Alexis Ortiz: Redes sociales – paradojas y verificación

Temo aparecer como enemigo del progreso. Reconozco que internet significa un logro casi mágico de la humanidad. Pero todo avance tiene peligros y Umberto Eco, relevante teórico de la comunicación contemporánea, sentenció:

“Las redes sociales han hecho que la opinión de un idiota sea tan importante como la de un premio Nóbel”.

Las redes son instrumento valioso de conexión de la gente, información inmediata e incremento de la libertad de expresión individual y colectiva. Eso es indiscutible.

Pero también lo es que favorecen la conexión banal, el extravío de la información y empobrecimiento de la libertad de expresión. En el morbo de la “posverdad”, los “likes”, “fake news” y caos informático, la víctima inevitable es el ciudadano imposibilitado de digerir y confirmar el desenfrenado torrente de noticias.

En las redes prevalece la avidez de espectáculo, propia también de medios de comunicación tradicionales, la necesidad de comunicarse con las emociones y no con la inteligencia del usuario, el efectismo,   impactos, puerilidad y el remolino de mensajes.

Frente a tal antinomia de potenciación y debilitamiento de la comunicación, agravada por laboratorios de campañas abominables, empeñados en sembrar la confusión y/o manipular a los consumidores y votantes; frente a la indefensión del ciudadano, sin tiempo ni disposición para constatar los mensajes, lo pertinente es el esfuerzo de verificación.

Incluso los que vivimos de y para las noticias, padecemos la amenaza de la desorientación en el torrente de mensajes. Por eso una manera sencilla de orientarse es percatarse que si una de esas informaciones impactantes (“Biden odia a Venezuela o Trump ama a los mexicanos”), es mentira si no aparece en periódicos acreditados (“El País” de Madrid, “Le Monde de París”, “La Nación de Buenos Aires”, “The New York Times”, “The Washington Post”, “The Miami Herald”, “El Tiempo de Bogotá”…)

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