A Edmundo lo llaman “Cucho”, es tigrero y del Real Madrid
Dos amigos y una hija del candidato de la oposición narran detalles de la vida de González Urrutia
En 1965 la democracia venezolana luchaba por consolidarse. Raúl Leoni había recibido el año anterior la banda presidencial de su compañero de partido Rómulo Betancourt y la guerrilla financiada por Fidel Castro intentaba desestabilizar el país. Copei había roto el Pacto de Puntofijo y se había declarado en oposición, mientras Leoni había llamado a un gobierno de “Amplia Base”, formado por la coalición de los partidos Acción Democrática, Unión Republicana Democrática (URD) y Frente Nacional Democrático (FND).
En La Victoria, estado Aragua, estaba la casa de los González Urrutia. Edmundo a quien llaman “Cucho” era el menor de tres hermanos (una hembra y otro varón), había egresado del liceo José Félix Ribas, y estudiado primaria en el Grupo Escolar Rubén Darío, ambos dependientes del Estado, donde su mamá, Hilda -una hermosa mujer nacida en Coro, que en sus años juveniles fue electa Miss La Victoria- y una tía, trabajaban como maestras.
Su madre, quien fuera Miss La Victoria:
Su padre. Alfredo González Blank
Desde la calurosa población aragüeña soñaba con ser diplomático. “¿Tú quieres estudiar eso, que es una profesión para gente rica?”, le espetó su padre, Alfredo, quien falleció al año siguiente. Aquello era un recordatorio de su procedencia humilde, pero Cucho sabía lo que quería.
Ese año de 1965 Edmundo se vino a Caracas a perseguir su sueño e ingresó a la Universidad Central de Venezuela (UCV).
“La Cancillería quiso profesionalizar la carrera diplomática y para poder entrar había que pasar un examen bastante complicado y todas las materias que se necesitaban saber era precisamente las que impartía la escuela de Estudios Internacionales”, recuerda Imelda Cisneros, quien estudió toda la carrera con Edmundo González y aún mantiene cercana amistad.
“Allí lo conozco. Rápidamente formamos un grupo de 5 personas que fuimos íntimos amigos y que estudiamos juntos toda la carrera”, agrega y recuerda que el hoy candidato presidencial era excelente compañero de estudio, una persona muy disciplinada, sosegada, apacible y serena. Siempre fue así”, recuerda Cisneros.
Eran momentos complicados en el país, pero particularmente en la UCV. Donde grupos de izquierda radical influidos por el comunismo cubano, generaban zozobra y Edmundo inició sus pasos como dirigente estudiantil.
De esas luchas lo conoce Sadio Garavini, también embajador retirado. “Él estaba en tercer año de la carrera y yo en el primero, a pesar que tenemos la misma edad, porque yo venía de Italia donde para egresar de bachillerato había que estudiar más años”, explica.
Aquellos años fueron intensos, la música de los Beatles maravillaba al mundo, Castro se hacía popular al retar a los EEUU y estalla en 1968 el llamado “mayo francés” una cadena de protestas estudiantiles contra el capitalismo y el autoritarismo, que tuvo impacto mundial.
Aquel terremoto juvenil tuvo su réplica en la UCV, con la llamada “Renovación Académica”, un movimiento de reforma que buscaba trasformar la estructura de esta casa de estudios, considerada burocrática y obsoleta. Entonces, se daban grandes debates en su seno sobre cómo debería ser la Universidad. “Coincidimos en la Renovación”, recuerda Garavini acerca de Edmundo González.
“Fueron épocas muy difíciles. Él participó activamente en la política en la UCV. Había enfrentamientos muy serios con la guerrilla de izquierda. Tenías que tener muy clara tu convicción y claridad doctrinaria para participar activamente en política, y allí estaba Edmundo, quien siempre fue de tendencia socialcristiana”, apunta Imelda Cisneros.
El lauro
En estos sobresaltos transcurre la vida de Edmundo González, hasta que corona su esfuerzo y se gradúa en 1970, el mismo año que el campocorto aragüeño David Concepción, su ídolo deportivo, debuta en las Grandes Ligas.
Sadio Garavini recuerda que al año siguiente González Urrutia concursó para intentar ingresar a la carrera diplomática en el Ministerio de Relaciones Exteriores y fue quien obtuvo el mejor puntaje de ese grupo.
Inició entonces un largo tránsito por diversos cargos en el servicio interno y exterior de la Cancillería que lo llevaron a ser, durante el segundo gobierno de Rafael Caldera, director de Política Internacional, el tercer cargo de mayor importancia en la Cancillería.
“Es un hombre con muy buena preparación, con experiencia en varias embajadas. Tiene el carácter adecuado, el hombre moderado, equilibrado, tranquilo. No lo vas ver nunca gritando”, dice Garavini y añade que su formación como negociador, propia del mundo diplomático, es una de sus fortalezas ante los retos que se le avecinan.
El corazón de Cucho
Pero en los espacios de la UCV, Edmundo no solo encontró formación, también el amor hizo de las suyas y conoció a Mercedes López, quien estudiaba odontología. Ella es su actual esposa, y acaban de cumplir 51 años de casados.
Producto de esa unión nacieron Mariana y Carolina, quienes al ser hijas de un diplomático no podían establecer una residencia permanente debido a las misiones que le asignaban a su padre.
“Estuvimos en muchos colegios, porque lo rotaban cada 3 o 4 años, y él siempre dijo que deseaba que creciéramos como profesionales y egresáramos de una universidad venezolana. Entonces, cuando ya estábamos en edad de universidad, a él lo mandan como embajador en Argentina, y mi hermana y yo nos quedamos solas en Caracas para cumplir su deseo y el nuestro. Las dos somos egresadas de la Católica, ella como educadora y yo como abogada”, narró Carolina desde España, hoy con 44 años de edad, mientras Mariana tiene 47.
Explica que ese deseo de Edmundo González era porque consideraba que ellas debían servir a Venezuela y no desligarse del país.
Carolina, quien colaboró para esta semblanza, comenta que su padre es católico, por lo que va todos los domingos a misa con su mamá.
Tiene preferencia por la música clásica, disfruta ver todos los deportes, el tenis, el fútbol y especialmente el beisbol, sobre todo si está jugando el equipo de sus amores, los Tigres de Aragua. Todos en la casa de los González López son fanáticos del Real Madrid en la liga española.
El embajador baila y es considerado el chistoso de la familia. De vez en cuando le gusta tomarse un vino o un whisky, sin excesos, pero la comida es otra cosa. Disfruta mucho los platos internacionales, de los que es conocedor por haber vivido en tantos países, pero según Carolina, su mejor plan para comer, es una parrilla con toda la familia unida en la casa de Mariana.
Su gusto por la comida no se queda en la mesa. También tiene habilidad en la cocina. Así que es él quien hace las arepas en la mañana, la que acompaña con un infaltable jugo de lechosa con naranjas, las cual exprime con un utensilio de metal que su hija cree que es más antiguo que ella.
Edmundo de vez en cuando toma su vehículo, y se va a La Victoria a pasar el día con sus amigos de infancia, quienes aún lo llaman Cucho. En el viaje hace una parada obligatoria en un sitio de esa población aragüeña para surtirse de conservas dulces.
Según su hija, el embajador es un hombre muy tranquilo y la rectitud en la familia era impuesta a través de los consejos. “Así como lo ves hablando con calma, así nos educó a nosotras”, asegura Carolina.
Mercedes, su esposa, nunca pudo ejercer su profesión de odontóloga por acompañar a Edmundo en sus destinos diplomáticos. Ellos hacen una pareja inseparable. “Son muy compenetrados, pero muy polos puestos, así como mi papá es el más diplomático del mundo, mi mamá es todo lo contrario, la de las respuestas rápidas y la que pide las cosas para ya”, comenta la hija.
Fue precisamente Mercedes un aval imprescindible para que Edmundo aceptara la candidatura presidencial.
Edmundo González Urrutia tiene cuatro nietos, dos niñas de 6 años y una de 3 años, y el varón de 7 años, al que le encanta ir a ver en sus partidos de fútbol.
“Como abuelo es irreconocible, es un consentidor, alcahueta y sobreprotector. Sueña con verlos crecer juntos en una Venezuela de oportunidades como él creció”, comenta Carolina González López.
Edmundo González Urrutia, es diplomático y candidato presidencial, pero para los niños y sus amigos de La Victoria, es sencillamente “Cucho”.