La migración cubana retoma su ruta a EE UU desde Costa Rica
El vuelo de prueba para saltarse Nicaragua y su rechazo contra casi 8.000 migrantes cubanos llegó a suelo salvadoreño en la madrugada para encauzar a los viajeros por la ruta terrestre que les permita beneficiarse de una ley estadounidense especial para quienes abandonen Cuba.
Después de más de dos meses encallados en suelo tico, por fin retomaron su rumbo norte, aunque este primer grupo iba como prueba de la logística coordinada entre varios países de la región y de la seguridad o la falta de esta que depare el tránsito a través de México.
El plan de viaje desde Costa Rica incluía la salida por vía aérea desde el aeropuerto de la ciudad de Liberia (norte) y el cruce en autobús por El Salvador y Guatemala hasta Tapachula, la puerta sureña de entrada a suelo mexicano. El plan coordinado con supervisión de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) prevé que una vez en territorio de México, los migrantes cubanos tendrán 20 días para alcanzar suelo estadounidense, donde la Ley de Ajuste Cubano concede residencia a los cubanos que ingresen por tierra.
Tiene que ser por tierra. Por eso los 180 cubanos aterrizaron en San Salvador y de inmediato abordaron autobuses a través de suelo salvadoreño y guatemalteco. Pasar México será otra odisea, especulaban el martes algunos temerosos de la violencia y los robos. Las autoridades costarricenses subrayaron que su responsabilidad es garantizarles un paso seguro por Centroamérica, no necesariamente el arribo a Estados Unidos, aunque en México tendrán un visado temporal que les permitiría ir por rutas abiertas sin necesidad de escondites ni coyotes.
También les entregan un pequeño folleto con recomendaciones y números de teléfono de servicios de transporte y emergencia en México, y los deseos de buena suerte. “Hubiéramos querido que el corredor humanitario llegara hasta Estado Unidos, pero esto es lo que tenemos y agradecidos estamos con Costa Rica”, contestó un pasajero que prefirió reservar su nombre porque en Cuba quedó su esposa “y es mejor evitarle algún problema”.
Los viajeros iban cautos, pero animados. Al fin reanudaban su camino hacia el sueño americano y, si todo salía bien, empezarían a programarse 28 vuelos semejantes hacia El Salvador para los miles de cubanos que han protagonizado la mayor crisis migratoria en Costa Rica desde los años ochenta.
El Gobierno tico debió abrir 38 albergues y destinar más de un millón de dólares para dar atención humanitaria, mientras buscaba una solución política regional para esta población migrante rechazada por Nicaragua. Pasaron varias semanas y reuniones con autoridades de todos los países de tránsito y con Ecuador, cuyo territorio ha servido de plataforma para la travesía continental porque había levantado el visado a los cubanos en 2012. Miles habían salido de Cuba por esta ruta con ayuda de coyotes, ilegalmente, hasta que en noviembre cayó uno de estos grupos de tráfico de personas, lo que llevó a Costa Rica a intentar regularizar el flujo, topando con la renuencia de Nicaragua para dejarlos pasar con el argumento de que era una acción irresponsable y una amenaza contra su soberanía. Para los migrantes, la interpretación es sencilla: la amistad de Managua con La Habana.
Por eso el vuelo de esta madrugada, para saltarse el territorio nicaragüense y continuar hacia el norte. Ninguno pensaba en volver a Cuba; Costa Rica prepara la deportación de solo 40 que no se regularizaron a tiempo. Miles están en espera del éxito de este primer grupo, aunque otros cientos no esperaron tanto e insistieron con coyotes atravesando Nicaragua; algunos fueron devueltos y otros ya están en Estados Unidos. Así ha ido esta crisis: un tanteo entre lo humanitario y lo legal, entre las urgencias del emigrante y las trabas oficiales, entre los recovecos de Ecuador a Estados Unidos.
Unos pocos no tocaron Ecuador, pero también son parte de los casi 8.000 migrantes. Salieron por Trinidad y Tobago en lancha hasta Venezuela, de donde cruzaron a Colombia y a través de la ruta centroamericana por Panamá, Costa Rica y ahora El Salvador, Guatemala y México. “Yo me había ido a Santa Lucía a buscar trabajo en marzo, pero fracasé y tomé el avión de vuelta a Cuba, pero hizo escala en Trinidad y Tobago y ahí hablé con otros cubanos y mira, me quedé allí trabajando como masajista, pensando siempre en irme algún día a Estados Unidos”, contó Michel Águila en el albergue donde estuvo dos meses en La Cruz, el pueblo a 20 kilómetros de la frontera con Nicaragua que acogió con empatía a los migrantes y que este martes ha empezado a despedirse de ellos.