Relaciones internacionales

Oswaldo Páez-Pumar: El esquivo Esequibo

 

La decisión adoptada por la Corte Internacional de Justicia declarándose competente para conocer sobre la validez o nulidad del Laudo Arbitral de 1899 que estableció la línea fronteriza entre la República de Venezuela y la entonces colonia inglesa “Guayana Británica”, coloca a la ahora República Bolivariana de Venezuela en una incómoda posición, aunque la incomodidad parte de 1899, y se acentúa con la muerte de Severo Mallet Prevost 50 años después, hace más de 70 años, que puso de manifiesto las componendas que al margen del derecho rodearon al Laudo, despojando a Venezuela de una considerable extensión de su territorio.

Las incomodidades que para Venezuela tiene la demanda introducida por la República Cooperativa de Guyana son muchas y vale la pena señalarlas, pero me abstengo de hacerlo, no vaya a incurrir en alguna omisión y se despierte un debate intrascendente entre quienes lean estas notas sobre lo que pueda resultarle más importante, o al revés, la inclusión de alguna que sea considerada por cualquiera de los lectores como inocua, superflua o irrelevante.

El hecho es que ya Venezuela está en la C.I.J. y aunque le ha cuestionado su competencia para pronunciarse sobre la validez o no del Laudo de 1899 negándole jurisdicción, la Corte ya se ha pronunciado sobre su propia competencia y dicha Corte va a pronunciar una sentencia sobre la validez o no del Laudo, muy probablemente a favor de la validez.

El gobierno actual y el que le precedió de Chávez Frías no están interesados en ese problema, como lo prueba la displicencia con la cual han actuado durante estos 22 años a cumplirse el próximo 2 de febrero de 2021; y no están interesados en ese problema porque la Cuba castrista que gobierna en Venezuela es el único país hispano parlante de América que le negó su respaldo a la “Reclamación Venezolana” y al Acuerdo de Ginebra.

El propio Castro le habló a Burnham del extenso territorio que serviría de espacio para el asentamiento de la población negra de las islas británicas del Caribe que al igual que Guyana, se independizarían de la pérfida Albión. El programa castrista frente a los EEUU comprendía tanto el comunismo de la URSS, como la negritud de Malcolm X muerto exactamente un año antes de la suscripción del Acuerdo de Ginebra y seis después de la llegada de Castro al poder.

Sin otra consideración entremos en materia: ¿Debemos comparecer ante la C.I.J. para sostener la nulidad del Laudo de 1899 a más de 120 años de haber sido dictado? Desde luego que sí. Que nuestra presencia se haga advirtiendo que desconocemos la autoridad de la Corte para pronunciarse sobre la validez del Laudo, también. Pero lo más importante, o quizá lo que debe plantearse es que con independencia de la validez o no del Laudo, invocada por Venezuela al suscribir el Acuerdo de Ginebra y no compartida ni por la Gran Bretaña, ni por la colonia de la Guayana Británica al firmar ese mismo Acuerdo, es irrelevante frente a la obligación asumida por las partes “de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia”, lo que implica que el problema de la validez del Laudo que Venezuela niega y que la Gran Bretaña reconoció siempre y procedió a darle ejecución; y su colonia hoy independiente también lo tiene por válido, no invalida el compromiso asumido de buscar una “solución práctica para el arreglo de la controversia”. La controversia no es sobre la validez o nulidad del Laudo, que claramente está señalada como punto de desacuerdo. Desde luego a mí no me parece práctico retrotraer la situación a la de la existencia de una frontera indefinida, por la magnitud del espacio objeto de la controversia, el tiempo transcurrido, y desde luego la población asentada en ese territorio que aparte del idioma inglés y la existencia de esa comunidad de naciones hoy independientes, que fueron parte del “imperio británico” está muy distante de lo que significó la Gran Bretaña como imperio extendiendo sus fronteras en América, Asia, África y Oceanía.

Venezuela necesita para enfrentar este problema, en primer lugar, recobrar su independencia de Cuba, porque aunque pareciera que hay una alianza indestructible, si se inicia una explotación petrolera de importancia en Guyana, allí llegarán los “médicos cubanos” a exportar su ciencia a cambio de petróleo. Cuba en su relación con sus seguidores, Venezuela y Nicaragua, se comporta exactamente igual a como lo hizo la URSS frente a Hungría, Checoeslovaquia y Polonia y por no hacerlo frente a Alemania se derrumbó el muro de Berlín.

 

Caracas, 18 de enero de 2021

 

 

 

Botón volver arriba