Pedro Campos: Crear un frente amplio democrático frente a la dictadura
Oposición cubana reunida en México. (14ymedio)
El oficialismo, en boca de sus principales defensores, trata de hacer creer que la contradicción fundamental que estanca la dinámica del desarrollo económico y social en Cuba es la supuestamente existente entre el socialismo y el capitalismo.
El primero, «representado» por el Partido Comunista, el Gobierno y el Estado, con su economía sustentada en la esclavitud asalariada para la propiedad estatal, y el segundo, por el «imperialismo y la contrarrevolución» junto al avance de la propiedad privada y los emprendedores, aprovechándose de «errores» en la aplicación de las limitadas reformas previstas desde los inicios del Período Especial, retomadas y retrancadas por el raulato.
Ese es el discurso que se ha querido imponer desde el acercamiento de Obama y su visita a Cuba, cuando la confrontación nación/imperialismo pareció perder todo sentido y el castrismo se vio privado de su principal justificación para sus represiones y desastres económicos y sociales.
La confrontación entre capitalismo y socialismo es una falacia, por la sencilla razón de que la revolución democrática del 59 no alcanzó siquiera sus objetivos democráticos, mucho menos los socialistas
En Cuba, la confrontación entre capitalismo y socialismo es una falacia, por la sencilla razón de que la revolución democrática del 59 no alcanzó siquiera sus objetivos democráticos, mucho menos los socialistas, y lo que hizo fue estatalizar la política y la economía concentrándolas bajo el poder de un grupito de «revolucionarios profesionales» que en realidad administraron mal y de forma dictatorial, para su propio beneficio y durante más de medio siglo, un capitalismo monopolista de Estado, en nombre de una sociedad independiente, democrática y socialista.
Hay que acabar de desenmascarar la coartada «socialista» de la dictadura política y económica del castrismo.
Recientemente, desde las páginas oficiales se trata de impulsar una campaña contra supuestos intelectuales centristas que, para la visión dogmática tradicional, estarían promoviendo la restauración capitalista en Cuba de mano del «enemigo histórico».
En realidad, lo que ha estado ocurriendo es un aumento cuantitativo y cualitativo de la disidencia en el propio entorno de la intelectualidad oficialista, un corrimiento en ese sector, una toma de conciencia sobre la realidad cubana, en la que va creciendo la idea de que no es posible socialismo alguno sin democracia. Son grupos que, claramente, se van decantando del modelo económico y político de capitalismo monopolista de Estado y partido único típico del estalinismo. Simple: hay que pararlo.
Con esta campaña de las fuerzas visibles de la contrainteligencia ideológica se intenta:
- Levantar una cortina de humo sobre la verdadera y principal contradicción que frena el desarrollo de la sociedad cubana, entre la dictadura y la democracia, que reivindican en diversas formas los grupos crecientes de la oposición tradicional y corrientes socialistas democráticas, disidentes desprendidas del oficialismo. Tienen que tratar de mantener intacta la visión maniquea: con el «socialismo», con la Revolución, con el Partido y con Raúl o con el capitalismo enemigo.
- Aislar políticamente esa corriente proveniente del oficialismo al presentarla como parte de la actividad del «enemigo imperialista» y boicotear su creciente influencia en el seno de las instituciones gubernamentales y en la población.
- Procurar una reacción de esos intelectuales y grupos que los distancie más aún del resto de la oposición democrática para tratar de evitar que se llegue a producir una confluencia entre esas diversas tendencias y se creen las condiciones para un amplio frente democrático que ponga en primer plano la lucha por la democracia frente a la dictadura y pueda ahondar la crisis política del sistema cuando ya no está el caudillo, su hermano ha anunciado su retirada del Gobierno y Venezuela -su clon, aliado y mecenas- está en trance terminal.
Todos los partidarios de la democracia, de dentro y de fuera, deberían acabar de echar a un lado todas sus diferencias, intentos hegemónicos y acusaciones personales y poner en primer plano la confluencia en la lucha por la democracia desde el respeto a las diferencias e identidades.
La creación de un frente amplio democrático de cara a la dictadura es el principal temor de la burocracia.
Crece el temor ante la experiencia venezolana y explica la acentuación de la táctica divisionista, el aumento de la represión de la oposición y las presiones contra el cuentapropismo y el cooperativismo
Hoy crece ese temor ante la experiencia venezolana y explica la acentuación de esa táctica divisionista, el aumento de la represión de la oposición y las presiones contra el cuentapropismo y el cooperativismo que generan espacios de libertad, a los que se pretende condenar a la reproducción simple evitando que puedan concentrar riquezas que permitan su crecimiento y reproducción ampliada.
Los fundamentalistas del estalinismo creen poder impedir el inevitable desastre del entuerto con el divisionismo, más represión y violación a los derechos del pueblo cubano, pero así están contribuyendo al agotamiento acelerado del sistema estatalista, al cerrar eventuales espacios de reformas reales y democratizadoras, con lo cual profundizan el abismo que va separando y aislando a la alta jerarquía burocrática del resto de los ciudadanos.
Estas mismas acciones que realiza el Estado-Partido-Gobierno, «un solo dios en tres personas», junto a la represión prolongada, masiva y flagrante contra la oposición y la sistemática violación de los derechos políticos, civiles y económicos del pueblo cubano constituyen las más transparentes evidencias de que la contradicción principal que está estancando el desarrollo de la sociedad cubana es la existente entre dictadura y democracia.