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El odio, el discurso y la derrota

Mi madre se encontraba en Miami, el día que se anunció la muerte de Fidel Castro. Me llamo la noche siguiente, y en medio de las noticias familiares le pregunté cómo había visto la reacción de la comunidad cubana a la muerte de Fidel Alejandro Castro Ruz.

«Aquí en la televisión se han pasado todo el dia mostrando los festejos de la Pequeña Habana por la muerte de Fidel, como si en ellos se les fuera la vida. No entiendo tanto odio a un anciano enfermo y moribundo que ya estaba retirado de la política».

No dije nada, y me olvidé de la conversación. La recordé reflexionando sobre el infame y mendaz discurso de Ernesto Macias, y la discusión que generó en las redes sociales. «Que era un mensaje para Duque».«Que era un mensaje para Santos» «Que era un mensaje para todos» «Que lo escribió fulano, el solo es el mandadero». Desconozco quién lo escribió, y a quién estaba dirigido, pero pronto se me hizo claro, que tenía el mismo motor de los festejos a la muerte de Fidel. El odio.

El odio, la repulsa, el desprecio, la destrucción del enemigo político se ha convertido en el principal argumento de la vida política colombiana. El odio como motor, como venganza y como «castigo». El odio, que ignora las circunstancias de modo, tiempo y lugar. Como guardar respeto cuando alguien muere: al final sabemos que el olvido al que esta condenado en el tiempo sera muy superior a la rabia que hoy sentimos. O como el odio de Ernesto Macías al gobierno saliente,le hizo olvidar quien era y las circunstancias de modo, tiempo y lugar del momento: De modo, porque no hablo el presidente del congreso, el representante elegido de todos ellos, sino un líder en un agitado debate congresional.  De tiempo, porque no era el día ni la hora para hablar del legado de Santos. Ni el lugar. Porque enfrente tenía a representantes de gobiernos extranjeros que venían a honrar y reconocer al presidente que se posesionaba.

El odio. El odio y el resentimiento como herramienta política. Aquí y en muchas partes. Había un mensaje para alguien y este se sabrá aludido. El odio como justificación: habrá quien diga en un futuro que era un discurso válido porque «era la verdad». Si bien la verdad puede no cambiar, no necesariamente puede ser escuchada si no se tiene el momento oportuno.

El odio, si, pero también la derrota. Al final los cubanos de Miami, o los partidarios de Macias se saben vencidos. No tienen mas que el odio. Los exiliados de Miami saben que Fidel se murió de viejo en su cama, y ellos abandonaron su país, derrotados y fracasados todos los intentos para sacarlo. Macias (o el que escribió su discurso)  lo saben. El odio al final es su derrota. Fidel ganó. Santos ganó. Saben que el juicio de la historia será mas benévolo con estos líderes que con todos ellos, destinados  con su odio a las alcantarillas de la historia.
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