecha; si apareciese un candidato de centro o derecha creíble, podría ganar la batalla por la jefatura del Estado.

Tras su triunfo en las recientes elecciones regionales, Los Republicanos (LR, derecha tradicional, el partido de Nicolas Sarkozy) comienzan a mover peones para intentar encontrar a un candidato de consenso interno.

Cuatro personalidades influyentes, Valérie Pécresse (54 años), Bruno Retailleau (60 años), Hervé Morin (60 años) y Laurent Wauquiez (46 años), aspirantes al liderazgo conservador, han publicado en ‘Le Figaro’, matutino conservador, una tribuna proponiendo la celebración de elecciones primarias para elegir el candidato único del centro derecha. Michel Barnier (70 años), el candidato a la candidatura más conocido internacionalmente, ha propuesto la organización de un «gran sondeo» que permita elegir un candidato único, sin correr el riesgo de enfrentamientos fratricidas que él atribuye a las elecciones primarias.

Xavier Bertrand (56 años), el candidato mejor cotizado en los sondeos, con bastante ventaja sobre sus rivales potenciales, ya anunció su candidatura, en solitario, presentándola como un hecho consumado. Y observa en silencio las maniobras y proposiciones de sus amigos, colegas y rivales potenciales.

La dirección de Los Republicanos, por su parte, toma buena nota de las proposiciones de Michel Barnier, la proposición de unas primarias, y la cotización de Xavier Bertrand en los sondeos.

Por vez primera, desde el fin de la presidencia de Nicolas Sarkozy (2007 – 2012), la derecha y el centro tradicionales, herederos del general de Gaulle, Pompidou, Giscard, Chirac y Sarkozy, comienza a creer en la salida de sus crisis más grave, desde hace décadas, huérfana de un líder capaz de ganar la larga marcha de la elección presidencial.

Se trata, al mismo tiempo, de un cambio generacional y una cierta renovación política, intelectual.

Todos los candidatos a la candidatura conservadora comparten las grandes líneas de una previsible síntesis entre esas corrientes históricas del conservadurismo francés.

La herencia del general de Gaulle sigue siendo la matriz fundacional. De la herencia de Pompidou se asume el proyecto de renovación industrial. De la herencia de Giscard se asumen los grandes proyectos europeos, matizándolos y poniendo coto al europeísmo de nuevo cuño. De la herencia de Chirac se asume la vocación popular, evitando el riesgo del populismo demagógico del difunto presidente. De Sarkozy se asumen la voluntad y la determinación, huyendo como de la peste de la grandilocuencia y líos que fueron la perdición del expresidente perseguido judicialmente.

Todos los aspirantes a la candidatura asumen esas herencias y distancias de fondo y forma. Les queda por aprender la lección más trágica: históricamente, las peleas a tumba abierta entre Giscard y Chirac tuvieron un coste catastrófico para el centro derecha francés. La dirección de Los Republicanos intenta evitar por todos los medios ese riesgo de enfrentamientos fratricidas, siempre latentes.

La dirección de Los Republicanos intenta así imponer un calendario que aplace hasta septiembre u octubre la elección definitiva del candidato de centro derecha que debería enfrentarse a Macron y Le Pen, dentro de diez meses. Detalle altamente significativo: las izquierdas, socialistas, comunistas y populistas viven una crisis sin duda histórica, con una cotización muy modesta o modestísima en todos los sondeos de opinión.

A diez meses de la primera vuelta de esa elección, todo son hipótesis. A la espera de los programas de acción concretos. Por ahora, los aspirantes a la candidatura conservadora barajan estas ideas comunes: Saneamiento de las cuentas públicas y vuelta al trabajo, reforma de un modelo nacional muy burocratizado, y supresión de los despilfarros que gravan el erario público.

 

 

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