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Bolivia: Hacia la reelección indefinida

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Finalmente ha sucedido lo que tantos analistas vienen advirtiendo desde hace años y que, sin embargo, el gobierno de Evo Morales ha negado con insistencia: el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) prepara una reforma de la Constitución de 2009, favorable a la reelección presidencial indefinida, que deberá ser aprobada por el Congreso boliviano y luego sometida a referéndum popular.

Si la reforma gana ambas instancias, Morales podrá presentarse como candidato en las elecciones de 2019 y gobernar hasta 2025, año en que Bolivia festejará el bicentenario de su primera república.

Es interesante observar la mutación simbólica que en los últimos años se ha producido en el discurso oficial boliviano. En los años del lanzamiento de la Constitución del estado plurinacional, alrededor de 2009, Morales y su Vicepresidente, el marxista Álvaro García Linera, presentaban la nueva era histórica del país andino como una refutación integral de la república liberal fundada por Simón Bolívar y Antonio José de Sucre en 1825. Más de un analista y estudioso, incluyendo al actual líder del partido español Podemos, Íñigo Errejón, llamó la atención sobre las diferencias y desencuentros entre el bolivarismo de Hugo Chávez y el comunitarismo de Evo Morales.

Mientras el primero revindicaba abiertamente el modelo centralista y de presidente vitalicio de la Constitución boliviana, redactada por Simón Bolívar, el segundo parecía interesarse más en una distribución del poder entre las regiones y el centro y entre las comunidades y los sindicatos, que colocaba al líder nacional en un segundo plano o en una dimensión reemplazable. Ahora, con la búsqueda de la reelección perpetua y con el declarado propósito de celebrar el bicentenario de la primera república de 1825, Morales desanda la ruta autoritaria abierta por Hugo Chávez.

¿Cómo justifican García Linera y Morales el reeleccionismo presidencial? García Linera dice que no son el presidente o su partido, el MAS, los mayores interesados en la reelección, sino sectores populares que quieren a Evo hasta el 2025 o para siempre. Morales, por su parte, afirma que varios empresarios se le han acercado y le han preguntado “qué va a ser de Bolivia sin Evo”. Ambos, presidente y vicepresidente, trasmiten la idea de que Morales es imprescindible para la estabilidad económica y política del país andino. ¿No es ese el argumento central de toda la tradición cesarista latinoamericana? ¿El líder como garantía de equilibrio social?

Tras la definitiva suscripción de Morales de la reelección indefinida, los cinco aliados principales del ALBA (Cuba, Nicaragua, Venezuela, Ecuador y Bolivia) quedan emparentados en una misma modalidad reeleccionista, ajena al constitucionalismo democrático latinoamericano, que mayoritariamente se ha inclinado por la no reelección o la reelección no inmediata. En tres de esos países, Venezuela, Nicaragua y Cuba, ya existe la figura del presidente vitalicio. En los otros dos, Bolivia y Ecuador, está a punto de instaurarse.

Rafael Rojas es autor de más de quince libros sobre historia intelectual y política de América Latina, México y Cuba. Recibió el Premio Matías Romero por su libro «Cuba Mexicana. Historia de una Anexión Imposible» (2001) y el Anagrama de Ensayo por «Tumbas sin sosiego. Revolución, disidencia y exilio del intelectual cubano» (2006) y el Isabel de Polanco por «Las repúblicas de aire. Utopía y desencanto en la Revolución de Hispanoamérica» (2009).

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