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Von der Leyen, sin excusas

Meloni y Von der Leyen unen fuerzas para detener "el negocio criminal de la migración"
                                        URSULA VON DER LEYEN y GIORGIA MELONI

 

Ursula von der Leyen ha sido reelegida como presidenta de la Comisión Europea con una mayoría más robusta que la obtenida en 2019. En esta ocasión han sido 401 votos a favor, superando por mucho los 360 necesarios para revalidar su cargo. La política alemana presidirá la Comisión durante los próximos cinco años gracias a los apoyos de su grupo, el Partido Popular Europeo, los socialdemócratas, los liberales y los verdes, lo que demuestra que la familia europeísta mantiene una salud suficiente y que los consensos trasversales siguen siendo posibles en Europa.

La nueva composición del Parlamento Europeo es claramente más conservadora que en la legislatura anterior. El dominio de los populares, que gobiernan en trece países frente a los cinco de los socialdemócratas, redefine las condiciones de partida. Durante su anterior presidencia, Von der Leyen fue muy criticada dentro de su espectro ideológico por realizar demasiados guiños a la izquierda. El equilibrio parlamentario así lo exigía y las concesiones brindadas, sobre todo en cuestiones de transición ecológica, inspiraron no pocas críticas dentro de su familia política. En esta ocasión, el liderazgo de los populares es mucho más sólido y el giro conservador del Europarlamento le permitirá afrontar los principales desafíos políticos sin excusas. Es de esperar que durante este nuevo ciclo político la presidencia de Von der Leyen dé cuenta del mandato de los electores, para que puedan constatar un rumbo político acorde con la composición de la cámara. En su acción de gobierno no podrá descuidar algunas reivindicaciones razonables de política social, como es la vivienda, y tampoco podrá obviar el ascenso de las fuerzas de derecha radical, distribuidas en un frente triple de desigual intensidad ideológica: de una parte estará Giorgia Meloni, llamada a ser una socia estratégica, y de otra los grupos políticos de Orbán o Vox, con Alternativa por Alemania en el extremo.

La nueva legislatura pasará, necesariamente, por una reelaboración de las políticas de transición ecológica. El descontento expresado en el campo y la Europa rural deberán ser atendidos, y los costes de esta transición deberán amortiguarse con políticas menos agresivas y una planificación más razonable. El pacto sobre la inmigración y el asilo refrendado por el Parlamento Europeo y los gobiernos nacionales en diciembre del año pasado es un acuerdo insuficiente y precario para enfrentar de forma efectiva la que será uno de las cuestiones centrales de las próximas décadas. Asimismo, entre los objetivos que necesariamente tendrán que abordarse durante los próximos cinco años está la reindustrialización de Europa, para evitar que de forma definitiva la productividad del continente caiga con respecto a sus inmediatos competidores.

A nadie se le oculta que la defensa y la seguridad supondrán quizás, el eje central de este mandato, y el cambio de retórica militar en países tan relevantes como Francia y Alemania expresa el momento crítico que vivimos. Europa debe reforzar su posición común y, sobre todo, acompasar su política exterior a una coyuntura en la que la guerra empieza a llamar a la puerta de sus fronteras. El Europarlamento tiene, además, fuerzas a izquierda y derecha que se han mostrado conniventes con Putin, por lo que Von der Leyen también tendrá la encomienda de embridar esa corriente desestabilizadora. No será fácil, pero la recién reelegida presidenta de la Comisión está obligada a aprender de los errores de la legislatura pasada y atender de forma efectiva el mandato que los europeos formularon en las últimas elecciones.

 

 

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