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La demonización de los inmigrantes, un peligroso juego electoral

 

En los 32 segundos de metraje, las palabras que más pesan son “amnistía” e “inmigrantes ilegales”. El tono es tenebroso, las perspectivas más sombrías aún. “Nunca he apoyado una amnistía o beneficios para los inmigrantes ilegales y nunca lo haré”, afirma al final del spot electoral la aspirante al Senado por Kentucky Alison Lundergan Grimes.

El anuncio de campaña no sorprendería quizás si viniera de uno de los tantos políticos republicanos más conservadores que rechazan tajantemente cualquier gesto migratorio como una “amnistía” y que acusan a sus oponentes de ser “blandos” en materia de seguridad fronteriza.

Barbaridades se han dicho a montones. Desde el congresista de Iowa Steve King, que el año pasado afirmó que por cada joven indocumentado que estudia hay cien con las pantorrillas como melones de cargar tanta droga por la frontera, hasta más recientes vinculaciones de la inmigración ilegal con preocupaciones en boga, como el terrorismo del Estado Islámico o el ébola.

Los activistas proinmigración están por tanto bastante acostumbrados a escuchar las acusaciones más insólitas del bando más conservador. El problema es que éste no es el caso. Grimes es la candidata demócrata en Kentucky, que busca arrebatarle el escaño a uno de los pesos pesados del Partido Republicano, Mitch McConnell.

Y no es tampoco la única demócrata que en esta campaña de cara a las legislativas de noviembre rehuye cualquier gesto que pueda hacerla aparecer favorable a la situación de los indocumentados. En una conferencia sobre hispanos en Washington a comienzos de octubre, el congresista demócrata Luis Gutiérrez, uno de los máximos defensores de la reforma migratoria, recordaba una conversación mantenida con su hija que vive en Louisiana, donde la senadora demócrata Mary Landrieu lucha por mantener su escaño.

“Hablé con mi hija y me dijo papá, ¿es Landrieu republicana? Yo le pregunté que por qué, y ella me dijo: porque está actuando de forma bastante conservadora aquí”, relató Gutiérrez.

“Yo le dije no hija, ella es demócrata, ¿cuál es el principal tema que se está usando en (la campaña) en Louisiana? Y me dijo: en dos palabras, inmigrantes ilegales”, agregó.

La decisión del presidente de Estados Unidos, el demócrata Barack Obama, de retrasar hasta después de las elecciones del 4 de noviembre cualquier medida ejecutiva que, a falta de una reforma migratoria pueda paliar las deportaciones de indocumentados, pretendía quitar de la campaña electoral un tema que podía dañar a demócratas que compiten por un escaño con republicanos ultraconservadores.

Pero aun así, y a pesar de que otras preocupaciones como el ébola han adquirido prioridad, la reforma migratoria -y la demonización de los indocumentados- sigue siendo un recurrente tema de campaña. Incluso entre los demócratas, aunque los republicanos no se quedan a la zaga.

En Kansas, otro de los Estados que puede poner en juego la mayoría demócrata en el Senado, uno de los mensajes del senador republicano Pat Roberts -cuyo rival en las urnas es el independiente Greg Orman- muestra una parte del muro que separa la frontera estadounidense con México -pese a que Kansas está a casi mil kilómetros de allí- y dos indocumentados saltando la valla.

“La inmigración ilegal está amenazando nuestras comunidades y quitándole trabajos a ciudadanos de Kansas que los necesitan. Orman dice que apoya darles una amnistía a millones de inmigrantes ilegales. No es independiente, votaría con Obama”, asevera la voz que narra el anuncio.

Un tema -el de los indocumentados que le “quitan” el trabajo a los estadounidenses- que también centra la campaña de más de un millón de dólares que la organización NumbersUSA, que aboga por restringir la inmigración, está realizando con anuncios en televisión e Internet en Estados clave para el Senado como los de Kentucky o Kansas.

Para Cristóbal Alex, presidente del Latino Victory Project, una organización que promueve la voz latina en las comunidades mediante la fuerza del voto, mensajes antiinmigrantes de los dos partidos, pero sobre todo procedentes de demócratas como Grimes, constituyen un “esfuerzo desesperado que puede tener un efecto contraproducente”, porque los latinos tienen “una memoria larga”.

Hacer afirmaciones como esa son de cara al futuro una “receta para el desastre”, advierte. “Esperan ganancias a corto plazo que en el largo plazo hundirán sus posibilidades de llegar a la Casa Blanca”.

Y quizás no haya que mirar ni tan lejos ni apuntar tan alto. Arturo Carmona, presidente de la organización latina Presente, lleva semanas proclamando que “el Partido Demócrata no es nuestro amigo simplemente porque miembros del Republicano hayan trabajado tan duro para convertirse en nuestros enemigos”.

Consecuentemente, ha llamado desde columnas en Time o el Chicago Sun-Times a la comunidad hispana a salir a votar el 4 de noviembre, pero para hacerlo en contra de los que llama los “dirty four” (los cuatro sucios), los senadores demócratas que presionaron a Obama a retrasar su orden ejecutiva paliativa: Landrieu de Louisiana, Kay Hagan de Carolina del Norte, Mark Pryor de Arkansas y Jeanne Shaheen de New Hampshire.

“Si los demócratas quieren nuestros votos, harían bien en trabajar duro para ganárselos”, sostiene Carmona.

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