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Aveledo: Homenaje ciudadano a Rafael Cadenas

A un homenaje ciudadano a Rafael Cadenas, ese poeta de voz clara y profunda que es nuestro paisano y Premio Cervantes me invitan el Consejo Consultivo de la Ciudad de Barquisimeto y el Aula Abierta al Ciudadano, ambas iniciativas sociales de ciudadanos responsables.

A tal fin, unas Anotaciones inspiradas en la decisión libre, espontánea, ajena al poder indiferente, de declarar 2023 como el “Año Cadenas”, ahora que llega diciembre y han comenzado nuestras crónicas tribulaciones cardenaleras. Sin buscar revelaciones, nos rebelamos ante el destino diseñado de morir como pueblo por haber terminado “repitiendo los slogans de los embaucadores”.

Así, en onda Cadenas, dejamos constancia:

“Nota, apunte, registro.

A veces trozo, fragmento, triza.

A veces nada- desgarrón, harapo, silencio”.

 

Silencio que no es sumisión o resignación, es decisión, es elocuente resistencia a la consigna.

No escribimos Cuadernos del Destierro, aunque se haya querido condenarnos al ostracismo en nuestra propia tierra. Reducirnos a la insignificancia de transeúntes que buscan sus almas solos. Borrarnos. Lo ha dicho Cadenas en sus Dichos “Los revolucionarios se proponen liberar a los seres humanos y comienzan por privarlos de libertad”.

Pero decidimos no quedarnos en Falsas Maniobras. Desdibujamos pacientemente el rostro que se vuelve amenazante. Pacientemente que la paciencia es virtud, aunque en ocasiones nos tiente la ira, sin tragarla para convertirla en un “asunto interno”. Vamos y venimos. Nos detenemos, nos desviamos, nos extraviamos, pero seguimos. Canalizamos la agresividad en cívica tenacidad, pacífico empeño, libre decisión de ser libres para vivir y libres para convivir en libertad. ¿Huimos? Tal vez, pero en todo caso huimos hacia adelante, para no quedarnos entrampados, atascados en el tremedal de la Derrota.

Recuenta Cadenas, en advertencia frecuentemente desatendida, “El odio, el portero atroz, nos deja en la intemperie”. En esta Intemperie, seguimos la huella de los pasos del poeta para leer que “Las ventanas dicen vivir” y vivimos. Nos hemos asomado a ellas y sabemos que la vida no son estas cuatro paredes, rojas, negras o de uno y otro color intercambiándose, mutando, camaleónico injerto. Vivimos, lo hemos decidido irrevocablemente. “Jornaleros incansables” que no cavan huecos para seguir cavando y hundirnos más mientras más trabajamos. Como Sancho, hombres “de la realidad corriente”. Queremos trazar caminos para andarlos e incluso diseñar aviones para volar los cielos, es una audaz pretensión pretenciosa, pero es nuestra decisión. No da saltos, no hace gestos heroicos pero sigue su paso. Sin olvidar, porque hacerlo es soberbia que “El error nos es tan propio. Como la cara, o una mano o un hueso.”

“Realidad, una migaja de tu mesa es suficiente”, podríamos dejar escrito en nuestro Memorial, pero no nos conformamos ¿cómo se hace? Es que no nos conformamos. Asumimos la realidad, nos adaptamos a ella, pero no nos instalamos en ella. Amantes insistentes, insistimos en abandonar “el Valle del Desaliento”. Acaso como en Isla sean los nuestros ojos inocentes que “reconquistan territorios perdidos”. Y su voz nos enseña, “Tengo ojos, no puntos de vista”. Queremos atrevernos a mirar la realidad con ojos nuevos. Porque tan verdadero como una Presencia es que “SI OTRO MUNDO nos es dable/debe ser éste/desde unos ojos/que la diafanidad ha subyugado”.

¿Será que somos la “araña paciente y silenciosa” de ese Whitman con quien tanto ha conversado? Ese para quien la realidad es más extraña que la ficción y mire si lo sabemos. Somos humanos, pero particularmente, somos humanos de este rinconcito, somos venezolanos. Puede que seamos tejedores pacientes, silenciosos. El reino de la libertad de cada uno requiere ser tejido entre muchos, entre todos de ser posible.

Cadenas poeta, maestro, se ha mantenido fiel a su sentencia,

“Los poetas no convencen.

Tampoco vencen.

Su papel es otro, ajeno al poder: ser contraste.”

Ese es su modo de enriquecer la libertad. El contraste expresa la pluralidad en toda su paleta de posibilidades. Y sólo la libertad, ecosistema de la dignidad humana, hace posible la verdadera, fecunda, ciudadanía.

 

 

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