La imprescindible ‘gran coalición’ en Alemania
La 'gran coalición' alemana está funcionando mejor de lo esperado y ya se han puesto en marcha más de la mitad de los acuerdos.
Se repite mucho en tiempos tan convulsos que, en democracia, la política debiera ser una cosa aburrida. Esto último puede ser excesivo pero sí se echa de menos que la seriedad, la estabilidad y el normal funcionamiento de las instituciones recuperen peso en un espacio hoy dominado por la demagogia populista y las soflamas antipolíticas.
Es Alemania buen paradigma de este vendaval que hoy zarandea a las democracias occidentales. Los resultados de las últimas elecciones generales alumbraron una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas hace menos de dos años para evitar que el país cayera en las garras de la ingobernabilidad. Pues bien, los datos confirman que está funcionando mejor de lo esperado y que ya se han puesto en marcha más de la mitad de las iniciativas pactadas, alrededor del 40% propuestas socialistas, por encima de su peso en el Ejecutivo. Y, sin embargo, éste no consigue vender sus logros tanto por los furibundos ataques de los partidos extremistas de izquierda y derecha, con gran eco, como por el hecho de que ni la CDU ni el SPD defiendan con convicción su coalición.
Los socialdemócratas alemanes no han podido sacudirse sus prejuicios como se ha demostrado en su congreso federal de este fin de semana, en el que se ha aprobado dar al partido un giro izquierdista. Y, aunque no se han atrevido a romper la gran coalición -entre otras razones, porque temen un batacazo en un adelanto electoral-, advierten de que van a apretar las tuercas a la canciller Merkel para imprimir al Gobierno un carácter mucho más social.
Nada tienen que ganar en Alemania ninguno de los dos partidos mayoritarios llevando las cosas a una encrucijada imposible. Los socialistas temen el imparable ascenso de formaciones más a su izquierda y de Los Verdes, mientras que la CDU no deja de ceder terreno a la ultraderecha. Así, lo responsable es que la gran coalición se siga demostrando eficaz y que sus dos integrantes remen en la misma dirección para que la ciudadanía valore sus logros. La estabilidad en Alemania es también vital para toda la UE, tanto en lo económico, puesto que Berlín sigue siendo la indiscutible locomotora, como en lo político, porque sólo con su empuje será posible avanzar en la integración.
Con realismo y seriedad sí pueden impulsar los socialistas alemanes un estímulo de su economía, tan saneada que tiene márgenes para ello. Porque urgen medidas que impulsen el alza industrial -la producción ha caído a mínimos desde 2009- y las exportaciones. Alemania acaba de esquivar por la mínima la recesión técnica y eso sí que obliga a dar un giro al Gobierno para volver a la senda del crecimiento. El SPD debe saber que eso es lo verdaderamente social.