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Venecia como advertencia

La ciudad de los canales se ha convertido en un espejo que muestra a la humanidad su futuro

Después de que un crucero se estampase contra una embarcación más pequeña y contra un muelle en el canal de la Giudecca, los venecianos salieron a la calle el fin de semana pasado para protestar contra la invasión de estos buques mastodónticos, que se han apoderado de la Laguna y que vierten sobre sus calles y canales a miles de turistas de golpe después de cada atraque. Sus habitantes no han abandonado la ciudad, que ha perdido la mitad de su población en los últimos 40 años, porque se esté hundiendo con una lentitud de siglos en el mar, ni por los cada vez más frecuentes episodios de acqua alta: huyen porque desaparece con ellos, mientras se transforma en un parque temático.

Venecia lleva más tiempo que ningún otro lugar del mundo luchando contra los elementos y, sobre todo, contra el turismo de masas. Allí arrancó de hecho el debate sobre los efectos del exceso de visitantes y ya en los años noventa comenzó a plantearse cómo frenar la invasión, algo que no consiguió ni con un puente de Santiago Calatrava con unas escaleras imposibles de subir o bajar. El turismo es uno de los campos en los que La Serenísima lleva mucho tiempo mostrando a la humanidad que es el espejo de su futuro.

Como explica Roger Crowley en Venecia. Ciudad de fortuna (Ático de los Libros), «Venecia cambió el mundo» al ser «un motor del crecimiento global» a través del comercio. Fue también uno de los primeros lugares, en el siglo XVI, en los que quedó claro que Europa iba a mirar al otro lado del Atlántico después del descubrimiento de América: allí arrancó el lento declive comercial y económico del Mediterráneo. Y cuando los primeros turistas comenzaron a recorrer el planeta, con el Grand Tour de finales del XVII, se convirtió en una parada obligatoria.

El premio Nobel ruso Joseph Brodsky describe así en su bello libro Marca de agua (Siruela) la importancia de Venecia: «Al rozar el agua, esta ciudad mejora la imagen del tiempo, embellece el futuro. Ése es el papel de esta ciudad en el universo». Hoy su papel no tiene solo que ver con la belleza, sino con la supervivencia. Venecia nos explica que todo tiene un límite, que la resistencia del planeta es finita, que no podemos quedarnos de brazos cruzados mientras somos engullidos por huracanes que hemos desatado nosotros.

 

 

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