China empieza a perder población por primera vez
La baja natalidad, imparable pese a la abolición de la 'política de hijo único', augura inestabilidad social y económica por el envejecimiento
El coloso chino, con sus 1.400 millones de habitantes, empezará la cuenta atrás de su saldo demográfico -diferencia entre nacimientos y fallecimientos- este mismo año.Varios expertos chinos en demografía, consultados por la cadena CNN, auguran que la ambición del régimen de Pekín de convertirse en superpotencia tiene a su mayor enemigo en casa: la falta de nacimientos. Como consecuencia. el modelo económico basado en el inmenso mercado interno comenzará a flaquear, y más aún la perspectiva financiera. Con un sistema de Estado bienestar ya muy deficiente, cada vez serán menos los trabajadores jóvenes que tendrán que sostener con su esfuerzo y sus impuestos a una sociedad envejecida.
Las estadísticas oficiales dadas a conocer por Pekín el mes pasado no ocultan los hechos.
En 2020, tuvo una tasa de 1,30 hijos por mujer en edad de fertilidad, que será aún menor este año. En Europa, la tasa de fertilidad se sitúa entre 1,7 y 1,8 niños por mujer, también por debajo de la necesaria para el reemplazo generacional que está entre 2,2 y 2,5 hijos por mujer fértil. La situación es especialmente dramática en España, que registró en 2020 un índice de fertilidad de 1,18 hijos por mujer fértil.
En términos globales, en China nacieron este año unos 9,5 millones de niños y las defunciones superaron los 10 millones. Así lo estima James Liang, experto en Economía en la Universidad de Pekín. «Con esas cifras se puede afirmar que China ha entrado muy probablemente ya en 2021 en crecimiento negativo», concluye otro de los consultados por la cadena norteamericana, el demógrafo He Yafu.
El declive de la natalidad es, sin duda, el resultado de la ‘política de hijo único’ decretada en 1980 por el régimen comunista para frenar con ingeniería social el crecimiento demográfico. Aquella decisión, entre otros dramas, produjo el de los feminicidios, en la búsqueda del hijo varón -en especial en el ámbito rural- y al amparo de las facilidades otorgadas por el régimen para el aborto. En 2015, cuando las autoridades chinas pusieron freno bruscamente a la política del hijo único y autorizaron tener hasta dos, las cifras emergieron con toda su crudeza. Durante los 35 años anteriores se habían producido millones de abortos de niñas y esterilizaciones forzosas. Decenas de millones de varones no pudieron casarse por falta de novia.
La decisión del régimen de Pekín de permitir ahora hasta tres hijos, y las restricciones al aborto aprobadas el pasado mes de septiembre, llegan tarde. Y llegan mal. Las nuevas medidas son vistas por la población como una campaña más por parte de la tiranía comunista dirigida a manipular la vida privada de los ciudadanos, sin ofrecer en paralelo un marco de ayudas a las madres, a la vivienda y a la educación de los hijos.