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La soledad de Nicolás Maduro: el 85% no quiere su Constituyente

Nicolás Maduro se ha quedado solo en su defensa del proceso constituyente, con el que pretende atornillarse en el poder. Al frente de una cúpula cívico-militar, formada por los dirigentes más cercanos de su entorno y por los generales con más poder del país, lidia frente a una rebelión que suma a la inmensa mayoría del país.

«¡Una bulla!», animó el ‘hijo de Chávez’ a una veintena de chiquillos que le jalearon al parar su comitiva frente a un edificio de la Gran Misión Vivienda en el centro de Caracas. Rodeado por una decena de escoltas, el presidente abrazó a los niños, tan contentos como inocentes. Pero en cuanto aparecieron los mayores, comenzaron las peticiones, sobre todo de trabajo, que Maduró desvió a sus colaboradores antes de salir hacia otro lugar. La escena duró poco más de un minuto.

La última encuesta de Datanálisis, más allá de los vídeos de la propaganda gubernamental, confirma lo que se siente en cada rincón del país. El 85% de los encuestados está convencidos de que no es necesario cambiar la Constitución de 1999, tal y como pretende el primer mandatario. El 86,1% considera que es necesario convocar un referéndum consultivo previo, tal y como decreta la Carta Magna, y solo el 13% está de acuerdo con que el presidente la convoque directamente, tal y como se ha hecho hasta el momento.

Las elecciones para la Constituyente se celebrarán el 30 de julio sin participación de la oposición ni del chavismo crítico, con unas bases comiciales tramposas, «que crean un traje electoral a la medida, contrarios a la igualdad de condiciones«, según el pensador revolucionario Javier Biardeau.

Unas elecciones sectoriales y territoriales que el madurismo ha diseñado para ganar a sabiendas que el 72,4% de la población evalúa negativamente a su líder, quien solo cuenta con el respaldo positivo del 21,9%, según el sondeo de Datanálisis.

La soledad de Maduro no solo se mide en Venezuela. «En la voz de los obispos venezolanos también resuena la mía», aclaró el Papa Francisco tras reunirse con la directiva de la Comisión Episcopal Venezolana, crítica férrea al madurismo. «La Constituyente no es la solución para los graves males que aquejan a los venezolanos», insistió monseñor Diego Padrón.

El Vaticano solo volvería a la Mesa del Diálogo si Maduro cumple los cuatro puntos que exigió en la carta dirigida por monseñor Pietro Parolin al gobierno de Caracas: la liberación de los presos políticos, la apertura de un canal humanitario, el respeto a la Asamblea Nacional y la presentación de un cronograma electoral.

En definitiva, una soledad que también dificulta los festejos que tanto gustan a la revolución. Tanto es así que hoy el fútbol venezolano vivirá con incertidumbre el hito más importante de su Historia: la final del Mundial sub-20, que los chicos de la selección Vinotinto jugarán contra Inglaterra.

Un partido que la cúpula madurista presenciará con temor, tras los las innumerables críticas de los jugadores en el exterior y el reclamo del seleccionador nacional, Rafael Dudamel: «Presidente, paren ya las armas. Esos chicos que salen a las calles lo único que quieren es una Venezuela mejor».

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