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Víctor Hugo D’ Paola: “En nombre de la izquierda se ha hecho mucho daño”; por Alejandro Martínez U.

entrevista-victor-hugo-d-paola-29-03-11-jb-203-768x512Durante esta década, después de todos los desarrollos ideológicos del siglo pasado, ¿tiene sentido clasificar a un gobierno como de izquierda o derecha?
Bueno, yo soy de izquierda. Y si soy de izquierda debería dar la razón a quienes piensan que se puede catalogar a los gobiernos como de izquierda y de derecha. Ahora, en nombre de la izquierda se ha hecho mucho daño a la humanidad y hay quienes sostienen que el término “izquierda” debe evolucionar. Hay quienes creen, y entiendo que es el sentido de la pregunta, que son términos absolutamente del pasado, que se han quedado atrás, que son términos que tuvieron justificación durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del sigo XX. Tal vez hablar de izquierdas y derechas ya sea un contrasentido, algo que no tiene razón de ser. Y hay algo de verdad en eso de que el uso de esos términos, tal y como han sido manejados, puede resultar antagónico a la idea de progreso. Entre otras razones porque ni la derecha asumida como tal ni la izquierda han producido pensadores de la talla de aquellos que existieron durante esa segunda mitad del siglo XIX y la primera del siglo XX. Ahora muchos prefieren refugiarse en el análisis, digamos, desprejuiciado de esas categorías que no pasan de ser apenas nominalismos.

Pero tu respuesta, digamos intuitiva, fue “Yo soy de izquierda”. Cuando dices “Yo soy de izquierda”, ¿qué describes? Es decir: ¿qué te describe como una persona de izquierda?
Bueno, yo soy de izquierda porque siempre lo fui. Y eso pareciera no ser razonable, pero influye mucho a mi edad, porque la gente que más he respetado y seguido en la vida ha sido gente ubicada dentro de este pensamiento, aunque siempre una izquierda en revisión, una izquierda no dogmática, una izquierda abierta a aceptar cualquier pensamiento y una izquierda que es capaz de aceptar a la derecha civilizada… si es que todavía se puede llamar derecha. Pero, claro, cuando hablas de gente como los que están creciendo en los últimos años en Francia y en otros países europeos, que profesan un pensamiento de derecha muy atrasado, muy conservador, cuando piensas en gente como Donald Trump, entonces parece muy lógico, muy natural considerarlo de derecha. Y si uno adversa algunas cosas que él sostiene, entonces uno sería ubicado dentro de la izquierda. Ahora, para mí, izquierda es compartir una idea de la humanidad, como señala Jean Daniel, el veterano director de Le Nouvel Observateur, una de las más grandes revistas francesas que se define de izquierda, quien dice que la izquierda es señal de progreso, de cambio, de renovación en la humanidad y que por eso él sigue siendo de izquierda.

Pero cuando asumes que Donald Trump es de derecha, ¿es Donald Trump de derecha o es un xenófobo nacionalista? ¿O es que asumes que toda la derecha es así?
No, no toda la derecha es así. Hay una derecha culta, pensante. Sin embargo, el Tea Party en Estados Unidos, y ahora Donald Trump como individuo, no han demostrado ser una derecha civilizada o pensante, sino una derecha que está detrás de las cosas más elementales del nacionalismo estadounidense, del peor estadounidense que pueda existir. Es decir: un atraso desde ese punto de vista. Estados Unidos hoy debería estar a la altura de su historia, sabiendo que han sido la primera potencia del mundo. Deberían estar en capacidad de modernizarse, porque como todas las potencias tienden a mantenerse dentro de lo negativo que haya podido haber y a fortalecer eso negativo. Deben abrirse. Y deben abrirse porque, entre otras razones, hay un movimiento universal migratorio hacia todas estas naciones de progreso o desarrolladas de la civilización occidental, como Estados Unidos y Europa. De modo que tienen, necesariamente, que aceptar que en el futuro van a convivir, o están ya conviviendo, con gente que viene de distintos lugares del planeta, cargada de atraso y condiciones negativas, y que sus hijos deben ser expresión de esa sociedad a la cual llegaron, para que pueda seguir cambiando, seguir mejorando. Si no, no hay garantía de que Estados Unidos pueda sobrevivir ni mantenerse como la primera potencia que es. Ni Europa como una potencia cultural y civilizatoria, no sólo desde la constitución de la Comunidad Europea y luego Unión Europea, sino desde que Europa es una referencia… Digamos que desde Aristóteles, desde la Grecia Antigua.

¿Dónde ubicas el nacimiento o el comienzo de la democracia en Venezuela?
Empieza en 1958 y se desarrolla con la vigencia de los partidos políticos, con la legalidad de los partidos políticos, con un hombre que siendo Presidente de la República tenía una voluntad férrea y un entusiasmo contagiante porque la democracia funcionara en el país, por dejarle como herencia a los venezolanos que venían después la democracia. Y eso es tan cierto que cuando le hacen un atentado en Los Próceres y lo intentan asesinar, ahí ratifica la voluntad democrática entregando el poder a su sucesor, Raúl Leoni, y abandona el país para no ser un estorbo, para evitar que su presencia pudiera distorsionar el rumbo que el país estaba tomando: Rómulo Betancourt.

¿Y qué pensabas de Rómulo Betancourt durante ese período, cuando lo adversabas?
Pensaba muy mal. Yo era de la Juventud Comunista y creíamos que Rómulo Betancourt representaba los intereses norteamericanos y los intereses del gran capitalismo, que en ese entonces eran considerados por nosotros con un calificativo que todavía usan muchos: “el imperialismo”. Entonces Rómulo Betancourt significaba eso y nosotros éramos luchadores por la libertad. Pero eso ha cambiado mucho. Yo he cambiado muchísimo y la organización que yo contribuí a crear nació precisamente para cambiar eso: para cambiar la idea que teníamos de la independencia y de la democracia.

¿Cuál es tu visión del Pacto de Punto Fijo?
El Pacto de Punto Fijo, vistas las cosas después de tanto tiempo, fue una necesidad histórica. Fíjate que en este momento lo que nosotros estamos añorando es precisamente una especie de Pacto de Punto Fijo, un acuerdo político que logre darnos estabilidad y reconquistar una sociedad democrática, libre y con un avanzado estado social de derecho. En aquel entonces se trataba de enfrentar una dictadura y el Pacto también tuvo un valor importante como efecto disuasivo, porque hay que recordar lo que fue la vida política del año 1958, una democracia acosada, con levantamientos permanentes: el levantamiento de Castro León, el levantamiento de Moncada Vidal, los levantamientos de El Carupanazo y el llamado Porteñazo, intentos de golpes de Estado contra la democracia. El Pacto de Punto Fijo sirvió de freno a las posibilidades de que regresara un militar a Miraflores.

El Partido Comunista tuvo una participación importante como adversario del perezjimenismo. Sin embargo no es firmante del Pacto de Punto Fijo. ¿Se autoexcluyó del Pacto o no fue invitado a participar?
No fue invitado. Fue especialmente excluido por Rómulo Betancourt, quien dijo que a los comunistas había que segregarlos y aislarlos. Fueron las palabras que él usó en la toma de posesión de su nuevo mandato presidencial. Pero el Partido Comunista también se autoexcluyó, no quería estar dentro porque tenía su propia política. Y a los pocos meses triunfa y entra en La Habana Fidel Castro. Lo de Fidel Castro se propagó hacia América Latina con una gran fuerza de comunicación. Castro estuvo en Venezuela y nos volvimos locos. Teníamos en ese entonces menos de 25 años, cuando dimos el apoyo a eso que se llamaba el fidelismo.

¿Cuáles identificas como las causas del deterioro de la democracia durante el período que va desde los años previos a Chávez hasta 1998? ¿Qué sucedió? ¿Qué pudo generar un clima tal para que pudiera haber una candidatura de un outsider y que tuviera el éxito que tuvo?
El sistema era bipartidista. Eso no sería nada malo, porque en Estados Unidos hay también una democracia avanzada, digamos, con un sistema bipartidista y el bipartidismo ha existido en muchos países del mundo. Más bien ha sido una garantía democrática. Pero el bipartidismo nuestro, donde formalmente Acción Democrática y COPEI tenían un enfrentamiento radical que no era tal, cometía los mismos errores en ambos tipos de gobierno. Y hubo un descuido muy grande en relación con sectores de la sociedad que no fueron tomados en cuenta. La clase obrera no estaba bien defendida ni bien organizada y tampoco estaban bien garantizados sus derechos. El país se había vuelto absolutamente urbano y el campo cada vez tenía menos habitantes. Y la pobresía urbana que había emigrado del campo fue relegada del progreso económico y social. Hubo intentos, por supuesto. Carlos Andrés Pérez incluso logró un cambio importante cuando aprobó la política de las Becas Gran Mariscal de Ayacucho, que permitieron a más de cien mil jóvenes venezolanos de distinto origen social irse al extranjero a perfeccionar sus carreras. Esos eran logros, pero eran logros parciales. No había una política como tal. Existía el INCE. Y digo que existía porque desgraciadamente fue destruido por el gobierno actual. El INCE permitía que sectores humildes que no habían podido estudiar carreras universitarias pudieran prepararse y ser técnicos calificados, pero ciertamente no había una preocupación general por ese sector de la sociedad. Entonces, hubo una especie de clamor popular, clamor de ese sector por una mano fuerte, por un militar que fuera capaz de poner orden en el país. Y poner orden en el país significaba acabar con la delincuencia y el delito.

¿El Caracazo fue una expresión de ese “dejar a su suerte” de los sectores más vulnerables? ¿Crees que eso fue algo inducido? ¿Crees que fue un estallido, algo espontáneo?
El Caracazo no fue una insurrección. No tiene nada que ver, por ejemplo, con lo que sucedió el 21 de enero de 1958, con la huelga general que se produjo y la insurrección popular que duró 21, 22 y 23 de enero. El Caracazo no tiene que ver con eso porque no fue preparado. No fue alentado por nadie. Yo recuerdo que el 21 de enero de 1958 yo era un joven que tenía dos meses de haber llegado a Caracas. Vivía en Propatria y participé en esos acontecimientos. Llegaban unos jóvenes estudiantes universitarios a hablarle a la gente, a organizar a la gente contra la dictadura. A los pocos días supimos que esos jóvenes eran adecos y comunistas, pero hablaban en nombre de la Junta Patriótica. Es decir: había un organismo que estaba formalizado, actuante, que no dependía de los partidos pero que era una consecuencia de ellos, porque allí estaba un adeco o un copeyano o un uerredista o un comunista. Y los dirigía un hombre que en realidad era uerredista pero casi comunista, como era Fabricio Ojeda. Es decir, que eso era absolutamente distinto a lo que pasa con El Caracazo, que no deja de ser un saqueo sin organización alguna.

Recuerdo que se acababa de producir la fusión del MAS con el MIR. El MAS ya tenía dos casas: una en El Paraíso y otra en La Florida. Y heredó una casa del MIR que tenía una casa en San Bernardino, detrás de la planta de Coca Cola, y ahí estábamos reunidos ese día de El Caracazo. La nueva dirección del MAS incluía miristas como Moisés Moleiro y Héctor Pérez Marcano. Cuando nos llegan las informaciones de que están saqueando y de que había una protesta ciudadana por un aumento de los pasajes, salimos a ver. Ahí mismo, en San Bernardino, vimos a gente cargando televisores, lavadoras… y era un saqueo espontáneo. Se dio un suceso singular y por eso pongo la diferencia con el 23 de enero, cuando sí fue una insurrección con todas las de la ley: una insurrección que tenía protagonistas. El Caracazo no tenía protagonistas: nadie había llamado, nadie se hizo responsable de tal cosa.

Investigaciones nuestras en Caracas, porque en ese entonces yo era el Secretario General del MAS, confirmaron que en ninguna parte hubo organización ni nadie que hubiera llamado a que eso se diera. Y sin embargo el suceso se dio. Claro que después hubo una ideologización del suceso y eso vino por parte del chavismo…

¿Y eso es por parte del chavismo apropiación indebida?
Apropiación indebida. Es que el chavismo tiene un problema que no han tenido otras revoluciones. Las revoluciones siempre han vivido una épica, una epopeya. La Revolución Rusa de 1917 tuvo a 1905, la toma de San Petersburgo, el mismo Trotsky del 17 es el que en 1905 es presidente del Soviet de San Petersburgo. La revolución China tuvo también su antecedente épico, la epopeya, la gran marcha de Mao Tse Tung, la insurrección de Shangai. Cuba, aquí mismo, tuvo el asalto al Moncada, la Sierra Maestra, el desembarco del Granma, pero el chavismo no tuvo nada de eso, no tuvo historia que contar ni mucho menos. Entonces tenía que apropiarse de algo e inventó que El Caracazo había sido organizado de alguna forma por las fuerzas que luego produjeron el movimiento de febrero de 1992 con Chávez.

Hay una venezolana que vive en Francia, que se llama Paula Vásquez, hija del filósofo Eduardo Vásquez, ella escribió un libro muy importante sobre el deslave de Vargas, ése es un libro valioso, un estudio importante. Ahí dedica un capítulo a los saqueos, no sólo los saqueos que se dieron en Vargas bajo el chavismo ya gobernando, sino a los saqueos que se dieron en El Caracazo, y ella dice que esa es la práctica depredadora que marca la historia de la nación, ¡una práctica depredadora que marca la historia de una nación!, y tú te pones a ver y saqueos ha habido siempre en Venezuela, cuando cae un gobierno, cualquiera, caía Gómez, caía Medina Angarita, caía Pérez Jiménez, y la gente empieza a saquear. Aún más, ella agrega que es una representación colectiva que busca la repartición justa de la renta petrolera. Esto pareciera una exageración, pero no es tal, el saqueo es visto por ella como una reivindicación de justicia social de la gente, aunque no haya habido quien prendiera ese fuego, sino que además de eso los medios de comunicación, tal vez sin ninguna intención de hacerlo, pero los medios de comunicación que en ese entonces eran muy abiertos, muy libres, empezaron a transmitir a través de la televisión, a transmitir los saqueos, y aquello cundió, se extendió.

¿Cuál es tu visión de la destitución de Carlos Andrés Pérez?
Sería bueno hablar un poco de Carlos Andrés Pérez, que es un caso singular de la política venezolana, él es, después de aquella generación fundadora de Acción Democrática, que se pudiera decir que son casi fundadores de la democracia: Betancourt, Leoni, Pérez Alfonso, Gonzalo Barrios, Luis Beltrán Prieto Figueroa, Luis Augusto Dubuc, no hay otro adeco que simbolice tanto, que tenga ese peso en la política nacional que tuvo Carlos Andrés Pérez. Aquí nadie se acuerda de Luis Herrera Campins o de Jaime Lusinchi, o del propio Raúl Leoni, la gente se acuerda aquí de Rómulo Betancourt, de Carlos Andrés Pérez y de Hugo Chávez, esos son los presidentes que marcan la historia desde el 58 para acá. Entonces Carlos Andrés Pérez es una figura histórica importantísima que hay que valorarla como tal y que nosotros mismos, yo mismo como dirigente del MAS, no supimos valorarlo en la importancia que tuvo en ese entonces.

Carlos Andrés Pérez no era un revolucionario, al contrario, combatió a la revolución que intentó imponernos a nosotros el castrismo y nosotros por nuestra propia cuenta también, la combatió con toda la fuerza que disponía el Estado, como ministro del interior fue un duro combatiente. Es decir que no era un revolucionario, pero tampoco era un conservador. Más adelante veremos que sus pleitos con Úslar Pietri y con los llamados notables tienen que ver con que no era un conservador. En sus dos gobiernos hubo progresos importantes de los cuales habría que hablar: la nacionalización del petróleo y del hierro, que nadie se había atrevido en Venezuela a hablar de eso, salvo en Venezuela, Política y Petróleo, donde Betancourt dice que le parecía bueno pero nunca lo hizo y ni siquiera estimulaba a su partido para que lo hiciera. Eso lo hizo Carlos Andrés Pérez.

La política de su primer gobierno logró un cambio importante, algo que Betancourt nunca lo quiso aceptar: que Acción Democrática entrara en la Internacional Socialista y se reconociera como un partido de la socialdemocracia, un partido del socialismo democrático. Eso lo logró Carlos Andrés Pérez y así se transformó en el Vicepresidente para América Latina de aquella Internacional Socialista. Y durante su segundo gobierno también fue un reformador. En lo económico logró integrar un equipo con jóvenes y técnicos brillantes que lamentablemente no pudieron desarrollar el plan que tenían. Porque seguramente si hubiesen desarrollado aquel plan no hubiera habido chavismo: estoy convencido de que no hubiera habido chavismo si el plan que Carlos Andrés Pérez tenía con Miguel Rodríguez, Ricardo Hausmann, Moisés Naim, hubiese tenido éxito. Pero ese plan tuvo muchos enemigos. Los primeros enemigos fueron Acción Democrática y un señor a quien llamaban “El Caudillo”: Luis Alfaro Ucero, que no sé cómo llegó a ser jefe de Acción Democrática y tener un poder ilimitado dentro del partido. También la CTV fue enemiga del plan, aunque ha debido ser partidaria de Carlos Andrés Pérez porque el proyecto era para reformar el estado productivo y dirigir un proyecto económico de desarrollo, pero pensaron que se iba a crear más capitalismo empobrecedor de los trabajadores. Otro enemigo que le dio un golpe mortal a ese plan económico fue Teodoro Petkoff, un economista brillante que dijo aquella frase referida a los técnicos que crearon el programa: “No tienen burdel”, queriendo decir que no tenían ninguna experiencia para gobernar. Todo eso terminó con Carlos Andrés Pérez y no pudo realizar su programa de gobierno. Pero en lo político fue un reformador: la gran reforma que introdujo Carlos Andrés Pérez fue que, en la lucha entre civilismo y militarismo, entre centralismo y democracia, entre centralismo y descentralización, entre federalismo y presidencialismo, se fue por la elección directa de gobernadores y alcaldes. Es decir: lideró aquel cambio importantísimo. Ahí quienes militábamos en el MAS fuimos sus aliados. No nos opusimos a eso, aunque nos habíamos opuesto a la política económica. Y aquello permitió cambiar al país. Veníamos de un gobierno absolutamente absurdo, el gobierno de Jaime Lusinchi, quien designó gobernadores a los secretarios generales de Acción Democrática de cada estado. Carlos Andrés Pérez cambió aquello. Y con eso Pérez fue un reformador. Ahora, tuvo un enemigo muy poderoso: Ramón Escovar Salom, quien había formado parte de su equipo. Hombre muy inteligente, pero muy duro con Carlos Andrés Pérez. No sé qué le cobraba. Le hizo un juicio que lo llevó a abandonar la Presidencia de la República y ser enjuiciado. Fue un juicio por peculado, por corrupción, en el cual salió absuelto Pérez. Y entonces lo enjuiciaron por un delito administrativo: por malversación, por haberle entregado un dinero a la señora Violeta de Chamorro, entonces presidente de Nicaragua y quien venía adversando, imagínate tú, la guerra civil entre sandinistas y los contras. Ahí ciertamente hubo una violación administrativa y de eso se valió Escovar Salom para llevarlo a la condena.

¿Aquello torció el destino del país?
Bueno, si no torció el destino del país al menos torció el destino de Carlos Andrés, quien tuvo entonces la casa por prisión, fue expulsado de Acción Democrática y ya no era adeco. El líder más importante, desde los fundadores, ya no era adeco. Entonces se lanza al senado por el Táchira, contra su antiguo partido, y barrió en las elecciones. Por eso digo que fue un líder fundamental de todo este proceso democrático. A él lo sustituyó el doctor Ramón Velásquez, una persona muy vinculada desde hace muchísimo tiempo con las luchas democráticas del país y quien había estado preso en Guasina. Eso permitió que el proceso siguiera. Cuando hubo el golpe de Estado, Rafael Caldera, en aquella recordada sesión del Congreso, actuó de manera oportuna para hacer un discurso como el que hizo y en verdad influyó mucho sobre el electorado. Quizás en aquel momento no influyó para que Caldera fuera presidente, pero sí influyó para que a futuro Hugo Chávez fuera el factor dominante en la política del país.

¿Y cuál era la perspectiva del MAS en aquel momento? Visto desde hoy, ¿cuál fue la responsabilidad del MAS durante ese período? ¿Le faltó al MAS convertirse en el relevo socialdemócrata? ¿Por qué el MAS no pudo salir, digamos, de un modo de hacer política todavía muy vinculado con la del Partido Comunista y dar el giro a un partido de masas capaz de ser el relevo de lo que hizo AD en los primeros veinte años de la democracia? ¿No es el MAS, en cierta medida, responsable del surgimiento del chavismo al no haberse convertido en un relevo?
Mira, durante muchos años sostuve que el MAS había sido un fuerza nueva que había logrado cambios sustanciales en la política, tal vez influido por gente importante del exterior que nos respaldaba y nos veía de esa manera. Gabriel García Márquez, El Gabo, se consideraba militante del MAS. Octavio Paz, no sólo gran poeta sino además el primer ensayista del México contemporáneo, llegó a escribir en su libro El Ogro Filantrópico palabras muy laudatorias sobre el MAS y en particular sobre Teodoro Petkoff, llamando a que los comunistas mexicanos aprendieran de lo que pasaba en Venezuela. Sin embargo, con el correr del tiempo, he llegado a la conclusión de que el MAS tuvo un defecto de nacimiento. Y a ese defecto podría ponerle nombre y apellido: José Vicente Rangel.

El problema estaba en que un partido que nace y quiere hacer historia propia, que quiere ser distinto y diferenciarse no sólo del viejo Partido Comunista sino también de AD y de COPEI, no para ser el tercer partido político del país sino para influir en un cambio importante, cometió el error de poner a José Vicente Rangel de candidato presidencial. Y no lo digo ahora porque José Vicente Rangel se pueda considerar adversario de uno, por sus actitudes y comportamiento durante los últimos 17 años al servicio del chavismo, sino porque José Vicente Rangel no era socialista, no era socialdemócrata. El pensamiento de José Vicente Rangel estaba a la altura de don Mario Briceño Iragorry, lo cual no es nada malo considerando que don Mario era de un pensamiento liberal, liberal moderado. Y eso era lo que venía trayendo a José Vicente Rangel de URD, con Jóvito Villalba y con don Mario. Hasta ahí llegaba. De la izquierda no sabía nada ni le interesaba mucho, salvo que lo apoyara. Y nosotros fuimos a ese proceso. Y ese proceso nos costó diez años, los diez primeros años de la historia del MAS. No es una historia tan larga como la del PSOE, que tiene más de cien años en España, pero sin embargo nos deben pesar esos diez años: cinco años de una primera candidatura y cinco de la segunda, para que llegara al fin la candidatura de Petkoff por primera vez, que representaba lo propio. Y aún más: peleando con José Vicente, quien aspiraba por tercera vez.

Eso nos hizo daño, porque nos marcó. Es verdad que el MAS superó el dogma comunista, pero no para asumir una verdadera condición de socialismo moderno, como el socialismo que impusieron en el partido español el grupo de los andaluces, de Felipe, de Guerra y de otros, quienes lograron imponer un cambio profundo en lo que era ese socialismo que dejó de ser marxista, que entró en la OTAN, que hizo todas esas cosas. No quiero decir que eso sea signo de progreso, pero sí son signos de rebeldía pues, dentro de un pensamiento socialista. Algo como lo que lograron los laboristas ingleses con Tony Blair, que después de muchos años de andar de derrota en derrota, de fracaso en fracaso, lograron con Blair un nuevo lanzamiento, algo muy importante para la izquierda europea. Eso en el MAS no lo pudimos hacer, entre otras razones, por los comunistas que nos acompañaban. Todos veníamos del Partido Comunista, pero muchos, aunque rompieron con el comunismo, se quedaron en esos límites que José Vicente Rangel más o menos establecía. Es decir: faltaban niveles de audacia para ser en verdad un partido más moderno. Y luego vino el desastre de las luchas internas, que ya es otro problema.

Si bien las luchas internas abrieron la democracia en el partido, algo muy bueno porque tuvimos un partido democrático en el cual la gente podía conquistar posiciones luchando por ellas, también generaron el surgimiento de corrientes internas. No es como se ha creído y como algunos historiadores del MAS y gente que ha escrito sobre la vida del MAS han reducido a una confrontación entre Pompeyo y Teodoro. No. Teodoro y Pompeyo empezaron muy amigos. Tan es así que el Partido Comunista se rompe y se funda el MAS, entre otras razones, porque Pompeyo es solidario con Teodoro quien iba a ser expulsado del partido, según el argumento de “El Catire” García Ponce, diciendo que Teodoro era trotskista. Después de eso, al final de todo, cuando nos vamos del MAS, nos vamos juntos. También se fueron Pompeyo y Teodoro juntos. Esa amistad se ha mantenido durante muchos años, durante mucho tiempo. Y no es precisamente de allí de donde vienen los grupos. Los grupos surgen por una desviación al interior del MAS corpuscular, en la cual no fueron los llamados tucanes, perros y halcones, sino algo más que eso.

Los primeros logros de la descentralización nos favorecieron. Llegamos a ganar hasta siete gobernaciones. También alcaldías importantes. El MAS no rompía el bipartidismo porque la polarización adeco-copeyana no se podía romper por arriba, por vía de las elecciones presidenciales, porque nuestros candidatos no pasaban del famoso 5% al cual se refería José Ignacio Cabrujas. Ni José Vicente ni Teodoro. Empezamos a romperla por abajo, por la vía de la descentralización. Aquello trajo consigo el grupismo y, luego, viene Chávez. Y cuando viene Chávez es el colmo, porque se supone que los masistas, los dirigentes del MAS, estaban educados en la lucha contra el ultraizquierdismo. Eso los definía. En Chávez, por ejemplo, Pompeyo Márquez vio el militarismo y eso a él, que había sido un luchador contra Pérez Jiménez, lo puso en contra desde un comienzo. Teodoro vio en Chávez los viejos planteamientos de la ultraizquierda de Cuba. Chávez se hizo amigo de Fidel Castro y empezó a rodearse de los izquierdistas viejos de Venezuela, una ultraizquierda que había venido siendo derrotada paulatinamente y continuamente por el MAS y que por eso tenía poca presencia. Sin embargo, tuvieron una resurrección con Chávez. Por eso resulta incomprensible que dirigentes del MAS se hayan hecho chavistas.

Si pasamos años en el MAS enfrentando a Fidel Castro, enfrentando las posiciones ultraizquierdistas, ¿cómo es que alguien del MAS iba a apoyar a Chávez? Sin embargo, una parte importante del partido terminó apoyándolo. Eso nos hizo muchísimo daño y produjo la división. En una convención, ciento treinta y seis dirigentes del sector que yo dirigía, más Pompeyo y Teodoro, firmamos un documento en contra del apoyo a Chávez. Era un documento que habían redactado la noche anterior Bayardo Sardi y Luis Manuel Esculpi. Pero el sector de Felipe Mujica y Leopoldo Puchi, quienes se unieron y lograron ser mayoría, apoyaron a Chávez. Ese mismo día lo proclamaron y desde entonces el partido pasó a ser chavista, aunque por poco tiempo. A Puchi lo nombraron Ministro de Interior y Justicia y duró apenas unos meses. A Felipe Mujica ni siquiera lo llevó para diputado. Se fueron otra vez a la oposición, pero de nuevo se dividieron. Y entonces dos gobernadores, Didalco Bolívar de Aragua y Ramón Martínez de Sucre, junto con Rafael Simón Jiménez, que era líder en Barinas, fundaron PODEMOS. La palabra “Podemos” es una palabra del himno del MAS, que escribió Aníbal Nazoa y se le puso la música de Mikis Theodorakis, el gran músico griego, y se quedaron respaldando a Chávez. Y, bueno, ésas son las consecuencias del MAS.

En el período que comienza en 1998, ¿cómo caracterizarías al Gobierno? ¿Qué elementos crees que prevalecen hoy? ¿Es un sistema socialista? ¿Es un sistema fascista? ¿Es un sistema militarista? ¿Totalitario? ¿Autoritario? ¿Cómo lo clasificarías?
Es un régimen de dictadura militarista y con elementos fascistas determinantes. Que el comunismo cubano pueda entenderse bien con ellos es otra cosa: tienen intereses crematísticos, petroleros y de todo tipo para mantenerse en esa relación, pero lo que hay en Venezuela no es precisamente un comunismo. Se impone el militarismo. Y así ha sido siempre. Yo digo que el chavismo desde un comienzo empezó a poner militares al frente de distintos cargos de dirección, de gobierno y de Estado. El Gobierno se fue haciendo militarista desde muy temprano y eso es el chavismo. Hay quienes dicen ser chavistas y que adversan a Maduro. Eso es un falso dilema y una gran mentira: Maduro es el chavismo. Él asume la condición de chavista y hace lo que Hugo Chávez estaría haciendo. Diosdado Cabello es lo mismo: también es chavista. Son chavistas y así se van a mantener o van a terminar fuera del Gobierno.

¿Y qué es el PSUV?
El PSUV es un partido de Gobierno. Un partido que gobierna y que se formó en el Gobierno. Fue creado en el Gobierno y para el Gobierno. Un partido que se forma por empleados públicos, que mueve empleados públicos para sus actos, que se basa en el presupuesto del Estado para sostenerse, que nunca ha vivido lo que viven los partidos políticos cuando se constituyen buscando el poder: vivir tratando de hacerse fuerte, de hacerse grande, de hacer una propaganda con pocos recursos. El partido de Chávez lo ha tenido todo. El PSUV tiene consigo alguna pobresía, pero la tendrá mientras tenga dinero para darle. Y la pobresía sigue en aumento y sigue teniendo graves problemas, de modo que la pobresía no es un sector social seguro: cambia de acuerdo a cómo cambian los gobiernos. El fin del chavismo se avecina porque no les queda nada de liderazgo y no hay líderes que puedan sostener ese partido.

¿Cuál líder cree que tiene las condiciones para manejar un país que va a estar en una situación muy difícil en un futuro próximo? ¿Quién tiene las condiciones requeridas?
El primer problema aquí es el de la transición, porque los problemas van a ser graves y el chavismo va a estar haciendo oposición radical en la calle todo el tiempo. Hay un escritor alemán que llama “héroes de la retirada” a quienes van creando condiciones propicias a la democracia donde ha habido sistemas dictatoriales. Sin Gorbachov no hubiera habido un Boris Yeltsin. Sin Jaruzelski en Polonia no hubiera habido un Lech Walesa. Sin Adolfo Suárez no habría habido un Felipe González. Y aquí mismo en Venezuela, no hubiera sido posible un gobierno democrático de Rómulo Betancourt sin Wolfang Larrazábal. Es decir: gente que viene de allá, que viene de ese lado. Eso es lo que debe aparecer, una persona de esa naturaleza. Creo que sería negativo que un gobierno de transición comenzara con alguno de los nuevos partidos que se han formado. Son partidos que tienen mucha importancia, pues se han formado en la lucha contra este régimen dictatorial y arbitrario: Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, el partido de Leopoldo López, la reconstrucción de Acción Democrática sobre bases nuevas. Eso ha sido importante, pero no veo la urgencia de que alguno de ellos dirija un gobierno de transición, porque ese gobierno de transición se va a conseguir con los graves problemas que tenemos.

Hay gente trabajando la parte económica de la transición y están elaborando un programa sumamente bueno que es capaz de sacarnos de la crisis en poco tiempo, pero para eso necesitamos a alguien capaz de ser uno de esos héroes de la transición.

Se me ocurren algunos, pero me parece que sería inconveniente decirlo. ¿Quién, por ejemplo, tendría objeciones a que Ramón Guillermo Aveledo, un intelectual, un hombre que ha demostrado equilibrio, sea capaz de encabezar la transición? Me atrevería a decir que hasta Pedro Palma, un hombre de la empresa privada, economista, o el doctor Alberto Arteaga, un hombre que defendió a Carlos Andrés Pérez en los momentos difíciles teniendo la razón jurídica, podrían formar parte de ese proceso. Hay gente que se ha enfrentado al despotismo y pudieran gobernar una transición. Una transición como la que hizo el doctor Ramón J. Velázquez, pues, eso es una transición.

Hay que mantener la unidad, pero también hacer las primarias. Y en esas primarias veremos si es Henrique Capriles Radonski, alguien que tiene todos los merecimientos y que ha estado muy cerca y ya ha combatido. Sabemos que ha sido un triunfador, tanto dos veces en la Alcaldía de Baruta como dos veces en la Gobernación de Miranda. Y en Miranda se enfrentó contra “chivos”, gente importante, gente privilegiada del chavismo y favoritos del propio Hugo Chávez. Y, sin embargo, Henrique les ganó. De modo que Henrique sería un candidato a participar en esas primarias. Lo mismo Leopoldo, que quizás estaría en libertad. Lo mismo puede ser Henry Ramos Allup, quien creo que ha logrado una figuración altamente importante en la política con valor, con coraje, con decisión.

Alguno de esos será, pero por ahora no nos adelantemos. Busquemos al hombre para la transición, que sería lo importante. Y a los economistas, a los técnicos. Mientras tanto mantengamos la unidad y sigamos tratando de revocarle el mandato a este señor.

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