Carlos Peña: La derrota de Bachelet, el triunfo de Piñera
«De algún modo el ex Presidente confesó que esa derrota era también suya. Y no suya porque Carolina Tohá se identificara con él, sino que se trataba de una derrota que prefiguraba la suya si -como con torpeza inexplicable proclamó Máximo Pacheco- su futura candidatura…».
No es posible revisar los resultados de esta elección municipal sin que salte a la vista una obvia conclusión: la Nueva Mayoría -es decir, la Presidenta Bachelet- es la derrotada.
Y Sebastián Piñera, el gran triunfador.
La derrota de Josefa Errázuriz en Providencia; el fracaso de Helia Molina, en Ñuñoa; la caída de Carolina Tohá en Santiago, tienen ese obvio significado. Se trata de comunas en extremo simbólicas, lugares que tienen el raro valor de una bandera, donde habita desde la vieja clase media a los sectores profesionales ascendentes. En todas ellas ganó la derecha.
A la misma conclusión debe arribarse cuando se miran los resultados de las comunas, las más grandes del país, donde habita la nueva clase media: Maipú, Puente Alto, La Florida. En todas estas comunas, que han crecido al ritmo de la modernización, y donde habitan esos miles de familias que han accedido al consumo, a la expansión educacional y al crédito, gobernará la derecha.
¿Qué puede significar todo eso, sino que lo más probable es que Bachelet acabe, de nuevo, entregando el poder a Sebastián Piñera?
El fenómeno no deja de ser notable si se atiende al hecho de que, desde la recuperación de la democracia, nunca hubo un gobierno que presumiera, como este, de haber sido capaz de detectar y luego interpretar, antes que nadie, los latidos de un nuevo ciclo histórico y político. Ese ciclo se habría desenvuelto al compás de un malestar creciente y extendido que la Presidenta Bachelet interpretaba; pero si es así, ¿por qué las figuras asociadas simbólica y mediáticamente a ese proyecto e inspiradas en ese diagnóstico perdieron en las urnas? ¿A qué se debe entonces que el electorado de los nuevos grupos medios haya rehusado el apoyo?
Esta elección municipal muestra lo obvio, algo que solo echándose tierra a los ojos se podía escapar. La clave de la siguiente elección presidencial, en lo que pueda modificarse el panorama en los meses que restan, depende de la capacidad de los grupos y las candidaturas para interpretar a esos nuevos grupos medios del tipo de los que se manifestaron en Maipú, la Florida, Puente Alto, Santiago, Maipú. La explicación, tan socorrida, pero falsa a la luz de la experiencia histórica, según la cual las elecciones municipales son elecciones locales, donde pesa la personalidad y la gestión más que las preferencias políticas globales, no son más que racionalizaciones para postergar el duelo.
Uno de los que comprende lo anterior es, por supuesto, el ex Presidente Lagos.
Al asistir a saludar a Carolina Tohá, de algún modo el ex Presidente confesó que esa derrota era también suya. Y no suya porque Carolina Tohá se identificara con él, sino que se trataba de una derrota que prefiguraba la suya si -como con torpeza inexplicable proclamó Máximo Pacheco- su futura candidatura presidencial pretende ser la continuación, solo que por otros medios, de la política impulsada por Bachelet.
¿Qué nos está diciendo este resultado? -preguntó el ex Presidente Lagos con el rostro y el ademán sombrío.
La respuesta es más o menos sencilla y solo la inevitable cautela del político le impide al ex Presidente reconocerlo de manera explícita.
Lo que este resultado afirma es que en democracia -es decir, cuando tarde o temprano la gente se pronuncia- no se puede hacer política a contracorriente, pretendiendo que se sabe mejor que la gente lo que la gente quiere; creyendo, con porfía inexplicable, que si la realidad social no se ajusta al diagnóstico, tendrá tarde o temprano que ajustarse a él. Una política a contracorriente, sabe el ex Presidente Lagos, lo sabe pero no puede decirlo de manera explícita y por eso solo dijo que había que oír a la gente, acaba en el resultado de esta elección: permite triunfar al adversario.
Entre todas las virtudes del político, quizá la más importante es la de saber interpretar las derrotas.
Y Lagos cuenta con ella.
Al oír a la Presidenta Bachelet en su discurso de ayer por la noche, en cambio, y escuchar los lugares comunes que pronunció (hacer mejor las cosas, hacer la política más transparente, apropiémonos de Chile, etcétera), no cabe duda que entre sus abundantes virtudes no se encuentra esa.
Carlos Peña