Barranquilla entre la vida y la muerte

Llegó el momento que nunca quisimos que llegara a la ciudad. La combinación de la crisis social y económica con la emergencia de salubridad. Una encrucijada critica que nos pone al borde del colapso y sin margen de maniobra. Tuvimos 3 meses para enfrentarnos al inexorable pico de la pandemia más holgados, mejor preparados, pero no lo logramos.

De eso se trataba la cuarentena, no solamente de ganar tiempo para fortalecer la infraestructura hospitalaria, sino de adecuar a la sociedad para la nueva realidad. Mantener a raya la propagación del virus y empezar a construir una nueva ciudadanía que permitiera abrir la economía sin riesgos. La política pública fue errática, se desperdició el tiempo, y la carrera del contagio parece ganarle al esfuerzo hospitalario.

Las cifras son dolorosas. Sin presentar ningún tipo de condición especial, Barranquilla y el Atlántico, presentan tasas de mortalidad por covid-19 (4 por ciento) muy por encima del promedio nacional (3,2 por ciento). En los últimos 7 días somos la zona del país en donde más personas mueren: el 40 por ciento de las muertes de todo el país. El nuevo foco del contagio, una tragedia.

Para colmo de males nuestras UCI parecen estar en el límite (80 por ciento de ocupación) y no baja el contagio. Este viernes tuvimos una cifra récord de 626 casos, por primera vez más que Bogotá en una jornada. Además, la confianza en los gobiernos locales viene en descenso, en la última medición de Datexco la aprobación del gobierno distrital cayó en 10 puntos ubicándose en el 43 por ciento, la cifra más baja de la hegemonía de la Familia Char en el poder.

Es preocupante y no se notan cambios significativos en la gestión. A Pumarejo se le nota muy solo, ni siquiera rodeado por Cambio Radical y Alex Char, quienes son corresponsables políticos del gobierno. ¿Dónde están? Mucho menos por los congresistas del departamento y la clase dirigente.

El arropaje parece estar por el lado del gobierno nacional quien ha dispuesto un grupo de trabajo para acompañar al gobierno Distrital y Departamental.  Una intervención que llega en buena hora, de la cual esperamos los mejores resultados. Una noticia esperanzadora, pero no suficiente.

El gobierno necesita hacer mayor presencia en el territorio no solo con la policía o el ejército. Aunque es importante el cierre de barrios y toque de queda como medida de choque, la gente no aguanta más encierro y la economía tampoco. Se requieren protocolos estrictos y mucha más pedagogía con la ciudadanía, puesto que pareciera que aún no hay un convencimiento de su necesidad. Es el único camino cuando hay que mezclar el impostergable regreso a la normalidad con el contagio.

Hemos insistido en el abordaje heterogéneo. En los barrios más críticos se necesita una toma integral con dotaciones básicas (comida e implementos de aseo) con un liderazgo visible: puestos de mando unificado por localidad o sectores. El aislamiento de los positivos debe ser automático y ágil, el hacinamiento puede estar impactando la subida del contagio

En las zonas menos criticas pueden ensayarse modelos menos restrictivos con protocolos más efectivos que involucren autocuidado y la sociedad civil organizada -que pueden convertirse en promotores cívicos comunitarios- ¿Se podría ampliar o abrir a dos jornadas en el horario de las prácticas deportivas?

Es el momento de jalar todos para el mismo lado, pero eso depende principalmente del alcalde y la gobernadora. Concitar a la ciudadanía requiere generar confianza, tener una hoja de ruta clara y consistente e información transparente. Quedan dos meses para frenar a la muerte en Barranquilla, no podemos bajar la guardia y dejarle la responsabilidad a la gente. Es la acción coordinada y eficaz del gobierno como ganaremos esta batalla, de eso se trata el liderazgo de una ciudad.