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La República de Cuba cumple 117 años

La República de Cuba instituida el 20 de mayo de 1902 no es obra de la casualidad, ni fue “seudo república” hasta el 1ro de enero de 1959, como dicen quienes pretenden rescribir la historia de la isla

LAS TUNAS, Cuba. – Cuba parece vieja, cual joven odalisca manoseada, pero no lo es. Cuba todavía es joven. Jovencísima, diría yo. Cuentan que, a las 11 y 35 de la mañana del 20 de mayo de 1902, hoy hace 117 años, llegó un maestro de escuela, Tomás Estrada Palma, el presidente electo, al Palacio que había sido de capitanes generales y, al sonar la primera campanada de las doce, el general Leonardo Wood comenzó su discurso concluyendo: “Por la presente declaro que la ocupación de Cuba por los Estados Unidos, y el gobierno militar de la isla, han terminado”.

En la azotea estaba un ayudante del general Wood, alguien le hizo la señal convenida y comenzó a arriar la bandera de los Estados Unidos, minuto después ondeaba allí la bandera cubana. Dicen que desde el Morro el teniente Edward A. Steward miraba con sus binoculares de campaña la azotea de Palacio y repitió la operación, y así, en otras fortalezas, en otros edificios, en toda Cuba. Luego, Estrada Palma y sus secretarios juraron sus cargos, y el generalísimo Máximo Gómez Báez, abrazando a José Miguel Gómez, dijo: “Creo que hemos llegado”.

¡Mentira! ¡Pobre generalísimo Gómez Báez! ¡No habíamos llegado! ¡Todavía no hemos llegado a donde debemos llegar! Pero con todo y sus entuertos, el 20 de mayo de 1902 es un día de gloria para los cubanos, ¡ese día nació la República de Cuba!

Y, en honor a la verdad, tan parco él, tan ahorrativo en encomios, dicen que Gómez dijo, “creo”. Y se ajusta ese dilema al soldado, al agricultor, oficios bien conocidos por el viejo Máximo, enterado de que no hay victoria ni cosecha que valgan llamarse triunfo, agosto, si unas no vienen seguidas de otras, porque entonces serían mera casualidad y no creación.

Pero la República de Cuba instituida el 20 de mayo de 1902 no es obra de la casualidad, ni fue “seudo república” hasta el 1ro de enero de 1959, como dicen quienes pretenden reescribir la historia de Cuba a partir de esa fecha. No es útil patear burros muertos, pero sí es ineludible recordar a algunos hechos, preguntándonos:

Luego del alzamiento el 10 de octubre de 1868, llevando a cuestas nuestros mayores 30 años de sangre y fuego contra el colonialismo español, que fue modernizando sus fuerzas armadas al calor de la contienda, ¿cómo llegaron los cubanos a la República el 20 de mayo de 1902?

Gerardo Castellano en su Panorama Histórico, dice: La Isla quedaba “convertida en mísero hospital. Hambre por doquier, moribundo en los hogares y en las instituciones públicas. Miles de ancianos, mujeres y niños ambulando enfermos, tísicos, sin ropa ni comida, por las calles de todas las ciudades. Los campos yermos; arrasada la agricultura; agonizante el comercio. En completa catástrofe económica el erario público. Sin vida municipal. Sin instrucción pública; sin correos; almoneda los tribunales de justicia; paralizadas las industrias. En correos no quedó ni un sello: en las aduanas ni un centavo…”

Martínez Ortiz, a quien Herminio Portell Vilá llamó “el historiador clásico de esta época terrible”, dice que al cese de la soberanía española “el país quedaba arrasado; la riqueza pública había sido totalmente destruida. Imposible era creer que pudiera tamaño estrago repararse en pocos años. Los sitios de labranza y las plantaciones de caña, fuentes principales de la vida de la población, habían desaparecido por completo. Por leguas y por leguas nada percibíase cultivado, y entre el verdor monótono de los herbazales, sólo sobresalían a trechos los restos ahumados de los ingenios y de las casas incendiadas, únicos y mudos testigos de la desolación y del desastre”.

Pero luego de unos cuarenta años de vida republicana, apreciando el extraordinario progreso que en la Isla ya se iba logrando, otro historiador, Ramiro Guerra, dijo: “Elocuentemente proclaman que Cuba es una comunidad laboriosa, la más laboriosa de América, una de las más laboriosas del mundo. Es el trabajo, es la labor tenaz, infatigable, del agricultor cubano, la base de nuestra producción, no una naturaleza excepcionalmente generosa. Y digo del esfuerzo cubano, porque el noventa y seis por ciento de nuestra producción es puramente agrícola; y los censos nos dicen que la población extranjera se acumula en las ciudades para traficar, que son los nativos los que, en abrumadora mayoría, habitan los campos y tienen en ellos ocupaciones lucrativas. La leyenda de nuestra pereza es hoy una calumnia histórica; la virtud del trabajo impera en nuestro pueblo”.

Pero esa “virtud del trabajo” a decir del historiador Ramiro Guerra, tenía un sostén moral, ético, pedagógico. Si la República había nacido el 20 de mayo de 1902, ya tan temprano como el 1ro de octubre del propio año 1902, el más preclaro de los pedagogos cubanos, el doctor Enrique José Varona, prologaba Principios de moral e instrucción cívica, obra escrita por Rafael Montoro y adaptada a la enseñanza por el doctor Carlos de la Torre y Huerta, en la que Varona nos mostraba el sendero del porvenir diciendo:

“Enriquecer la inteligencia es bueno, es útil, es indispensable. También lo es fortalecer el cuerpo, adiestrar la mano y aguzar los sentidos. Pero hecho todo eso, aún queda lo mejor por hacer: conformar suavemente el corazón, dirigir con tino la conducta, templar el carácter. Esta es la obra que demandamos a nuestros maestros; ésta es la que exige imperiosamente la salud de nuestra patria, en los críticos momentos en que trata de restaurar sus fuerzas, para conquistar un porvenir más venturoso”.

Y es que decía Varona acerca del joven: “Bien disciplinado moralmente, nada menos dificultoso que adaptarlo a las funciones cívicas”.

A los que hablan de… “seudo república” refiriéndose a la República de Cuba nacida el 20 de mayo de 1902, víspera del séptimo aniversario de la muerte de José Martí en Dos Ríos, tenemos que recordarles algunas cifras demográficas:

En el censo de 1899 la población cubana era de 1.572.792 personas, pero apenas en 20 años, esa población se duplicó, siendo en 1919 de 2.889.004 habitantes, duplicándose otra vez 34 años más tarde, cuando en 1953 llega a la cifra de 5.829.029 personas. Hoy Cuba es una nación envejecida; sus mujeres y sus hombres carecen del estímulo indispensable a la hora de la procreación: la libertad.

Pero ya lo dijo Martí: “La libertad debiera ya tener su arquitectura. Padece, por no tenerla”.

Y a los cubanos sólo nos resta decir: Ya es hora, hoy es un buen día para comenzar: proyectemos las libertades de la República de Cuba, las inconclusas y las que están por venir.

 

 

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