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Azúa: Modos de matar

Modos de matar

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Este sí me parece un cambio relevante en la política mundial, ahora se puede asesinar por teléfono. No es exactamente un teléfono, sino una especie de walkie-talkie y otro al que llaman busca, una forma primitiva de comunicación electrónica anterior al móvil y que ahora sólo usan algunos obreros, como por ejemplo los que mueven o guían las grandes grúas de los puertos.

Es interesante porque, hayan sido los israelitas u otros servicios secretos, el uso de esta técnica se extenderá sin duda por todos ellos, aunque lo más probable es que sólo se inutilicen esos aparatos para usos criminales, como los de Hezbolá, hasta que caigan en manos de las mafias. Sucedió con las murallas que rodeaban a casi todas las ciudades europeas antes del siglo XVI. En cuanto se vio lo que era capaz de hacer la recién inventada artillería, las murallas cayeron todas como aplastadas por su propio peso.

Sin duda, otros adminículos mecánicos serán capaces de llevar una carga y explotar en las narices de sus usuarios. La vieja amenaza de que estamos siendo controlados gracias a estas máquinas portátiles ha tomado una nueva dimensión. Resultan potencialmente mortales y no porque provoquen tumores cerebrales como decían los videntes.

Este paso adelante en la técnica del asesinato me parece de considerable importancia. Vean si no los atentados que ha sufrido el candidato Trump. Los homicidas siguen actuando como en la época de Lincoln, o sea, un tío (aún no hay tías en esta especialidad, por lo menos conocidas) provisto de un arma antiquísima que dispara sobre su víctima a unos metros de distancia. Completamente obsoleto. A pesar de la ineficacia de los servicios de seguridad del candidato, los dos asesinos han fallado estrepitosamente. Eso no habría sucedido si los criminales hubieran tenido buenos asesores técnicos.

«Casi todas las grandes instituciones han caído en manos de arribistas que sólo están interesados en mantener su sueldo del Estado»

La violencia física se va abriendo camino en las sociedades actuales gracias a una atmósfera estremecida y propiciada por la agresividad de los políticos profesionales, cada vez más presionados por las redes demagógicas, otro invento técnico de graves consecuencias. Y parece que la violencia seguirá creciendo. Hay una cierta atrofia en los grandes aparatos, los partidos, los sindicatos, las instituciones del Estado, debido a la mineralización del personal, agarrado al sillón de modo convulso. Casi todas las grandes instituciones han caído en manos de arribistas que sólo están interesados en mantener su sueldo del Estado o alcanzarlo. Una pulsión de codicia que nada tiene que ver con la función para la que fueron creados esos puestos.

Observen, en el caso español, cómo han caído en la inepcia absoluta los grandes servicios que han sido tomados por los arribistas que enchufa cada día el marido de Begoña. Dos son particularmente conocidos, Correos y Transportes. En ambos casos la incompetencia de los amigos del autócrata los ha reducido a cenizas.

Más grave será cuando empiece a tomar decisiones un tipo tan inverosímil como el director del Banco de España recientemente enchufado, pero en este caso tardaremos en percatarnos porque, a diferencia de los transportes y el correo, el Banco de España tiene poca incidencia en nuestra vida cotidiana. Para cuando nos demos cuenta de la ruina que nos ha traído, será demasiado tarde.

 

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