En Venezuela, hasta los bebés deben hacer fila

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A la sede de Farmatodo que sirve a la zona cercana del barrio Santa Cruz, en Caracas, llegó la mañana del lunes un contingente de la Guardia y la Policía Nacional Bolivariana.

No fueron para un operativo antidrogas o a frustrar un robo, sino a poner orden en la inmensa fila de mujeres que se generó en cuestión de minutos cuando llegó la leche para bebés.

 Desde hacía al menos tres meses que el producto no se veía por allí. El nerviosismo fue tal que el local cerró sus puertas y solo permitía la entrada con cuentagotas. En unas pocas horas, se vendió el cargamento.

La escasez de productos básicos en Venezuela hace tiempo que no es problema que afecta solo la alimentación, la salud o la higiene de los adultos. Desde hace por lo menos un año –pero con agudeza desde hace seis meses–, cosas esenciales para la crianza de bebés y los niños pequeños, como pañales, cremas contra pañalitis, fórmulas lácteas, champús, vitaminas y medicinas sencillas, se consiguen esporádicamente en los anaqueles.

Casi todos son productos importados –o que necesitan la importación de materia prima para su fabricación– afectados por el drástico recorte en la asignación de divisas por parte del Gobierno Nacional, que además regula sus precios muy por debajo del mercado internacional o la inflación, lo que los hace más atractivos aún para su compra y reventa.

Algunos no tienen más remedio que pagarles a los revendedores, pero otros simplemente no pueden, pues el sobreprecio es muy alto.

Eso le pasa a Jorge Rodríguez, el papá de un bebé de casi dos años en la ciudad de Maracaibo que pidió ayuda a través de las redes sociales para conseguir leche y pañales talla XXG. “Yo no puedo hacer la cola por horas para comprar y los revendedores abusan, no tengo suficiente para pagarles lo que piden. Por un paquete de pañales grande piden hasta 3.000 bolívares (15 dólares a la máxima tasa oficial) cuando el precio regulado es de 200 bolívares (1 dólar)”, le explica a EL TIEMPO.

“Los miércoles, que es mi terminal de cédula, trato de conseguir algo, pero la fórmula hace meses no la veo. Traté de darle leche en polvo normal –que tampoco se consigue fácil–, pero no le cayó bien. Como es un bebé grande, le doy un pedacito de plátano hervido o arepa, pero a él le gusta dormir con su tetero. Hemos pasado días sin leche y el sufrimiento es horrible”, dice el padre de familia.

Su anuncio a través de Twitter le ayudó a capear el momento. Cientos de padres acuden a esa vía o a Facebook para anunciar lo que necesitan, ofrecer lo que les sobra o proponer trueques.

Así, por ejemplo, se han creado cuentas como @yo_conseguí, en la que se leen anuncios como: “Cambio S-26 Gold de 0-6 meses por leche Enfagrow o Prebio 1 o NAN pro crecimiento. En Caracas”.

Pero no siempre internet es la vía, y lo que queda es el dinero contante y sonante. En las barriadas populares, llegan a venderse los pañales al detal hasta por 40 bolívares y las latas de leche para bebés hasta en 600 bolívares (cuestan entre 200 y 270 en los mercados).

En general, mucha gente ya opta por usar pañales de tela, pero estos también son caros; seis gasas largas llegan a venderse hasta por 4.000 bolívares, o 20 dólares. Y en el caso de las fórmulas, las familias con bebés con requerimientos especiales –prematuros, intolerantes a la lactosa, con necesidad de más hierro– o mellizos pasan verdaderos vía crucis para conseguir suficiente producto.

Valga la referencia de que el sueldo mínimo en el país apenas supera los 7.000 bolívares, unos 36 dólares al tipo de cambio oficial más alto.

Lo que se encuentre

La gente se queja además de que tiene que echar mano de productos que no le corresponden. “A mi hijito de tres años le tuve que lavar el pelo con Pantene porque no consigo champú de niños”, dice una señora en una fila de la farmacia.

Otra le responde con un cuadro peor: tuvo que llamar a varios centros pediátricos para poder vacunar a su bebé y tampoco consigue ácido fólico.

“Tenemos fallas de cantidad en polivitamínicos, hierro, ácido fólico; en medicamentos como anticonvulsionantes, antibióticos, desparasitantes, y en casos de enfermedades graves como cáncer. Es un suplicio para la mamá y para nosotros”, explica el doctor Huníades Urbina, presidente de la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría (SVPP).

“Hemos optado por recetar los nombres genéricos de las medicinas o vitaminas para que cuando comiencen a buscar compren lo que consigan. También tenemos fallas importantes en el suministro de vacunas. El Gobierno, a través del Ministerio de Salud, ofrece gratuitamente las del esquema ampliado de vacunación, pero no todo el mundo acude a los establecimientos públicos, generalmente muy colapsados”.

Urbina señala que el Estado no está otorgando recursos suficientes para que los consultorios y clínicas privadas puedan surtirse de las vacunas necesarias, y cubrir a la población que se atiende en centros privados y que llega a pagar hasta 2.000 bolívares (10 dólares) por vacunas como la pentavalente, que inmuniza contra difteria, tosferina, tétanos, hepatitis B, meningitis y cierto tipo de neumonía. Pero a los privados les está tomando meses conseguir las vacunas, pues tanto para estas como para las fórmulas lácteas, el Gobierno Central tiene un retraso entre 8 y 10 meses para entregar las divisas, explica el doctor.

Una de las vacunas que no está dentro del esquema público es la de la varicela, por lo que la SVPP contabiliza hasta la duplicación en el número de casos, pues desde hace al menos dos años el Estado no otorga los recursos para su importación. En Venezuela no se producen vacunas, todas deben comprarse fuera del país.

La espera no tan dulce

La ‘dulce espera’ en Venezuela también se hace dentro de una fila. Para tratar de evitar la molestia de hacer ‘colas’ cargando a sus bebés, las madres prefieren hacerlas en plena gestación, llevando la cuenta de los pañales que van comprando para cada etapa. Así, se ha hecho común calcular el número de pañales que necesitan los infantes para cada etapa, que si hacen falta entre 500 y 600 pañales talla P y hasta 1.200 de la talla ‘G’, poco a poco las casas de las mujeres embarazadas se van convirtiendo en depósitos de paquetes de pañales, cremas para pañalitis y vitaminas que se consiguen con mucha dificultad. Familias y amigos también se integran como parte de la red de búsqueda, sobre todo desde que los productos para bebés también se venden por terminal de cédula.

VALENTINA LARES MARTIZ
Corresponsal de EL TIEMPO

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