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Isabel San Sebastián: ‘Buenos ladrones’ socialistas

Si el mangante es de derechas, la corrupción resulta execrable. Si es 'progresista', su 'progreso merece indulgencia y aplauso.

El Supremo confirma las penas de Griñán y Chaves por el fraude de los ERE | España | EL PAÍS

José Antonio Griñán y Manuel Chaves

 

De acuerdo con el criterio vigente en el PSOE, robar al contribuyente es lícito en determinadas circunstancias. A saber: que el ladrón sea socialista y que el dinero se destine a perpetuar a dicho partido en el poder. Si se cumplen esas premisas, sobre todo la primera, los chorizos se convierten de inmediato en personas ‘honradas’ y ‘honorables’; ‘justos’ abocados a cargar con el estigma de ‘pecadores’, a decir de Pedro Sánchez. En caso de que las manos largas pertenezcan a alguien del PP, los sospechosos deben ser despojados de su presunción de inocencia, lapidados mediáticamente en la plaza pública y condenados a las más severas penas previstas en el código, a las que es preciso sumar la de telediario en su versión más despiadada. Si el mangante es de derechas, la corrupción resulta execrable. Si es ‘progresista’, se da por hecho que su ‘progreso’ o el de su formación constituyen bienes de interés general, merecedores no ya de indulgencia, sino de aplauso. En pocos terrenos resulta tan flagrante el obsceno doble rasero aplicado por esta izquierda. El Tribunal Supremo, no obstante, discrepa de esa visión tan ventajosa para los del puño y la rosa. A tenor de su sentencia, Manuel Chaves y José Antonio Griñán, expresidentes de la Junta de Andalucía, perpetraron varios delitos de prevaricación y malversación de caudales públicos. Durante más de una década consintieron que desde dicha Administración se desviaran al menos seiscientos ochenta millones de euros a empresas y entidades vinculadas al Partido Socialista, al margen de los cauces legales establecidos y con desprecio evidente de las advertencias formuladas por el interventor encargado de velar por el buen uso de ese dinero. O sea, actuaron a sabiendas de que se estaban saltando la ley.

Ese ‘fondo de reptiles’ tan generosamente surtido no fue repartido entre los parados, como sostiene la mentira oficial, sino utilizado como un gigantesco pesebre en el que abrevaban los ‘compañeros’ y sus votantes más fieles, conscientes de que su sustento dependía de que en San Telmo siguieran mandando los mismos. De modo que ambos condenados se lucraron de la trama. Tal vez no directamente, aunque sí a través de sus sueldos y las prebendas inherentes al cargo. No parece ser casual el hecho de que, descubierto el pastel y cerrado al fin el grifo, se acabaran las mayorías que teñían de rojo el mapa. Ganar votos es más difícil que comprarlos, especialmente cuando se pagan saqueando nuestros bolsillos.

A diferencia del crucificado del que nos hablan los evangelios, los ‘buenos ladrones’ socialistas no tendrán que arrepentirse ni tampoco pedir perdón. Ya los ha exculpado el presidente al bendecir su actuación. El papeleo será lo de menos. Mero trámite formal, vía Constitucional o indulto. Lo que dudo es que los españoles muestren igual compresión cuando toque ir a las urnas…

 

 

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