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El último secreto de Leonardo da Vinci

Revolucionó la pintura, la ingeniería, la medicina, la ciencia… Leonardo da Vinci es probablemente el genio más fascinante de la historia. Ahora que se cumplen 500 años de su muerte, un nuevo hallazgo podría llevar a la revisión de buena parte de su legado.

 

 Leonardo Da Vinci, el hombre detrás del genio

En la Galería de los Uffizi de Florencia, un hombre espera a la Policía una mañana de enero de 2019. Sostiene un maletín de aluminio con cierre de seguridad. En su interior guarda solo una hoja, con el número de inventario 8P. un dibujo a pluma de Leonardo da Vinci. Es el más antiguo del maestro, la primera representación paisajística pura del arte italiano, creada hace 546 años. Una joya.

El hombre del maletín es un restaurador de la galería de los Uffizi. Al cabo de unos minutos llegan dos agentes vestidos de civil y lo acompañan hasta un coche sin indicativos ni luces que los conduce a una fortaleza de Florencia. Allí se encuentra un instituto dedicado al análisis de obras de arte, uno de los mejores del mundo.

Leonardo da vinci, Landscape drawing for Santa Maria della Neve on 5th August 1473

Primera representación paisajística pura del arte italiano

El dibujo de Leonardo sigue planteando preguntas que al museo le gustaría responder: el papel, la tinta, los trazos, las letras que cubren ambas caras… Los investigadores del centro van a hacer visible cada una de sus moléculas con ayuda de las técnicas más modernas. Una vez concluido el trabajo, la lámina emprenderá viaje hacia Vinci, la comarca donde creció Leonardo. Allí será expuesta al público. Los expertos confían en que la investigación aporte respuestas nuevas a una pregunta clave: quién fue Leonardo da Vinci.

 Leonardo da Vinci, pintor naturalista (Ver galería)

La lámina 8P de los Uffizi muestra su Toscana natal. El artista usó pluma y tinta de color sepia. En el margen superior anotó una fecha. 5 de agosto de 1473; entonces Leonardo tenía 21 años. Esta datación de su puño y letra es poco habitual, aquella hoja debió de ser importante para él.
La pintura de paisajes no era habitual en el siglo XV. La representación de la naturaleza solo era una excusa para decorar el fondo de cuadros con escenas bíblicas. Sin embargo, Leonardo en su lámina 8P habla de «la belleza natural del mundo».

Experiencia y observación

Leonardo quiso verlo todo de una forma nueva, percibirlo con sus propios ojos. Una y otra vez insistió en la importancia de la experiencia, de la observación. Al principio solo quería saber cómo podía pintar las cosas de una forma natural: el color del aire, la forma de las plantas, las montañas… Luego, «si el movimiento del viento es curvo, siguiendo la curvatura de la esfera del agua, o bien recto».

El Leonardo siempre ávido de conocimientos no temía ir a los hospitales de Florencia, Milán o Roma para diseccionar cadáveres. Estudiaba los cuerpos de ancianos, de embarazadas, de fetos… Realizó más de 30 autopsias, tal y como él mismo dejó escrito. Empleaba una sierra de dientes finos para los huesos. También menciona lo aterrador que podía resultar «pasar las noches en la compañía de cadáveres descuartizados, despellejados, horribles de ver». Rociaba con cera los ventrículos cerebrales, quería ver cómo estaban hechos, quería entenderlos.

 Leonardo da Vinci, dibujos de anatomía (Ver galería)

Todo esto le parecía necesario porque buscaba pruebas para las complejas teorías que iba desarrollando. Esto lo certifican sus dibujos científicos. El pintor llenaba hojas y hojas con su escritura especular y las completaba con bocetos. A veces -da la sensación de que se ponía deberes a sí mismo- describe «cómo se condensan las nubes y cómo se dispersan», describe «la mandíbula de un cocodrilo» o «el viento».

leonardo da Vinci dibujos anatomia

Leonardo no fue el primero que soñó con ver volar al ser humano, pero sí fue el que más lejos llevó su sueño. Su cabeza no paraba, no dejaba de bosquejar nuevas ideas; entre ellas, un tornillo aéreo que parece anticiparse al helicóptero y un paracaídas que recuerda a la anatomía de un animal.

En sus escritos también aparecen referencias a su vida cotidiana. Anotaba, por ejemplo, que le tocaba «poner suelas a las botas» o dónde escondía sus monedas, 17 dobles ducados: «En papel blanco en la esquina opuesta sobre el anillo de hierro». En este día a día lo acompañó desde 1490 su aprendiz Salai, quien se cree fue el amor de su vida; cuestión que no impidió al artista dejar bien claro en sus notas que Salai le sisaba dinero.

Cada biógrafo interpreta estos fragmentos privados de forma diferente. Casi parece que haya más Leonardos que cuadros del genio. Los expertos discuten si se le pueden atribuir 15, 18 o 19 obras. Lo que sí se puede certificar es que su pasión lo llevó más alto que cualquiera de sus artilugios voladores.

Bastardo y sin estudios

Leonardo vino al mundo cerca de Vinci el 15 de abril de 1452. Hijo ilegítimo, creció con los padres de su padre. No se sabe mucho de esos primeros años. No está claro si su progenitor, Piero -un prestigioso notario en Florencia-, lo puso de aprendiz en el taller de un artista en vez de mandarlo a la universidad por su origen bastardo. Leonardo se describiría a sí mismo como un hombre sin estudios, sin «educación latina».

En algún momento de la infancia dejó Vinci. El futuro pintor se marchó a Florencia porque quería aprender a mezclar los colores, a elaborar la cola -con huesos de animales y espinas de pescado- y a abrirse camino en el mundo del arte.

Fue acusado de pagar a un hombre para practicar el «ignominioso pecado» de la sodomía

Florencia era una república ambiciosa, llena de elegancia y brutalidad, una de las principales capitales del mundo. En 1479, Leonardo hizo un boceto de un hombre colgado de una soga, ejecutado por conspirar contra la poderosa familia Médici. Leonardo vivió durante mucho tiempo en la casa del que había sido su maestro, Andrea del Verrocchio. Al menos allí vivía todavía cuando, con 24 años, su nombre aparece en un acta judicial. Precisamente, una denuncia anónima es uno de los pocos documentos conservados sobre su vida privada en aquellos días. Fue depositada en el ‘agujero’, un buzón que cualquier ciudadano podía usar para plantear acusaciones. Leonardo y otros tres hombres fueron acusados de haber pagado a un tal Jacopo para practicar el «ignominioso pecado» de la sodomía.

Un joven poco fiable

Aquel episodio no debió de suponerle especiales inconvenientes. Su padre lo ayudó a conseguir encargos, pero o no los empezaba o los dejaba a medias. Pronto se lo empezó a ver como una persona poco fiable.

The Adoration Of The Magi (After Restoration)

Adoración de los Magos, de Leonardo da Vinci

 

Para el público actual, quizá sea una suerte que no llegara a terminar la Adoración de los Magos, que le encargaron los monjes agustinos en 1481. Eso permite ahora que, en los Uffizi, con la tabla delante, a uno no le cueste imaginarse a Leonardo en plena tarea. Todas las pinceladas parecen frescas, como recién trazadas. Gracias a lo que con el tiempo se convertiría en su sello de identidad, hace surgir un mundo vivo y palpitante.

 Leonardo da Vinci, el genio de los detalles (ver galería)

Varios pintores de la ciudad fueron llamados a Roma por el Papa, pero Leonardo no. A comienzos de 1480 se trasladó por su cuenta a Milán, a los dominios del duque Ludovico Sforza. Poco se sabe de sus primeros años en la ciudad ni de qué vivía. Solo que al final consiguió entrar en el entorno de los Sforza y que allí, en la cercanía del déspota, pudo ser él mismo. Pocos años más tarde ya se comentaba que ese hombre de la Toscana estaba «adornado con todas las capacidades».

El hombre espectáculo

Sus dibujos de armas y sus conocimientos sobre los caballos debieron de ser muy bienvenidos en la corte de los Sforza. También daba consejos sobre temas arquitectónicos, aunque es probable que sus patronos llegaran a apreciarlo sobre todo por su talento para organizar grandes fiestas. Leonardo demostró una inventiva extraordinaria. Construyó multitud de aparatos destinados a entretener a los invitados; entre ellos, un caballero de metal que se movía con poleas.

• Leonardo da Vinci, dibujos de artilugios de guerra (Ver galería)

Poco a poco, Leonardo fue convirtiéndose en un sabio respetado. Redactaba escritos, sobre pintura, pesas, anatomía…, y creó la hoy tan famosa representación del Hombre de Vitruvio. Hacía de todo, menos arte en el sentido clásico. O, bueno, más bien hacía bien poco. Inició pocos cuadros, pero lo poco que dejó fue excepcional. Por ejemplo, en su retrato de una amante de Ludovico Sforza dotó a la dama de una impactante presencia y, lo que resulta más llamativo, de una enorme naturalidad. En sus brazos sostiene un armiño que rebosa vida.

En una de las paredes del convento dominico contiguo a la iglesia Santa Maria delle Grazzie empezó a pintar La última cena. Eligió representar el momento en que Jesucristo anuncia que será traicionado por un discípulo. A Judas no lo sitúa, como era lo habitual, fuera del grupo de los apóstoles, en la otra punta de la mesa, sino que lo coloca entre los demás, toda una novedad, como si quisiera sugerir que cualquiera podía ser el traidor.

Aquel fresco generó muchos comentarios, pero a Ludovico Sforza lo que le molestaba era que su artista apenas aparecía por el monasterio. El duque exigió al florentino que pintara más rápido; si no, se lo «animaría» a hacerlo.

Mercenario del arte

En el año 1500, la época de Ludovico llegó a su fin con la caída de Milán en manos francesas. Entonces, Leonardo se convirtió en un artista itinerante, que ofrecía sus servicios al mejor postor. Trabajó como ingeniero para otro tirano, César Borgia, hijo del Papa Alejandro VI. Más tarde se ofreció en balde al sultán de Constantinopla, que quería llevar a cabo un amplio programa constructivo que incluía desde molinos de viento hasta un gran puente sobre el Bósforo. Finalmente lo contrató el Gobierno florentino para desviar el curso del Arno y dejar sin agua a Pisa. El proyecto no llegó a ejecutarse.

Triunfó en la corte de Milán amenizando fiestas con inventos como un caballero movido por poleas

Leonardo se quedó algunos años en Florencia. Pintó poco y estudió mucho. Al cabo de un tiempo regresó a Milán y en 1513, con 61 años, marchó a Roma, donde se le permitió residir en el Vaticano. Pero Leonardo nunca encajó allí. Un ayudante, fabricante de espejos, lo acusó ante la Curia de diseccionar cadáveres, algo contrario a la ley de Dios. Leonardo se mostró indignado por «las infamias». Además, allí las verdaderas estrellas eran otros. Miguel Ángel, 23 años más joven, había terminado un año antes la decoración del techo de la Capilla Sixtina. Él y el aún más joven Rafael se llevaban los mejores contratos.

En 1516 falleció Juliano II de Médicis, hermano del Papa León X y gran benefactor de Leonardo. Para el artista debió de ser una bendición que el rey francés Francisco I se lo llevara a su país. Allí esbozó sus ideas para todo tipo de máquinas y volvió a amenizar fiestas palaciegas.

Repensar las máquinas

El florentino fue el primero en no concebir la máquina como una unidad acabada, sino como algo que se podía descomponer en elementos: palanca, tornillo, rodamientos… Así, de esta forma tan sencilla, transformó la manera de pensar.

Con sus dibujos documentó aparatos que ya existían. Copió varias veces, por ejemplo, un carruaje que aparecía en un tratado militar. Y también ideó artilugios nuevos. Entre ellos, un dispositivo para respirar bajo el agua o máquinas para perforar túneles en la roca. Todo lo que hizo, también sus representaciones anatómicas, supone un salto cuántico en comparación con lo que había en su época. Para los médicos de comienzos del XVI, el cuerpo humano era un misterio y tampoco tenían especial interés en saber cómo funcionaba. Pero Leonardo estudió el interior sanguinolento del organismo y lo analizó como si fuera una máquina descomponible en piezas. Él no veía cuerpos, veía piel, músculos, huesos, órganos… Y los dibujaba de forma que parecían todavía calientes.

Estudió el interior del organismo y lo analizó como si fuera una máquina que se compone de piezas

Incluso sus errores muestran lo muy por delante que iba de sus contemporáneos. ¿Por qué dibujó un feto humano en la placenta de un animal? No se sabe, pero el feto es de un realismo desconcertante. Pasaron siglos antes de que otros científicos supieran tanto como él.

Leonardo quiso llegar a nuevos principios a partir de sus experimentos, no de las afirmaciones de textos de la Antigüedad, como dictaba la tradición académica. Es decir, su enfoque era menos metafísico, como explica Paolo Galluzzi, director del Museo Galileo de Florencia. Recientemente ha comisariado en los Uffizi una muestra sobre el Leonardo investigador. Y sí, añade, de alguna manera inició la revolución científica. Sin embargo, remata, es clave no dejar de ver a Leonardo como hombre de su tiempo.

Giant crossbow, technical and mechanical drawings from a notebook, Leonardo da Vinci (1452-1519)

Por ejemplo, la multitud de dibujos de cañones, tanques o puentes móviles que realizó se comprende mejor sabiendo que Sforza fue un apasionado de las armas. Y muchos de sus errores científicos se deben a las limitaciones de su época. Visto así, sus logros se vuelven aún más sensacionales.
Así lo ve también Eike Schmidt, director de los Uffizi: no basta con repetir que este artista se adelantó 500 años a su tiempo, no le hace justicia. «Al tratar su figura, deberíamos centrarnos en reflexionar que la clave es que pensó más allá del marco establecido». En su opinión, ese es el principal legado del genio florentino.

Cuestionar la Biblia

En los tiempos de Leonardo se daba credibilidad a todo lo que figuraba en la Biblia, o al menos a aquello que no la contradijera abiertamente. Por eso, muchas fuentes antiguas eran reinterpretadas para adaptarlas al punto de vista teológico. No estaba permitido salirse de ese marco. Leonardo, sin embargo, se preguntó de dónde venían los fósiles marinos que aparecían en zonas montañosas, esas conchas y estrellas de mar atrapados en la roca. Todas ellas eran criaturas «nacidas en agua salada» que ahora se hallaban lejos del mar, «a miles de pies de altura». No se creía que hubieran llegado hasta allí arrastradas por un diluvio. Más absurda aún le parecía la idea de esos «ignorantes» que decían que las criaturas marinas fosilizadas habían surgido allí por influencia divina. Este tipo de pensamiento, aseguraba, era señal de «estupidez y simpleza».

El director de los Uffizi dice que muchos de sus descubrimientos contradecían a la Biblia, por lo que Leonardo se posicionó «contra 1500 años de teología». No obstante, muchas de sus reflexiones las anotó en sus cuadernos, pero no las compartió con el gran público. Además, la ambigüedad de sus pinturas aún desconcierta a los historiadores. Su San Juan Bautista, de una belleza femenina, desprende un enorme halo erótico, ¿habla de su fe o de su falta de ella?

Una última revelación

El artista suscitaba incomodidad ya en vida. Su primer biógrafo, allá por el 1550, menciona sus «ideas heréticas». Tuvo suerte de nacer antes de que fuera radicalizando su postura ante aquellos que se desviaban del dogma. Un siglo más tarde, Galileo Galilei se libró por los pelos de la hoguera al afirmar que la Tierra gira alrededor del Sol.

Leonardo no quiso publicar sus manuscritos, sus fabulaciones. Varios años después de su muerte, un alumno reunió parte de esos escritos en un provocador Tratado sobre la pintura, y todo lo demás quedó oculto durante mucho tiempo. Sus textos originales se desperdigaron por el mundo, a algunos de ellos se les ha perdido el rastro. El legendario Códice Leicester, con sus reflexiones sobre el agua, los fósiles o el cosmos, está en manos privadas. En los noventa, Bill Gates lo adquirió en una subasta y convirtió esta colección de papeles en la pieza subastada más cara de la historia durante unos cuantos años.

La hoja de papel con el número 8P pasó casi tres meses en estudio por parte de los científicos. A continuación viajó hasta Vinci. Hoy, 8P encierra un secreto menos: los investigadores han descubierto que Leonardo no solo era zurdo, también diestro. Por lo tanto, no tenía una sola caligrafía, tenía dos, y ambas aparecen en la hoja estudiada. Para los historiadores, este detalle podría significar que habría que volver a estudiar y valorar multitud de escritos, muchos bocetos y algunos cuadros. Pero sobre todo significa que Leonardo da Vinci ha vuelto a hacerse un poco más grande todavía.

 

PARA SABER MÁS

Leonardo. Obra pictórica completa y obra gráfica, de la editorial Taschen, el libro más completo jamás publicado sobre Leonardo.

 

 

 

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