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Carlos Saura, siempre detrás de su cámara y delante de sus siglos

El director ha sido nuestro Clint Eastwood, nuestro Woody Allen y casi, casi, nuestro Manoel de Oliveira

Carlos Saura ha sido nuestro Clint Eastwood, nuestro Woody Allen y casi, casi, nuestro Manoel de Oliveira, y no porque su estilo o su universo se parezcan al de estos otros cineastas, sino por la firmeza con la que se ha agarrado a su cámara durante ¡ocho décadas de dos siglos! Saura hizo cine en los años cincuenta (el mediometraje ‘La tarde del domingo’, 1957, y el documental ‘Cuenca’, 1958), en los sesenta, setenta…, hasta sus últimos y recientes títulos, ‘El rey de todo el mundo’ y ‘Rosa Rosae. La guerra civil’, en 2021, y ‘Las paredes hablan’, en 2022. Hacer películas a cualquier edad es algo de mucho mérito; hacer cualquier cosa a los noventa años es digno de admiración; pero, hacer cualquier película, corta, larga, buena, mala, a los noventa es algo milagroso y que convierte en extraordinario a quien lo logra.

Hay que decir que Carlos Saura ya era extraordinario mucho antes de sus últimas películas; en realidad, consiguió serlo desde las primeras, ‘Los golfos’, ‘Llanto por un bandido’ y muy especialmente ‘La caza’, una de sus obras maestras y título seminal de una larga filmografía llena de texto, contexto y peso alegórico. En un cineasta tan de largo recorrido como Saura es natural que su curiosidad artística atraviese ‘etapas’ y se manifiesten en su cine con total claridad: en Saura, meridiana. La tuvo abstracta, semioculta tras la gabardina de la metáfora para sortear la censura y con dos aliados perfectos, el productor Elías Querejeta y el director de fotografía Luis Cuadrado (luego con Teo Escamilla) y con títulos que asombraron al mundo, especialmente al de fuera, como ‘Peppermint frappé’, ‘Ana y los lobos’, ‘La prima Angélica’, ‘Cría cuervos’… Tiene con mucho acento su etapa musical, aliado con Antonio Gades, en ‘Bodas de sangre’, ‘Carmen’ y ‘El amor brujo’…

Y tiene sus momentos tragicómicos, con ‘Mamá cumple cien años’ o ‘¡Ay, Carmela!’, y místicos (‘La noche oscura’ o ‘El Dorado’), y quinquis (‘Deprisa, deprisa’ o ¡Dispara!’, y más musicales aún, con ‘Sevillanas’, ‘Flamenco’, ‘Tango’, ‘Fados’ en equipo con Vittorio Storaro. Aún se podría desmenuzar más su itinerario y sus etapas, con un cine ‘baturro’ y el espejo en Buñuel y Goya o con un cine reflexivo de lo social del presente y lo nostálgico del pasado, pero lo que se hace claro justo hoy de Saura es que es un cineasta grande entre los grandes de la historia del cine español y que ese será para siempre su futuro.

 

 

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