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¿Libertad de expresión?

¿De qué te sirve la libertad de expresión si eres el primero que se siente facha por ser de derechas?

Resulta divertido observar el llanto y crujir de dientes de toda la progresía porque, ¡oh, cielos!, Elon Musk es el nuevo dueño y señor de Twitter. Andan todos como pollos sin cabeza, corriendo de un lado a otro mientras anuncian el fin del mundo: ¡el fascismo ha llegado! Malos momentos para la democracia, si esto lo proclaman tanto Biden como Angels Barceló será que es verdad, ¿a santo de qué dejar hablar a todo el mundo? ¿Qué será lo siguiente, que nos enteremos con luz y taquígrafo de los asuntillos de Biden hijo? ¿Que llegue a España el debate que se mantiene en otros países sobre la relación entre las vacunas Covid y el aumento de ictus y cardiopatías? La ciencia, para cuando interesa. Y los trapos sucios son de derechas. Respecto de la izquierda sólo cabe discutir sobre lo fascista que resulta no considerar el indulto a Griñán una medida humanitaria. Así nos las gastamos. Por eso me parecen más tiernos todavía quienes celebran victoriosos la llegada de Elon Musk. No hay más dios que Twitter, y Elon Musk es su profeta. Angelitos.

Qué rápido nos hemos olvidado de ese anuncio de Pirelli, en el que aparecía un corredor de atletismo con tacones junto al eslogan «La potencia sin control no sirve de nada» (deberíamos reutilizar la imagen como símbolo de la transexualidad en el deporte, por cierto). No me malinterpreten, no sugiero que deba existir control a la libertad de expresión. Lo que me propongo es recordar que de nada sirve ésta si los discursos están pervertidos en su base. Encontramos un triste ejemplo en el debate público que se ha generado en torno al asesinato de la niña Olivia y que muchos se empeñan en bautizar como «suicidio ampliado», no les vaya a estropear la realidad lo bien construido y derramado que tienen el discurso dominante. El mismo según el cual Otegi es un hombre de paz y no un terrorista, y Junqueras un osito de peluche que pretende evocarnos a Nelson Mandela. Lo de que su partido político gobierne saltándose la constitución día sí, día también, lo de dar golpes de Estado y amenazar con nuevos (pero con leyes menos restrictivas, ojo) para otro día: ‘som gent de pau!’.

¿De qué te sirve la libertad de expresión si eres el primero que, de forma consciente o inconsciente, se siente culpable, execrable, despreciable y, sobre todo, facha por ser de derechas o por querer que tu patria permanezca unida? Si tú mismo, cuando ves a alguien reivindicar tu país, piensas en automático «uy, qué facha». Si tú mismo giras la cabeza hacia otro lado ante el aumento de la delincuencia y las violaciones, sólo porque no quieres que piensen que eres racista. Ah no, yo no. Yo soy bueno, y necesito que la izquierda lo entienda. Tengo una mala noticia: la izquierda, hagas lo que hagas, entenderá que eres un facha. Es lo único que tiene claro porque entender, lo que se dice entender, no se entiende ni a sí misma. Sólo sabe que debe mandar. Amén.

 

 

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