El dúo dinámico: Lennon-McCartney
Manolo Bellon, reconocido ‘disc-jockey’ y fanático irredento de los Beatles, presenta la historia completa de la banda, reunida en un nuevo libro. Compartimos un fragmento de un texto que se lanza el 30 de agosto a las 7:00 p.m. en la Librería Lerner.
Luego del encuentro de ese 6 de julio de 1957, del cual, como queda claro, la mayoría de los involucrados no tiene un recuerdo muy preciso, John Lennon, el impulsivo líder de la banda, analizó cuidadosamente el asunto de Paul, ese niño que lo había impresionado al tocar y cantar con gran maestría el tema Twenty Flight Rock, de Eddie Cochran. Según Lennon, Paul tocaba casi tan bien como él, lo cual podía convertirlo en una amenaza; sin embargo, si lograba mantenerlo a raya podía resultar útil para sus Quarrymen. Había también un factor adicional a favor de McCartney: era buen mozo, tenía un leve parecido con Elvis Presley. Había mucho a favor de invitarlo y lo que iba en contra se podía controlar, pero pese a todas estas consideraciones, John no se decidía a invitarlo al grupo.
Una semana más tarde, cuando Paul iba en su bicicleta camino a casa, luego de visitar a su compañero de colegio Ivan Vaughan en Menlove Avenue tomó un atajo y en el camino se cruzó con Pete Shotton. Detuvo su bicicleta, hablaron un rato y Shotton, de repente, le dijo: “Hemos hablado de ti, Paul. ¿Quieres ser parte del grupo?”. Él no vaciló un instante y dijo que sí, que sí estaba interesado.
Tras unos cuantos días y aparentemente sin los tradicionales ensayos, The Quarrymen, ahora con Paul en la guitarra, tocaron en un baile en el Clubmoor Conservative Club, situado en la calle Broadway, en Liverpool. Paul había planeado hacer un solo durante la fiesta, pero por motivos desconocidos no lo hizo. El toque, hasta donde recuerdan algunos de los participantes, fue bueno.
Terminada la presentación, Paul le mostró a John un par de melodías que había escrito. Desde el momento en que cambió la trompeta por la guitarra, el joven McCartney había comenzado a componer algunas canciones. Se sentía motivado no solo a tocar, sino también a escribir. I Lost My Little Girl fue uno de los temas que le mostró a Lennon. Su reacción fue de grata sorpresa. Pronto se estableció una sana competencia entre los dos. Cada uno escribía y adaptaba canciones, lo cual llevó rápidamente a que comenzaran a componer juntos.
En esta época, los muchachos compartían la afición por la guitarra y la composición, los discos y las películas. Por supuesto, Elvis era uno de sus artistas favoritos, cuyas películas iban a ver al cine siempre que podían. Chuck Berry, el guitarrista, compositor y cantante de rhythm and blues que había dado el paso hacia el rock and roll y se convirtió en uno de sus precursores, era otro de sus favoritos. No sobra recordar que canciones del llamado ‘Padre del rock and roll’, como Johnny B. Goode, Roll Over Beethoven y Rock And Roll Music, se convirtieron en grandes clásicos que siguen vigentes y que The Beatles tocaron y grabaron.
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Eddie Cochran, otra de las glorias de la música norteamericana, sonaba en el pequeño tocadiscos que John tenía en su alcoba en la casa de la tía Mimi. Los muchachos escuchaban también a Clyde MacPhatter, Little Richard, Buddy Holly y un desfile de nombres legendarios del rock and roll estadounidense. Pasaban horas escuchando, analizando y disfrutando los sonidos de estos ídolos del otro lado del Atlántico. Trataban de sacar las canciones, de aprender a tocarlas como lo hacían ellos y cantar como auténticos rocanroleros. Todo lo que oían en la radio y en los discos lo absorbían como esponjas, con una urgente necesidad de comprender, asimilar, interiorizar y convertir en propia toda esa maravilla que representaban los éxitos y los artistas del momento. Si bien venían del otro lado del océano, ellos los sentían como propios, como si hablaran el mismo lenguaje: esas canciones expresaban lo que sentían.
La amistad entre John y Paul florecía, y empezaron a pasar una mayor cantidad de tiempo juntos. Ocasionalmente se escapaban del colegio, y mientras el padre de Paul trabajaba se encerraban en su casa a intercambiar notas en la guitarra. Como Paul es zurdo y toca el instrumento al revés, John tenía que pararse frente a un espejo para poder tocar las mismas notas.
Pete Shotton, entretanto, empezó a sentirse excluido; su amistad con John se enfriaba y, según confesó después, sabía que sus días con The Quarrymen estaban contados; además, había cometido el pecado capital de confesar que la música no era su gran pasión. Así que sus días con el grupo llegaron a su final con una explosión: en un concierto, en medio de risas y diversión, John, en uno de esos arranques de rabia que lo caracterizaban, volteó a mirar al joven de la tabla de lavar y se la rompió en la cabeza. Pete, más por vergüenza que por cualquier otra cosa, se sentó a llorar. No quería saber más de los muchachos. Se sentía inútil, maltratado y traicionado, así que se marchó. The Quarrymen cambiaba su formación.
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Pese a todo, Shotton siguió siendo amigo de John, un amigo muy cercano. Esta amistad se mantuvo hasta entrados los años setenta, cuando ya Lennon, radicado en Nueva York, no podía hablar con él porque Yoko Ono impedía sistemáticamente sus conversaciones, hasta el punto de que hacía negar a su esposo cuando su amigo, convertido en empresario, lo llamaba. Esa fue la constante de Yoko con todos los que tuvieron que ver con John antes de que ella llegara a su vida.
Ivan Vaughan, quien curiosamente nació el mismo día que McCartney, ya había dejado el grupo hacía un tiempo pues su alma no estaba metida en el asunto de tocar música. Siguió siendo amigo de John y Paul a lo largo de los años. Aunque se casó y se dedicó a su profesión como profesor, los Beatles de los años sesenta trataron de involucrarlo en varios proyectos que no cuajaron, como desarrollar un proyecto de educación basado en la cultura de esa época. Su esposa, Jan, profesora de idiomas, fue quien ayudó con la letra en francés de Michelle. En 1977, Ivan fue diagnosticado con la enfermedad de Parkinson y cuando murió, en 1993, Paul le escribió un conmovedor poema, Ivan, como homenaje al excompañero y amigo.
Ahora The Quarrymen tocaban en eventos escolares y en concursos para aficionados, y a veces iban a oír a otros grupos para aprender de la competencia. También “recibían” –técnicamente se diría que robaban– discos sencillos de 45 revoluciones que otros muchachos les prestaban y no volvían a ver. Para John y Paul, esos discos fascinantes eran la vida misma, mientras que para los demás no eran sino un poco de diversión. Una buena justificación para apropiarse de ellos. Paul, entre tanto, había vuelto a sentarse al piano de su padre y tocaba nuevas melodías. Fue entonces cuando con apenas dieciséis años comenzó a escribir When I’m 64 (Cuando tenga 64 años), canción dedicada a su padre, que terminó en 1967 y se grabó para el álbum Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band.
Paul y John seguían practicando, y comenzaron a escribir canciones que Paul registraba juiciosamente en un cuaderno, siempre con la anotación “Otro original Lennon-McCartney”. Esto sonaba de maravilla; los grandes compositores de la música popular siempre escribían a dúo y en el papel lucía muy bien, muy profesional, muy serio. Solo había que ver lo bien que lucían las canciones escritas por Rodgers and Hammerstein, Leiber and Stoller, Ira and George Gershwin, Gilbert and Sullivan, por ejemplo.
La pregunta hoy en día es, desde luego, qué tanto les habrá dolido a Paul y John haber tenido que compartir los créditos y luego las regalías, sabiendo que algunas canciones eran exclusivamente de uno de ellos, aunque estuvieran firmadas y registradas por ambos. Para McCartney más que un tema de regalías es una cuestión de orgullo, de honor. Pese a varios intentos de convencer a Yoko Ono de que aceptara que las canciones que él escribió por lo menos tuvieran el crédito invertido –McCartney-Lennon–, ella nunca lo permitió pues alega que eso fue lo que acordaron los dos artistas desde el principio y que ahora no se podría modificar.
Pero al margen de este asunto de las composiciones, todo ocurrió años antes de la aparición del casete y otras formas sencillas de grabación que llegaron en la década de los sesenta. Por esta razón a finales de los años cincuenta, para grabar o registrar canciones, era necesario disponer de un aparato grande y costoso, generalmente de la marca alemana Grundig. Quienes tenían estos equipos no los prestaban con facilidad, además de que a los muchachos no les preocupaba mucho que digamos grabar sus composiciones puesto que era suficiente recordarlas. La cosa es que si no podían memorizarlas ellos, era claro que el público tampoco lo haría. De esta primera época provienen temas que luego serían famosos, como Love Me Do, su primer éxito en listas, en 1962, y I Saw Her Standing There, de 1963. Los jóvenes tocaban y escribían música cada vez de mejor calidad.
Durante todo este proceso, Paul pensaba constantemente en su amigo del colegio, George Harrison, un guitarrista que podía tocar temas tan difíciles como el ya mencionado clásico Raunchy, del saxofonista Bill Justis, curiosamente, pero con una línea en guitarra bien marcada. No obstante, el muchacho era demasiado joven pues tenía apenas catorce años, mientras que John contaba diecisiete y Paul casi llegaba a los dieciséis; con todo, pensaban que mientras John desahogaba su agresividad con peleas y Paul se escudaba en su intelectualismo, George no hacía nada distinto de expresarse por medio de su ropa, ya que se vestía de manera estrafalaria, como los teddys de la época. Eso tenía su valor para el grupo, pero, ¡ah!, el tema de la edad era un serio inconveniente.
Sin embargo, Paul quería que John conociera a George pues le parecía un buen elemento para The Quarrymen. Finalmente, ocurrió el encuentro. Hay diferentes versiones de cuándo sucedió. Según a quién se consulte, pudo ser diciembre de 1957 o febrero o marzo de 1958, posiblemente en un concierto del grupo en Garston al que Paul había invitado a su amigo, como lo había hecho en otras oportunidades. Pero si fue en un concierto del grupo o en otro sitio, está abierto a discusión.
Donde sí hay consenso es en la forma como ocurrió el hecho. Después de que Paul lo presentó, y como ya hemos contado, George tocó con maestría su canción favorita, Raunchy. John estaba satisfecho pero preveía problemas para pedir permisos a los padres del chico, así como para tocar en sitios vedados para alguien tan joven.
De todas maneras, George empezó a formar parte del grupillo de amigos, y cuando John estaba de buen humor, le pedía que tocara Raunchy. Él y Paul comenzaron a ir a casa de George a tocar, ensayar y aprender de ese niño que sabía tocar temas que ellos desconocían. Para el muchacho era muy emocionante que un muchacho grande como Lennon le prestara atención; aun cuando no podía hacer parte del grupo, a sus escasos catorce años era amigo de un joven casi tres años mayor.
The Quarrymen, entre tanto, seguía estando conformado de manera permanente por John y Paul, al lado de un desfile de jóvenes que entraban y salían. Tal vez eran las rabietas de John, o tal vez simplemente la aburrición, lo que los hacía renunciar. Debido a esto, en ocasiones llamaban a George para tapar el vacío dejado por un músico que abandonaba el grupo de un momento a otro. El problema era que tres guitarristas no hacían un grupo, y a medida que se alejaban del skiffle se daban cuenta de que necesitaban instrumentos distintos de la tabla de lavar y la batea para tocar lo que realmente querían: rock and roll.
En 1957, Elvis Presley reinaba en las listas de popularidad, tuvo cuatro números 1 en Estados Unidos; Pat Boone, su gran competencia, alcanzó tres; The Crickets de Buddy Holly, Sam Cooke y Everly Brothers representaban las nuevas generaciones, mientras Perry Como y Andy Williams sobrevivían los embates de los nuevos sonidos.
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