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Stratfor: La mayor amenaza a Venezuela viene de adentro

La mayor preocupación del gobierno venezolano no es lo que la oposición pueda hacer a continuación, sino lo que sus propias fuerzas armadas son capaces de hacer. FEDERICO PARRA / AFP

La empresa de análisis geoestratégico Stratfor publicó hoy en su portal web un análisis sobre la situación de crisis en Venezuela, y especula sobre las próximas acciones del gobierno de Nicolás Maduro y las reacciones probables de la administración de Donald Trump y de otros países pertenecientes a la OEA.

Pronóstico
El gobierno venezolano usará inteligencia humana y vigilancia electrónica para vigilar de cerca a sus fuerzas armadas. / Aunque no parece existir una sublevación militar, Caracas dependerá de un monitoreo cuidadoso para minimizar el riesgo de que uno de ellos surja a medida que la economía se hunde más profundamente en la crisis. / Mientras Venezuela trabaja para erradicar las amenazas desde dentro, también tendrá que lidiar con una administración estadounidense más hostil y el riesgo de expulsión de la Organización de Estados Americanos.

Análisis
Este año será el más difícil para Venezuela desde que los precios del petróleo se derrumbaron en 2014, arrastrando a la economía del país con ellos. En menos de tres meses del año 2017, Caracas ya está lidiando con una incesante inflación y escasez de alimentos, así como con la incertidumbre que ha acompañado a la nueva administración estadounidense. Frente a los problemas que parecen no tener fin, el gobierno venezolano también se ha defendido de los desafíos de sus opositores políticos de la Mesa de Unidad Democrática mediante el uso de ofertas de conciliación para meter una cuña entre ellos. Sin embargo, la mayor preocupación de Caracas no es lo que la oposición pudiera hacer a continuación, sino lo que sus propias fuerzas armadas son capaces de hacer.

Una crisis se está gestando
Según fuentes sin nombre de Stratfor, el gobierno venezolano ha decidido mantener un ojo más cercano a sus tropas. La Dirección General de Contrainteligencia Militar ha comenzado a supervisar a los oficiales militares de rango medio desplegados en las Regiones de Defensa Estratégica (REDI) y Zonas Estratégicas de Defensa (ZODI) del país. Las siete REDI de Venezuela, que son administradas por los generales designados por el presidente, contienen docenas de ZODI comandados por oficiales adicionales. Y es al parecer la lealtad de estas figuras lo que preocupa a Caracas.

La principal preocupación del gobierno reside en el hecho de que los oficiales de REDI y ZODI tienen espacio para actuar -y animar a sus subordinados a seguir- sin el conocimiento inmediato de sus superiores. Los comandantes de REDI y ZODI tienen autoridad para emitir órdenes directas a las unidades bajo su control y, en teoría, podrían dirigir una acción militar contra el Estado mientras mantienen en la oscuridad al ministro de Defensa y al Comando Operativo Estratégico en cuanto a sus intenciones. Con la esperanza de impedir que un levantamiento se desarrolle algún día, el gobierno ha comenzado a escudriñar las idas y venidas de las filas inferiores de estas unidades.

Al final del día, los temores de Caracas de una insurrección probablemente no se realizarán. El interés propio y las persistentes diferencias entre las tropas venezolanas serían obstáculos difíciles de superar en un intento por derrocar al gobierno. Pero para los líderes civiles del país sería absurdo de no tratar a los militares con cautela. Venezuela está atrapada en una crisis económica de proporciones históricas que seguirá atormentando a sus ciudadanos en los próximos años, y en la medida que la insatisfacción popular se dispare, un golpe puede convertirse en una opción tentadora para redimir los agravios de larga data.

Desafortunadamente para Caracas, no hay solución rápida a los problemas económicos del país, que se derivan de más de una década de gastos excesivos y mala gestión financiera dentro del gobierno. Cuando los precios del petróleo se desplomaron en 2014, simplemente exacerbaron estos problemas. Las importaciones cayeron bruscamente y la inflación se disparó; se espera que aumente de nuevo a más de 700 por ciento en 2017 en comparación con el año anterior. Mientras tanto, los venezolanos están sufriendo una escasez generalizada de casi todos los alimentos básicos, y según una estimación, los precios de estos bienes subieron más de 500 por ciento el año pasado.

Nubes negras por delante
La falta de claridad en torno a la postura del presidente estadounidense Donald Trump hacia Venezuela ha introducido una fuente adicional de ansiedad para el gobierno en Caracas. Bajo el ex presidente Barack Obama, las autoridades estadounidenses abrieron varias investigaciones sobre miembros de alto rango del gobernante Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), entre ellos al comandante de la Guardia Nacional, Néstor Reverol, al vicepresidente Tareck El Aissami y al ex presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Aunque el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos sancionó a varios funcionarios venezolanos, no aplicó las mismas medidas contra instituciones estatales involucradas en actividades delictivas, como el lavado de dinero.

Eso podría cambiar durante el mandato de Trump a medida que se amplía el alcance de las investigaciones contra el gobierno venezolano. Washington podría optar por imponer sanciones más severas a Venezuela, tal vez dirigiéndose al gigante petrolero estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA). Si lo hace, la empresa tendrá más dificultades para hacer negocios con empresas y personas bajo la jurisdicción de los Estados Unidos, lo que probablemente haga que su producción caiga aún más. Considerando que la producción de PDVSA representa alrededor del 95 por ciento del valor de las exportaciones venezolanas, la disminución de los ingresos de la empresa limitaría aún más la capacidad del país para importar alimentos.

Lidiando sin dañarse con la tormenta
Estas duras realidades económicas y políticas no son sólo problemas de política que la élite gobernante de Caracas debe resolver, son amenazas existenciales a su gobierno. Incluso si los precios del petróleo comienzan a rebotar en los próximos años, la inflación probablemente se mantendrá alta, al igual que el riesgo del país de incumplimiento financiero. Y cualquier nueva sanción de los Estados Unidos contra PDVSA sólo empeorará las cosas. En vez de tratar de arreglar lo que no tiene arreglo los líderes venezolanos han adoptado su siguiente mejor enfoque: intentar cerrar las entradas de agua en el casco

Hasta ahora la estrategia del gobierno parece haber funcionado. Aunque las encuestas sugieren que menos de un tercio de los venezolanos apoyan al partido gobernante, el presidente Nicolas Maduro ha logrado evitar disturbios generalizados y demorar las elecciones regionales que su partido tiene una oportunidad importante de perderlas. La inesperada calma del país puede explicarse en gran medida por el hecho de que la mayoría de los candidatos a manifestantes pasan la mayor parte de su día ocupados tratando de satisfacer sus necesidades básicas, como comprar comida en la medida que es cada vez más escasa. Sin partidos de oposición capaces de reunir y coordinar a la población insatisfecha del país, además, hay límites en cuánto al daño que los votantes puedan hacer al control del gobierno sobre el poder.

El ejército, sin embargo, es otro asunto enteramente diferente. Incluso si la amenaza de la insurrección es actualmente baja, no se puede descartar la posibilidad de que los soldados infelices con la dirección de su país monten un golpe. Después de todo, la escasez de alimentos y los altos precios afectan tanto a los soldados como a los civiles, sobre todo porque los bienes importados son muy pocos entre el ciudadano venezolano medio. De hecho, un vídeo difundido a principios de marzo donde se ve a dos guardias nacionales que buscan comida en bolsas de basura se ha vuelto viral entre los usuarios venezolanos de Internet, planteando la incómoda cuestión de cuán leales se mantendrán las tropas a un gobierno que no puede aliviar sus pesadas cargas. Dicho esto, los suministros de alimentos a los militares varían mucho dependiendo de la ubicación, rango de los soldados y el acceso a fondos adicionales. Y aunque la mayoría de la base está sufriendo junto con el resto de la población, el nivel medio de las fuerzas armadas y los altos rangos probablemente no lo están.

De cualquier manera, Caracas continuará manteniendo un ojo cauteloso sobre sus oficiales militares en la medida que la situación económica empeora. El gobierno venezolano no es ajeno a vigilar a aquellos que considera podrían representar una amenaza para su gobierno, incluyendo figuras de la oposición y activistas políticos. Y como las dificultades generan la frustración popular hacia Caracas, la administración gobernante seguirá manteniendo su mirada fija en sus propias fuerzas por temor a la amenaza que proviene de adentro.

 Traducción libre del inglés por lapatilla.com

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