Democracia y Política

Humillados, engañados y maltratados

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Así mantienen la incapacidad, perversidad e indolencia del régimen a la gran mayoría de los venezolanos.

Los mantiene humillados, porque un pueblo como el nuestro, dueño de un país que ha sido inmensamente rico, hoy está sumido en la pobreza, la miseria y el desamparo por culpa de una cúpula corrupta e incapaz que ha producido todo este desastre y hoy no es capaz de revertirlo.

Los mantiene humillados, porque no hay razón alguna para que los venezolanos suframos este infierno, teniendo, como tenemos, perfecto derecho a vivir en un país mejor. La Providencia nos dotó de excepcionales condiciones naturales: gente laboriosa e inteligente, riquezas de todo orden (petroleras, mineras, acuíferas, ferrosas, tierras fértiles, clima privilegiado), ubicación geográfica ventajosa y accesible, así como otras ventajas de diverso orden.

Y, sin embargo, el régimen que nos acogota desde hace ya 17 largos años, en lugar de aprovechar todas estas condiciones extraordinarias para seguir la senda del desarrollo y progreso por donde venía transitando el país en las últimas décadas, las ignoró de manera criminal, dilapidando y arruinando la más importante de todas: nuestra riqueza petrolera. Pudo haberla seguido sembrando -como aconsejaba Uslar Pietri-, es decir, multiplicándola en agricultura rentable y en industrias prósperas que produjeran para consumir aquí y exportar al exterior, creando millones de empleos, viviendas, hospitales, universidades, escuelas y toda una infraestructura física para mejorar nuestra calidad de vida. Por desgracia, no lo hizo. Prefirió dilapidarla, regalarla y hasta robársela.

El régimen, aparte de humillarlos, también mantiene engañados a los venezolanos, porque les miente como si todos fueran estúpidos. La mentira intragable de “la guerra económica”, por ejemplo, es un insulto a nuestra inteligencia. Y es que pretender convertir en verdad una colosal mentira como esa para “justificar” el fracaso de las políticas económicas intervencionistas y estatistas al estilo castrocomunista, sólo retrata el inmenso desprecio que la cúpula podrida madurista siente por nuestro pueblo.

Los mantiene engañados, porque no les ha dicho la gravedad de la gigantesca crisis que nos envuelve y que cada vez será mayor. En lugar de sincerarse ante los venezolanos, la cúpula chavomadurista oculta la verdadera dimensión de la actual catástrofe, intentando “correr la arruga” hasta las elecciones parlamentarias, si es que no las terminan suspendiendo ante la inminente derrota que les va a propinar la justa indignación popular que han provocado.

Y los mantiene engañados, porque el régimen no termina de aceptar su responsabilidad como único autor de toda esta debacle económica, social y política, al mantener un proyecto de destrucción nacional que debería dejar de lado, al igual que su cúpula también debería ya haber abandonado el poder, si en verdad tuvieran un poco de respeto y consideración por los venezolanos. Sin embargo, han hecho todo lo contrario: se aferran al poder como garrapatas, culpan a la oposición, al imperialismo y todo cuanto no sean ellos de todos los males, mientras continúan arruinando a Venezuela y su pueblo, así como a las generaciones futuras.

El régimen, aparte de humillarlos y engañarlos, también maltrata a los venezolanos, al condenarlos a sufrir los estragos de la carestía, el desabastecimiento y la escasez de comida e insumos básicos, gracias a que el chavismo en el poder desde el primer día se dedicó a destruir el aparato productivo nacional. Por esa razón, hoy los venezolanos son obligados a hacer larguísimas colas -bajo el sol o la lluvia- para intentar comprar la escasa comida y los pocos artículos de primera necesidad que puedan conseguirse, todo lo cual desnuda la inescrupulosidad y la insensibilidad de la cúpula podrida que manda, ahíta de dinero, lujos y comida, mientras nuestro pueblo llano sufre el maltrato de horas y horas de sacrificio para adquirir algo de comer.

El régimen también los maltrata al no hacer nada para detener la matanza que, desde 1999, ha acabado con la vida de más de 300.000 venezolanos a manos de la delincuencia. Los maltrata al no cumplir con su primera obligación, que no es otra que garantizar el respeto a la vida de nuestro pueblo. Y si no es capaz de defender el primer derecho humano, no podemos esperar que garantice los demás. Por eso, Venezuela es hoy un Estado fallido, tal como lo argumentamos aquí semanas atrás.

Por desgracia, en lugar de rectificar y resolver los gravísimos problemas que ha creado su proyecto castrocomunista, el régimen chavomadurista sigue hundiéndonos a todos en esta gran debacle nacional, que también, al final, terminará enterrándolos a todos ellos, como si de una maldición bíblica se tratara. Porque, en verdad, luego de tanto mal a nuestro pueblo, no pueden esperar otra cosa de la justicia divina.  

@gehardcartay

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