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El ‘hombre nuevo’ está acabando con Cuba

'Lo peor es la pérdida de valores, que explica el tsunami de violencia delincuencial, directamente proporcional a la crisis general del castrismo.'

Imagen de Ernesto 'Che' Guevara en un muro de La Habana.
Imagen de Ernesto ‘Che’ Guevara en un muro de La Habana. FOLHA DE SAO PAULO

 

 

«Cuando llevo trenes de pasajeros la gente duerme con los maletines amarrados en los pies o los brazos.» Esto no lo contó el conductor de un tren asaltado por «cowboys malos» en un western de Hollywood. Lo narra un empleado ferroviario en la Cuba del «hombre nuevo», donde aumentan diariamente los asaltos y saqueos, de personas, tiendas, almacenes, trenes y ómnibus, atracos y salvajes asesinatos.

Se ha disparado elfeminicidio. En los primeros 44 días de 2023 ya han sido asesinadas diez mujeres por sus maridos, novios, amantes, o pretendientes. En 2022 fueron 34 las mujeres asesinadas, según la plataforma independiente Alas Tensas.

Matar personas a mansalva para robarles un teléfono móvil, o un triciclo, y el asesinato de mujeres alcanzan niveles nunca vistos ni imaginados en Cuba. Dejan muy atrás a aquellos dramas del programa radial «El suceso del día» en la época prediluviana, en el que Joseíto Fernández cantaba su inmortal «Guantanamera» con estrofas que narraban la desgracia ocurrida.

Al grano. Quienes tenemos más edad recordamos las arengas del argentino Ernesto Guevara (le gustaba que le dijeran Che), y muchas veces también de su jefe Fidel Castro, sobre el «hombre nuevo» revolucionario que se estaba forjando en Cuba en la construcción del socialismo para llegar al comunismo.

¿Cómo? Trabajando durísimo, hasta diez y 12 horas diarias, echando el bofe en jornadas extenuantes de trabajo «voluntario» en la agricultura (cortando caña sobre todo), en la industria, la construcción; asistiendo a cursos ideológico-políticos y a movilizaciones militares con las milicias. En el Ejército Juvenil del Trabajo (disimulados campos de trabajo forzoso). En la escuela al campo, y en el campo; se separaron niños y adolescentes de sus padres para adoctrinarlos mejor.

El hombre nuevo debía estar dispuesto a sacrificarlo todo, incluso su familia, sin esperar remuneración alguna. Se suprimió lo de dar «estímulos materiales» (dinero), solamente «morales» (banderitas y galardones de «vanguardia») como premio a los más destacados en la emulación socialista, que Guevara y Fidel Castro afirmaban sustituía a la libre competencia capitalista.

Había que trabajar por pura conciencia y no por dinero, porque eso reducía  el obrero a perrito del laboratorio de Pávlov, movido solo por estímulos materiales.

El Che nos dijo: «Así no se forja el hombre nuevo»

Y a propósito, hago aquí un paréntesis muy ilustrativo. A mediados de 1963 un grupo de jóvenes del Ministerio del Comercio Exterior (MINCEX) fuimos a un trabajo voluntario, a limpiar con machetes el marabú y la maleza en unos terrenos muy cercanos a la costa este de La Habana, que era un mar de piedras filosas (dienteperro). Aquello era un trabajo inútil, agrícolamente hablando.

También fueron jóvenes del Ministerio de Industrias y al frente de ellos el ministro, el «Che» Guevara. La jornada terminaba a las 11:30AM y a esa hora los del MINCEX nos sentamos a descansar, pues el Che seguía trabajando y decidimos esperar a que él terminara para irnos.

Al poco rato el comandante argentino-cubano dejó de machetear, vino directamente hacia nosotros y nos preguntó: «¿Qué tiempo llevan ustedes ahí sentados?». Le respondimos que nos habían dicho que el trabajo terminaba a las 11:30. Y nos reprochó: «Así no se forja el hombre nuevo, ojalá ustedes sean tan puntuales para entrar al trabajo como para salir». Y al ver que nosotros teníamos un solo camión nos dijo: «La próxima vez quiero ver que ustedes (los del MINCEX) traen tres camiones llenos».

Me consta que entre nosotros allí esa mañana nadie creía que era posible un hombre superior ideal. Y que aquello era un sueño del «Che». Algunos sabíamos que Marx nunca habló de eso. Y después supe que Lenin cuando algunos bolcheviques se lo sugirieron lo calificó de «tontería».

En síntesis, «El Carnicero de La Cabaña» copió la idea del «hombre superior» nazi, derivado del «superhombre» de Friedrich Nietzsche que Hitler le tomó prestado al nihilista y misántropo filósofo para crear el hombre nuevo nazi protagonista del nuevo orden fascista mundial que duraría 1.000 años.

Feminicidio, asesinatos, asaltos, saqueos, robos con fuerza

El supermán de Guevara incluía el agravante de que además debía ser «una fría máquina de matar», según postuló en su carta a la Conferencia Tricontinental.

Fue aquella la utopía más descocada y alejada de la realidad de todas las concebidas desde que Platón lanzó su República (propiedad comunal y no privada para mantener la igualdad), pues negaba como ninguna otra el axioma de que los seres humanos traen en su ADN individualismo, egoísmo ancestral, genético. Nacemos con virtudes, y defectos. El «Che» fue incapaz de entender (al igual que Marx, Lenin, Mao y Fidel) que sin propiedad privada no hay economía que funcione.

Chocó de lleno con Adam Smith, padre de la teoría económica moderna, quien explicó genialmente: «No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés…»

Aquellos soñados superhombres guevaristas hoy conforman un cóctel social nada edificante. Muchos mienten y fingen para no buscarse problemas con la dictadura, roban al Estado para sobrevivir o lucrar, trabajan lo menos posible pues lo que les pagan demasiado poco. Otros son ladrones y criminales.

Hoy el «hombre nuevo» está desconectado de la «revolución». El famoso «relevo histórico» (la juventud) grita en las calles «Abajo la dictadura» y «Libertad», como ocurrió el histórico 11J. Le dice «asesino» en su cara a Ramiro Valdés. Y emigra para vivir en el capitalismo.

Lo peor es la pérdida de valores, que explica el tsunami de violencia delincuencial, directamente proporcional a la crisis general del castrismo. Como dijo el poeta romano Virgilio, «el hambre es mala consejera». Pero no solo eso explica la violencia en Cuba. El régimen comunista se afinca en la violencia y el abuso, y de la mano del marxismo-leninismo-estalinismo genera pérdida de valores, falta de moral y ética, sinrazón y la arbitrariedad. Ya Marx en el primer tomo de El Capital sentenció: «La violencia es la partera de toda sociedad vieja que lleva en sus entrañas otra nueva».

El proyecto guevarista parió una subcultura bárbara

Y el proyecto guevarista-fidelista parió una subcultura de corte bárbaro, o medieval. El 4 de febrero último la adolescenteLeydi Bacallao, de 17 años, llegó corriendo a una estación de policía en Nuevitas y pidió protección, pero llegó su expareja, entró a la estación y delante de los policías la mató a machetazos sin que ninguno de ellos hiciera nada para impedirlo. El lunes 13 de febrero, en Jovellanos, hallaron debajo de una cama el cadáver de Mercedes Vasallo, asesinadas a puñaladas y un fuerte golpe en la cabeza.

Días antes, también en Nuevitas,Yudel López,de 41 años, fue descuartizado a machetazos para robarle un triciclo eléctrico; su cadáver fue cortado en pedazos y lanzado a un río. El 10 de febrero en Camagüey fue hallado el cadáver del taxista Guperto Cánovas, de 72 años, asesinado para robarle su automóvil. El 2 de febrero fue asaltado y asesinado en Jagüey Grande (Matanzas) el cubanoamericano Roberto Medina, presidente de la empresa privada Renova (venta de equipos tecnológicos, con 20 empleados).

A diario jóvenes encapuchados, o no, asuelan el país. Asaltan ómnibus y trenes, crece como bola de nieve el robo violento de vacas, caballos, cabras y cerdos, para comercializar su carne y otros usos. Solo en Sancti Spíritus en 2022 se robaron 5.000 caballos, y 24.000 de ellos desde 2017.

Robo hay en todas partes, podría decir un izquierdoso, pero eso no encaja en un país socialista «en revolución» que ha formado «hombres nuevos» que construyen la sociedad perfecta. ¿No?

Quién lo habría imaginado hace medio siglo. Esta marea de crímenes espeluznantes y delincuencia sin control la protagonizan expioneritos que juraban ser como el «Che». Son hoy «hombres nuevos» que erosionan los fundamentos mismos de la república que conocimos en vivo los más viejos hoy. Nutren un grado de ingobernabilidad que lleva de la mano a un Estado fallido.

 

 

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