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Por la libertad de Nicaragua: autoconvocatoria versus anticuadas etiquetas ideológicas

 

<<No aprendemos que la insurrección de Abril vino para emancipar a un país del fracaso de las ideologías y de las etiquetas, del sistema partidario, del sistema de élites y familias de la mafia; desafortunadamente, en vez de refundación y autoconvocatoria, cada quién buscó su trinchera.>>

Con cada nueva elección en América Latina se rompe más la oposición democrática en Nicaragua; cada quién elije bandos en luchas que apenas conocemos más allá de los titulares de los periódicos.

Cada vez queda más demostrado y enterrado el concepto de autoconvocados en Nicaragua, porque a esa lucha popular y democrática los mismos que le querían quitar etiquetas hoy son los primeros en ponerle las etiquetas del bando que eligen individualmente. Cuando lo colectivo, la justicia, la lucha contra las mafias y la refundación del Estado debería ser la prioridad, muchos buscan refugio en las ideologías y las siglas, para sentirse seguros en una carrera que se volvió politiquera y oportunista.

Por eso es tan necesario que, con cada elección en América Latina, sea cual sea el resultado, se haga el necesario ejercicio de autocrítica para recordar que el principal combustible de la dictadura es el parasitismo económico y político que la alimenta.

Ahí tienen al Cosep de ejemplo, pero también a quienes creían, contra todo principio de realidad, que se darían elecciones limpias; y así empezaron una carrera de exterminio y de aniquilamiento contra quienes antes compartían calles, tranques, universidades, y autoconvocatoria.

Este fue el gran costo político que se pagó por intentar que desapareciera el concepto potencia de autoconvocatoria: una división permanente en etiquetas ideológicas, cuando las ideologías en Nicaragua, bien entendidas o no, no han resuelto nuestros problemas básicos.

Por eso el concepto de autoconvocatoria era tan importante, porque superaba toda visión del viejo mundo conservador, liberal y socialista con que las mafias nos mantenían entretenidos, mientras hacían cosas de mafias, no de políticos; cuando hacían sus pactos.

Por eso cada nueva elección en América Latina es un espejo para los nicaragüenses; un espejo donde se ve claramente que no aprendemos, a pesar de que la dictadura y las mafias han pasado por encima de cualquier grupo ideológico y político, desde izquierda hasta derecha.

No aprendemos que la insurrección de Abril vino para emancipar a un país del fracaso de las ideologías y de las etiquetas, del sistema partidario, del sistema de élites y familias de la mafia; desafortunadamente, en vez de refundación y autoconvocatoria, cada quién buscó su trinchera.

Y ahora, además de luchar contra la dictadura, también se tiene que luchar con los acampados de las ideologías que viven en sus burbujas históricas del somocismo de los 50s, el sandinismo de los 80s o el conservadurismo del siglo XIX.

Si alguna lección deberían extraer, los políticos que dicen dirigir la oposición en Nicaragua, sería la de leer las encuestas y pensar un poco en ese más del 70% de población nicaragüense que quiere futuro sin cárceles ideológicas y partidarias. La autoconvocatoria sigue siendo posible.

 

 

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