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Permitan que les sea franco

Este Gobierno se ha empeñado en hablarnos más de los muertos del franquismo que de los de la pandemia. Cosas de Su Persona

La historia, siempre la historia. La pseudo izquierda de chichinabo y moñete jamás se ha llevado muy bien con ella, y es lógico. En España arruinaron el experimento republicano – era imposible que aquello saliera bien con tanto dinamitero y tanto ateneísta metido a estadista de prestigio -, perdieron la guerra incivil, no pudieron echar a Franco de su sillón, las elecciones democráticas no siempre les dan la razón, a Stalin se le conoce como un genocida y el tío que más comunistas se ha cepillado a excepción de Mao Tse-Tung; en fin, que es difícil que puedan anotarse muchos éxitos. Uno, que ha sido del córner rogelio, reconoce que eso que aquí llamamos socialismo no es más que una copia regulera del modelo socialdemócrata sueco que acaba con hordas de islamistas incendiando el país. Además, nuestro comunismo patrio todavía cree estar en Stalingrado. Cuidado, en la checa de la ciudad mártir, entendámonos, que los comisarios políticos tienen nula vocación a la hora de ponerse al frente de la tropa para combatir al fascismo.

Como sea que ahora en el Gobierno no pueden ni saben ni quieren hablar de la hostia soberana que nos han dado la economía y el virus por su incapacidad criminal, sacan de debajo de la mesa a Franco, la memoria histórica, a todo lo que excita bajas pasiones entre los asilvestrados y horroriza, en cambio, a las buenas gentes que saben cómo acaban siempre por estos pagos estas cosas. Dice la vicepresidenta Calvo que hay que “resignificar” lugares como el Valle de los Caídos, aunque uno mucho se teme que lo único que buscan es derribar la cruz, que es lo que realmente les toca los nenúfares.

También quiere que se anulen las sentencias del franquismo, que se condene expresamente el golpe de Estado de 1936 y la dictadura franquista. Bueno. Imagino que, para que sea memoria de verdad y rigurosamente histórica, también deberán condenarse los intentos de golpe de estado del PSOE y el separatismo catalán de 1934, las condenas a muerte dictadas por Companys, las sacas y los asesinatos de civiles sin más que una parodia de juicio en zona republicana, los miles de religiosos brutalmente asesinados solo por el hecho de serlo, el robo de las reservas de oro del Banco de España o el que, en plan artesanal, llevó a cabo Indalecio Prieto a bordo del yate Vita. Y si hay que denunciar fundaciones que hagan apología del franquismo, también espero que se haga con todas aquellas que exaltan el odio y la insurrección contra la democracia, como la de Esquerra, las del Partido Comunista, las que existen en las Vascongadas, las que financia Colau para enseñar como se ocupa una propiedad privada, las que incitan al odio contra Israel, las que argumentan que hay que odiar al hombre por serlo, las que enseñan a masturbarse a niños pequeños. Si hemos de sacar cadáveres de las cunetas, que nada más faltaría, tengamos también presentes a todos los que asesinó ETA, mucho más recientes, y de cuyos autores no se sabe nada. Porque, miren, la historia y los muertos han de ser de todos, no solamente de unos.

Estoy por un sincera reconciliación nacional, porque superemos las viejas rencillas, pero esto no puede ir de pretender blanquear la historia para que parezca que quien ganó la guerra fueron los comunistas

 

Estoy por un sincera reconciliación nacional, porque superemos las viejas rencillas, por recordar lo pasado para que nunca vuelva a suceder, pero esto no puede ir de pretender blanquear la historia para que parezca que quien ganó la guerra fueron los comunistas. Esto pasa por dejar que los historiadores sin filiación política investiguen y nos comuniquen sus conclusiones. Ya les avanzo cuales serían: aquí, todos hicieron auténticas barbaridades y tan terribles fueron los campos de concentración de Franco como los de la República, que los hubo y fueron terribles. El mismo miedo debió pasar un médico católico en una checa, sabiendo que lo iban a torturar y a asesinar que un pobre maestro de escuela republicano que, por no ser de misa, tenía claro que quien aporreaba su puerta de noche era un comando de la muerte.

Dije una vez en televisión que no sabría distinguir la bala que mató a García Lorca de la que segó la vida a Muñoz Seca. Bueno sería que Carmen Calvo y los memoria-histórico fanáticos lo tuviesen en cuenta. La historia es la que es, hay que superarla y mirar hacia el futuro, como hicimos los españoles los últimos cuarenta años. Tan mal no nos fue.

Y perdonen que haya sido tan franco.

 

 

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