Jaime Jankelevich: Turbulencias en el camino
Termina el primer semestre, lo que permite detenernos y darnos una pausa para reflexionar sobre lo que ha ocurrido en estos seis meses, y cómo se visualiza el semestre que comienza mañana lunes 1 de julio. Sin duda que 2019 ha sido un año complejo y las turbulencias externas e internas no le han dado respiro al Gobierno.
El año 2018, la economía tuvo un comportamiento que no se veía desde el fin del gobierno Piñera I y más que duplicó el crecimiento promedio de los cuatro años de Bachelet. Dicho resultado generó amplias expectativas, las que partiendo el 2019 chocaron con la realidad y, como es costumbre en nuestro país, se pasó de la euforia a la depresión.
Gobernar es cada día más difícil, sobre todo como en el caso actual, cuando el gobierno no cuenta con mayoría en el Congreso y tiene que enfrentar arduas negociaciones para que al menos se apruebe la idea de legislar. Estas son parte de las turbulencias a las que nos vemos enfrentados como país, pues no solo el gobierno las sufre, sino que también la ciudadanía, ya que el resultado de lo que se apruebe o rechace generará consecuencias en el comportamiento de los agentes económicos, que van a impactar de diversas maneras en la vida de cada uno de nosotros.
Hoy estamos en una tensa espera para conocer el desenlace de las negociaciones sobre la reforma tributaria y de las pensiones, las que incluso de ser aprobadas en la cámara baja, no garantiza que el Senado las haga suyas. Pero hay otros frentes abiertos que igualmente generan turbulencias. En educación, la violencia en el Instituto Nacional y lo que fue un atisbo de lo mismo en el Liceo 1 da cuenta de que hay quienes están dispuestos a generar anarquía e interrumpir el normal funcionamiento de la enseñanza. Los profesores, por su parte, recién mañana resolverán si aprueban o no la propuesta del Ministerio de Educación.
Las migraciones es otro de los casos. Ya hemos absorbido más de un millón de inmigrantes y hoy hay conflicto en la frontera norte porque son muchos los que desean entrar al país y no cuentan con los papeles correspondientes.
En lo político, la crisis del PS es de gran relevancia y sería trágico que la oposición quedara supeditada a lo que decida el Frente Amplio, que representa la vieja izquierda. Chile necesita una oposición colaborativa y después de la transición a la democracia, dicho partido jugó un importante rol, que no debiera perderse.
Si a esto le agregamos la gran turbulencia que genera la guerra comercial entre China y EE.UU., tan gravitante para una economía abierta como la chilena, el Gobierno enfrenta un escenario tanto interno como externo muy complejo, de incierta resolución, porque no tiene el control sobre todas las variables.
Tenemos entonces por delante un segundo semestre crítico, pues ya el próximo año entramos en la vorágine electoral, con lo cual la política se va a desviar de lo importante para focalizarse en la lucha por el poder. Esto demanda poner a Chile por delante, destrabar las iniciativas que permitirían terminar con las incertidumbres actuales, y a cada uno de nosotros, poner lo mejor de sí, para que Chile pueda generar prosperidad y le brinde a cada uno de sus hijos la esperanza de un futuro próspero y una calidad de vida semejante a la de cualquier país desarrollado.