Encuentro Humanista: Todos somos occidente

Comparto hoy el editorial más reciente (con algún párrafo adicional pertinente) de la revista ENCUENTRO HUMANISTA (No. 21), de la cual soy coeditor.

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Partamos del reconocimiento de que hoy, en el mundo, casi no hay un país donde no haya un riesgo razonable de guerra, de conflicto, de violencia. Para incitar ello se necesitan liderazgos, personajes y grupos de poder que estén dispuestos a promover la violencia. Un protagonista estelar es, sin duda alguna, Vladimir Putin.

Su acción criminal contra Ucrania ha reactivado y clarificado los deberes que hoy tiene la alianza militar más importante de la historia. La OTAN cumple 75 años con desafíos de todo tipo, especialmente la agresión de Putin contra Ucrania, sus instituciones, sus ciudadanos, sin distingo de edad, sexo o religión.

Ese ataque ha servido para fortalecer e integrar aún más a la OTAN: el ingreso de Finlandia y Suecia, con una larga tradición de no intervención, desplaza el centro de gravedad de la Alianza aún más al norte de lo que ya está.

El ministro de Asuntos Exteriores de Suecia, Tobias Billström, acaba de participar en la primera reunión a nivel ministerial desde que su país se convirtió en el 32º aliado de la OTAN el mes pasado. Y es que ya no era posible obviar la preocupación ante una posible incursión rusa a gran escala, tal como ocurrió en Ucrania en 2022. Por ello, Suecia y Finlandia buscaron la protección de la alianza.

La ministra finlandesa de Asuntos Exteriores, Elina Valtonen, indicó que “la OTAN representa la libertad de elegir” y agregó que: “Las naciones democráticas y los pueblos libres decidieron unirse. A diferencia de cómo Rusia expande sus fronteras mediante agresión o anexión ilegal”.

La OTAN es una alianza militar, un bloque colectivo de defensa que se creó para proteger la seguridad de las naciones que la integran. La firma del tratado fundacional de la OTAN se produjo el 4 de diciembre de 1949 en Washington.

Comenzó con 12 miembros de América del Norte y Europa, y fue fundada como consecuencia de los crecientes temores de que la Unión Soviética se transformara en una amenaza militar para las democracias europeas.

El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, destacó en el acto del 75 aniversario que el Tratado de Washington es muy breve; «solo 14 párrafos en unas pocas páginas», que sin embargo han tenido un gran peso en términos de seguridad, prosperidad y paz.

Por su parte, el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, rindió homenaje, el día previo al aniversario, «a los millones de soldados, marineros y aviadores cuyo coraje y voluntad de arriesgar sus vidas han dado peso a nuestro sagrado compromiso de defendernos unos a otros».

Y lo siguen haciendo.

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Podría decirse que la OTAN busca proteger los valores de Occidente, que hoy están siendo atacados como nunca antes. Una diferencia fundamental con los tiempos fundacionales, cuando se iniciaba la llamada «Guerra Fría», es que hoy los principios que dieron creación a las democracias del planeta están siendo minados dentro de las propias sociedades liberales.

En reciente discurso en La Sorbona, Emmanuel Macron ha alertado sobre los peligros que enfrenta hoy la Unión Europea, y pide el desarrollo de un «nuevo paradigma europeo». Señala que «debemos ser lúcidos sobre el hecho de que nuestra Europa, hoy, es mortal. Puede morir, y eso depende únicamente de nuestras decisiones; «ha llegado el momento en que Europa decida en qué quiere convertirse«.

Los conflictos internos en las naciones son alentados desde una izquierda iliberal (el caso español es cada día más alarmante) y una extrema derecha populista y conspiranoica. Ambos peligros deben enfrentarse.

Poderosas coaliciones presididas por Rusia, China, Corea del Norte e Irán están intentando destruir todo el edificio de la libertad que tanto costó construir, principalmente en Europa y Norteamérica. Estos autoritarismos «buscan volver a trazar las fronteras por la fuerza”. En Europa, pero también en Asia y África.

De hecho, ya están atacando a Europa. Recientemente la OTAN y diversos gobiernos como Alemania, Eslovaquia y Polonia han alertado ante repetidos ciberataques rusos a sus instituciones.

La muerte reciente del presidente de Irán, en accidente aéreo, genera turbulencias graves no sólo en ese país -con el evidente enfrentamiento entre los clérigos en el poder y los grupos militares- sino que asimismo pone en alerta a la región y a todo el planeta. Irán es motor esencial de los ataques no sólo a Israel, o en la búsqueda de la desestabilización del medio oriente, sino contra las democracias occidentales, sus valores y principios. Asimismo, apoya las tiranías de Cuba, Venezuela y Nicaragua.

Mientras tanto, hoy la ayuda a Ucrania es fundamental. Afortunadamente, el incomprensible bloqueo que existía en la Cámara de Representantes norteamericana ha sido por ahora superado, pese a presiones de todo tipo para que se impidiera la ayuda al asolado país de Zelenski.

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En el centro de la definición estratégica de la Alianza se encuentra la promesa de seguridad colectiva, establecida en el Artículo 5 del Tratado, que obliga a una respuesta unida en caso de ataque. Un ataque a uno de sus países miembro se considera un ataque a todos.

La OTAN debe contar con todo el apoyo de los ciudadanos de las sociedades libres, y darle esperanza a aquellos pueblos y sociedades hoy sometidos a yugos autoritarios.

2024 es un año fundamental para la OTAN porque, además de los conflictos bélicos en curso, la alianza tiene otros desafíos en el plano político, este es un año marcado por importantes desafíos electorales. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos ofrecen un marcado contraste en términos del papel estadounidense en la Alianza.

En Estados Unidos se juega en buena medida el futuro de la OTAN como hasta ahora ha existido, y por ende el futuro de los valores de Occidente, especialmente atacados por el tirano Putin y por sus aliados y amigos.